¿Cómo podemos arreglarlo? Con Damian Zelikman

Argentina: tierra de boludos inestables

Mural dedicado al tango en Buenos Aires.

Mural dedicado al tango en Buenos Aires. / AFP / RONALDO SCHEMIDT

Damian Zelikman

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En psicoterapia se utiliza el concepto de homeostasis para referirse a la tendencia de cada sistema, ya sea un individuo, una pareja o una familia, a mantener la propia condición de equilibrio, incluso en los casos de reconocida disfuncionalidad. En la tendencia al mantenimiento de la condición de equilibrio los argentinos nos comportamos como humanos y no tenemos mayores pretensiones. Pero en la búsqueda del balance, aun cuando la disfuncionalidad prima (parte innegable de la condición humana) inflamos el pecho y volvemos a gritar: “¡Campeones del mundo!”.

Somos des-equilibrados, inestables hasta la médula, y con el correr de los años “¿nos mejoramos?” como un buen vino.

Somos des-equilibrados, inestables hasta la médula, y con el correr de los años “¿nos mejoramos?” como un buen vino

En economía: inestables nuestros ahorros bancarios cada tanto retenidos por “corralitos” confiscatorios, inestable nuestra moneda con índices inflacionarios estratosféricos (en ocasiones el metal del que están hechas las monedas propiamente dichas termina valiendo más que el número que llevan impreso).

En política: inestables nuestros dirigentes y sus alianzas, inestable nuestra democracia (en los 53 años que separan 1930 de 1983 padecimos 6 golpes militares. O también, dignísimos de un Récord Guinness, en los 11 días que distancian el 20 del 31 de diciembre de 2001 registramos la sucesión de 5 presidentes de la nación).

Inestables nuestros mayores que, pese a su experiencia y mayoritario padecimiento de todo lo anterior, se tropiezan 500 veces con la misma piedra y cambian su voto más seguido que su ropa interior.

Inestables, además, en un apego a las normas a gusto y piaccere del consumidor, que condena las faltas del vecino al tiempo que proclama “el gol a los ingleses en el mundial ´86 valió porque fue hecho con la Mano de Dios” (hablando de Dios, vaya si el humano Diego no fue inestable tanto en la cancha como fuera de ella).

¿Resulta todo lo anterior bueno para nuestra salud física y mental? Para aquellos que creen ver en el poli-sufrimiento la mejor plataforma para terminar saliendo fortalecidos ya al borde del ataúd: sí. Para mí, en cambio, es un obvio y rotundo no (sufrí vos, yo quiero pasarla bien).

¿Y para los psicoterapeutas?

Dejamos mejor acá, me tengo que ir. Acabo de ser dejado por mi “mina” y, tanguero de ley como soy, estoy corriendo hacia los brazos de mamá. (No creo que un catalán se atreva a tanto).