PRESUPUESTOS

Los congresos de Junts, ERC y Sumar en otoño condicionan el reto definitivo de Sánchez con los presupuestos

Los principales socios parlamentarios del Gobierno replantearán su estrategia, de la que pende la negociación de las cuentas de Estado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su salida tras comparecer para hacer balance del curso político, el a 31 de julio en la Moncloa.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su salida tras comparecer para hacer balance del curso político, el a 31 de julio en la Moncloa. / Eduardo Parra

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El próximo éxito o fracaso de Pedro Sánchez en su intento de aprobar sus primeros Presupuestos de esta legislatura dependerá en buena medida de sus socios de Gobierno, cuya hoja de ruta está en algunos casos en el aire, a la espera de una avalancha de congresos que tendrá lugar este otoño. Junts, ERC y Sumar afrontan sus cumbres para fijar las coordenadas ideológicas que fijarán sus próximos pasos, mientras PNV y Podemos tienen prevista la cita a lo largo del curso. El PSOE, que tenía previsto también celebrar su congreso en otoño, parece ahora partidario de aplazar la cita ante las fuertes críticas internas a la cesión de la soberanía fiscal a Cataluña.

Las decisiones que tomen unas y otras formaciones marcarán las negociaciones para las cuentas de 2025, las primeras que aspira a aprobar el Gobierno, que tuvo que renunciar a las de este año por el adelanto electoral en Cataluña. La frágil mayoría parlamentaria de Sánchez y la total dependencia de Junts y ERC ha dificultado la aprobación de normas esta legislatura, y lograr el favor de ambas fuerzas se presenta como imprescindible para sacar los Presupuestos, que de aprobarse darían oxígeno al Gobierno para aguantar la legislatura.

Los republicanos tienen previsto su Congreso para el 30 de noviembre, y allí se decidirá el nuevo liderazgo de la formación, entre el expresident Oriol Junqueras, de carácter continuista, y la exconsellera Marta Rovira, que aboga por renovar liderazgos y estrategias para afrontar una nueva etapa de recomposición, después del batacazo en las elecciones catalanas de mayo, donde perdió 13 escaños y quedó con 20 diputados.

En caso de que ERC renueve su cúpula y replantee su estrategia -cosa que tendrá lugar en una posterior fase del Congreso-, la interlocución con el Gobierno podría complicarse, después de seis años en los que, con duras negociaciones, se han comportado como un socio más o menos estable.

La incógnita de Junts

La decisión de Junts de adelantar su Congreso a finales de octubre también añade aún más presión a Sánchez en el Gobierno, puesto que la cita coincide de plano con las negociaciones para las cuentas, y está todavía en vilo el papel que ocupará el partido independentista en la formación de mayorías. Está previsto que la cita sirva para nombrar como líder a Carles Puigdemont, que no ostenta ningún cargo formal en la organización.

Aunque está aún por ver cómo afectará la renovación a su estrategia a la agenda del Gobierno, es habitual que las carreras internas dentro de los partidos impliquen la exhibición de tendencias maximalistas y cierta radicalización de posturas, con el objetivo de atraer el apoyo de los militantes, más escorados que el votante. Una situación que, en caso de darse en Junts, podría dificultar la interlocución con el Gobierno.

La no detención de Puigdemont la pasada semana, sin embargo, añade todavía más incertidumbre a la ecuación, puesto que la nueva huida del expresident le permite mantenerse sentado en la mesa de negociación que pactó con el PSOE, algo que también podría explotar en futuras negociaciones.

Algo más de certezas presenta la Asamblea que Movimiento Sumar celebra este otoño. El partido de Yolanda Díaz pivota su ideario político en torno a papel de socio del Gobierno de coalición, por lo que parece poco probable que esta cumbre política vaya a desafiar en modo alguno la acción de Sánchez.

La organización deberá fijar prioridades políticas que podrían plantear más adelante al socio mayoritario de coalición, pero en esta ocasión, la cita estará más enfocada al ámbito interno, con el principal objetivo de recomponerse y fijar unas normas de convivencia que le permitan convivir con otras fuerzas.

Cumbres de 2025

Más allá de las asambleas de otoño, también están por celebrarse las de PNV y Podemos. Los morados tienen que celebrar su próxima asamblea de aquí a un año, al expirar el próximo junio el mandato de Ione Belarra como secretaria general de la formación y la incógnita de si será Irene Montero quien asuma el liderazgo del partido, al haber emergido como líder de facto en las elecciones europeas y una vez que ha vuelto a la política institucional, después de ser apartada del Gobierno de coalición.

En el caso de los jeltzales tienen previsto celebrar la suya en marzo y se encuentran en un momento de introspección, previo a para la renovación en Sabin Etxea. En algo más de seis meses, está previsto que las bases del PNV voten por dónde debe seguir el partido y quién debe dirigirlo. Una cita de especial relevancia, debido al papel crucial que ha jugado el partido nacionalista en el apoyo a Sánchez y al desgaste electoral que ha venido sufriendo en las últimas citas electorales, ante el auge de Bildu.

La política pactista del partido de Andoni Ortuzar también estará en revisión en su próxima asamblea, y carga al partido de argumentos para aumentar sus exigencias a Sánchez en una eventual negociación presupuestaria, al tiempo en que deberá asegurar que se culminen las transferencias de todas las competencias que recoge el Estatuto vasco, incluido en el pacto de investidura con Sánchez. Unas exigencias que, sumadas al de resto de aliados, echan piedras al camino para el éxito presupuestario.