COALICIÓN DE IZQUIERDAS

Sumar rebaja expectativas sobre su asamblea de otoño con su expansión territorial en duda

El partido de Yolanda Díaz mantendrá el calendario previsto sobre la cumbre pero advierte que no será un "acto de masas"

Yolanda Díaz interviene en la Asamblea fundacional de Sumar, el pasado marzo.

Yolanda Díaz interviene en la Asamblea fundacional de Sumar, el pasado marzo. / Ricardo Rubio

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Sumar afronta el inicio de curso más difícil de su cortísima vida. El partido fundado por Yolanda Díaz en 2022, y actor central de la coalición de izquierdas del mismo nombre, tenía previsto celebrar una Asamblea Constituyente en otoño para dar el pistoletazo de salida a su expansión territorial, con la creación de federaciones provinciales y autonómicas. Pero los traspiés que han vivido en los últimos meses, con los malos resultados electorales, la rebelión del resto de partidos aliados y la decisión de la vicepresidenta segunda de apartarse del liderazgo de la formación, han dejado en vilo los planes y han llevado a rebajar las perspectivas iniciales.

La dirección decidió antes de verano mantener la cita prevista para otoño, que deberá alumbrar sus nuevos Estatutos, que previsiblemente enmienden parcialmente el diseño de partido plasmado en la asamblea de marzo, dejando atrás la polémica cesión del 30% de los órganos a las formaciones aliadas. Sin embargo, el planteamiento de la asamblea no será ni mucho menos el que estaba previsto en un primer momento.

"Gran Asamblea"

En los documentos aprobados hace cinco meses, se recogían los planes de expansión y fortalecimiento de Movimiento Sumar, y se advertía que "este camino culminará, más adelante, en una gran Asamblea Constituyente que establezca unas Normas de Funcionamiento comunes y la participación plena de las fuerzas políticas que así lo acuerden". Pero la "gran Asamblea Constituyente" ve ahora rebajada su categoría.

En la formación de Yolanda Díaz rebajan las expectativas en torno al encuentro y apuntan a que "la intención no es hacer un acto de masas", lejos de grandes citas como la de Matadero, en julio de 2022, Magariños, en abril del 2023, o su primera asamblea, el pasado marzo. Esa cita estaba llamada a abrir un nuevo proceso en Movimiento Sumar, con la construcción de estructuras por todo el país, y la concurrencia del resto de fuerzas aliadas en la coalición. Pero a día de hoy estos planes están en duda, y tampoco está claro que el resto de partidos vayan a implicarse más allá de la mera representación.

Desde la salida de Yolanda Díaz de la coordinación de Sumar, la ejecutiva ha mantenido intensos debates sobre los próximos pasos de la organización. Algunos miembros son partidarios de proseguir el despliegue en los territorios que ya se inició tímidamente para las generales del 23 de julio, para lograr músculo organizativo y mantener su peso político, pero otros apuestan por desistir de estos planes y priorizar la convivencia con el resto de formaciones de izquierdas de la coalición Sumar, evitando nuevos choques con las fuerzas territoriales y centrando sus esfuerzos en fortalecer lo existente. Aunque en las últimas semanas se han acercado posturas, la decisión definitiva está todavía por tomarse, y previsiblemente se aborde el 2 de julio, en la primera ejecutiva tras el verano.

Meses difíciles

El despliegue organizativo de Sumar generó a principios de año grandes expectativas entre las formaciones aliadas, y algunos como Izquierda Unida emprendieron durísimas negociaciones para formar parte de su construcción. Y precisamente ahí surgieron las primeras turbulencias. El diseño de Díaz de su partido y la cesión del 30% de los puestos de dirección al resto de aliados sublevó a IU, que rechazó el sistema de cuotas al considerar que su implantación territorial no respondía a ese porcentaje. Este primer roce cogió después envergadura y fue el preludio del choque total que se produciría más tarde por las europeas.

El partido ahora liderado por Antonio Maíllo logró impugnar este planteamiento y consiguió que los equipos que desplegarían las federaciones se eligieran por "consenso" con los actores políticos ya instalados en los territorios. El debate sobre cómo se crearían las estructuras de partido a lo largo y ancho del país ocupaba gran parte del debate, y había mucho interés sobre este asunto, además de ciertos recelos de fuerzas regionalistas como Compromís o Más Madrid.

Pero cuatro meses después de aquella primera cumbre de Movimiento Sumar, se han desinflado las aspiraciones del resto de aliados por participar del proceso de construcción del la organización, y ni siquiera en el propio partido de Díaz está claro que su plan para abrirse a los territorios vaya a materializarse. Desde primavera se han sucedido distintos reveses, y después de las tensiones iniciales por IU, el diseño de las listas europeas llevó a un enfrentamiento abierto entre la vicepresidenta segunda y el resto de formaciones, que rechazaron integrarse en los órganos. A esto se sumaron después los malos resultados cosechados en Europa, que llevaron a Yolanda Díaz a dimitir como coordinadora de Sumar para centrarse en su labor en el Gobierno.

El paso al lado de la dirigente tuvo efectos colaterales, y llevó a que las fuerzas de la coalición decretaran una "nueva etapa" donde tendrían una relación de igual a igual con Sumar después de meses ejerciendo como actor central del espacio de izquierdas. La nueva coordinadora colegiada que sucedió a Díaz al frente del partido asumió esta tesis y emprendió esfuerzos por mejorar la relación con el resto de fuerzas de izquierdas. Una máxima que ahora podría llevar a Díaz a dar marcha atrás en su despliegue territorial.