Relevo en la Generalitat

Salvador Illa, president; Carles Puigdemont, en paradero desconocido

Perfil: Salvador Illa, el president del fin del 'procés'

Illa promete cumplir los acuerdos con ERC y Comuns y se hace suyo el legado de Aragonès

Salvador Illa, investido president de la Generalitat

Salvador Illa, investido president de la Generalitat / JORDI OTIX

Júlia Regué

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Salvador Illa da por zanjado el ‘procés’ con su investidura como jefe de la Generalitat tras acabar con una década de gobiernos independentistas y 14 años después del fin del tripartit. Pero la reaparición y fuga del expresident Carles Puigdemont se convirtió este jueves en un ‘remember’ de jugadas maestras y trucos parlamentarios propios de 2017, aunque esta vez no lograron aplazar lo que era una realidad en el hemiciclo: Illa es ya el 133º president de la Generalitat con los 68 votos que aúna su partido con Esquerra y los Comuns.

En un discurso de 45 minutos, Illa se comprometió a cumplir los acuerdos forjados alegando que le gusta terminar "el viaje" con quien lo empieza, tratando de seducir a una Esquerra recelosa (y dividida) y a unos Comuns que confían en marcar el ritmo de la legislatura, por ahora fuera del Govern. El ya president quiere ir rápido, tomará posesión este sábado, y aspira a hacerlo con la arquitectura del Consell Executiu dibujada y los consellers que tiene en mente ya confirmados, teniendo en cuenta que su voluntad es celebrar la primera reunión el martes 13 en el Palau de la Generalitat. No hay tiempo que perder, opinan en el PSC, y tampoco vacaciones.

Illa salió emocionado de la Cámara catalana, de un hemiciclo en el que se deshizo en elogios hacia ERC y se hizo suyo el legado de Pere Aragonès sin entorpecer la engrasada relación con los Comuns. Rompió el silencio que había guardado durante semanas para no truncar su mayoría, y aprovechó el atril para exigir la aplicación “ágil” y “sin subterfugios” de la amnistía para Puigdemont. Llega al poder de la mano de Esquerra, pero nadie descarta que Junts juegue un papel relevante en la estabilidad del ejecutivo.

La maniobra de Puigdemont

Todo ante la ausencia de Puigdemont. El líder de Junts cumplió, a medias, su promesa: reapareció en el paseo de Lluís Companys de Barcelona, burlando los controles policiales, pese a la orden de búsqueda y captura que pesa sobre él; pero no acudió al Parlament pese a que la posibilidad planeó durante toda la jornada. En un breve discurso ante miles de manifestantes, pidió al independentismo respetar la investidura de Illa y, a la vez, empezar a prepararse ya para “otras oportunidades” en las que pueda ganar. Asumió, de facto, la pérdida de la mayoría independentista, pese a que tras las elecciones catalanas había exigido al PSC que se abstuviera y a ERC que le aupara, un escenario que ambos partidos rechazaron. Y, tras pedir a los congregados que le acompañaran a la Cámara -entre ellos los expresidentes Artur Mas y Quim Torra, junto a otros cargos electos-, se fugó de nuevo.

Puigdemont usó la maniobra que ya le había funcionado durante el referéndum del 1-O. Se marchó en coche, y cambió de vehículo. Los Mossos d’Esquadra, en la picota por los reiterados fallos del dispositivo, trataron de cercar todos los accesos a Catalunya activando hasta dos veces la operación jaula, pero la levantaron sin tener ni rastro del expresident y ante el caos que estaba provocando en las carreteras. Eso sí, arrestaron a dos colaboradores de Puigdemont, ambos agentes de la policía catalana. Y su principal escudero, Jordi Turull, será citado a declarar por colaborar con la fuga, al igual que otro agente y un bombero.  

Pero la intervención de los uniformados continuó en el Parc de la Ciutadella, donde terminaron cargando con el uso de gas pimienta ante unos manifestantes que lograron abrir las puertas y superar el control policial. Hubo dos detenciones y 15 denunciados por ello. Y ya se prevé que varios colectivos en defensa de los derechos humanos lleven a los tribunales el uso de esta sustancia. La cúpula policial dará explicaciones este viernes a las 11.00 junto al conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, con la incógnita de si habían alcanzado un pacto para la detención que Puigdemont no cumplióz, de las explicaciones sobre los agentes que colaboraron el expresident y a la espera de los detalles que expliquen cómo no pudieron localizarle tras aparecer ante decensas de cámaras. El abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, aseguró en TV3 que "se ha ido a casa como hace todo el mundo cuando termina de trabajar", sin aclarar su paradero, y sostuvo que no se iba a entregar a las autoridades.

Las filas de Junts, en ‘shock’

El desconcierto en las filas de Junts era total. El pleno comenzó a las 10.00 horas de la mañana, como estaba previsto, se suspendió después de la intervención de Illa, y se retomó con Albert Batet tomando la palabra, ocupando un lugar que habían reservado a Puigdemont, confiando en que acudiría al hemiciclo. No sabían nada de él. Ni siquiera si estaba dentro o fuera de la Cámara, tampoco si iba a aparecer para pulsar el botón de la votación a última hora de la tarde. No lo hizo, ni tan solo pidió que votaran en su nombre. Guardaron un silencio al sentir el llamamiento y se levantaron a aplaudirlo.

Junts reclamó de todas formas que no se retomara el pleno tras el parón para comer, alegando que el operativo policial suponía una “malversación de fondos”, delito por el que el Tribunal Supremo no ve amnistiable el caso del expresident, y porque los arrestos eran “ilegales”, pero la mayoría de PSC y ERC lo tumbó en hasta en dos ocasiones en la Mesa, y también en la Junta de Portavoces.

La votación se zanjó con los 68 'síes' acordados e Illa fue investido; y Puigdemont, desaparecido.

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