Con el apoyo de ERC y Comuns

Salvador Illa, investido president de la Generalitat

El PSC regresa al Govern 14 años después prometiendo una Catalunya "unida", haciendo suyo el legado de Pere Aragonès y reivindicando que se le aplique la amnistía a Carles Puigdemont

Salvador Illa promete una Catalunya "unida" y hace suyo el legado de Aragonès

Salvador Illa defiende que se le aplique la amnistía de forma "rápida" a Puigdemont

ERC avisa a Illa de que su 'sí' a la investidura "está cargado de 'noes'": "Cumpla, tenemos memoria"

Los Comuns reivindican su "influencia" para una legislatura "ambiciosa" con Illa de presidente

Sara González

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Salvador Illa ya es el nuevo presidente de la Generalitat. Impávido ante la incertidumbre del paradero de Carles Puigdemont, el líder del PSC se ha subido al atril para exponer sus credenciales. 45 minutos de discurso. Ni uno más ni uno menos, con la intención de ir al grano para registrar tan pronto como fuera posible los 68 'síes' de ERC y de los Comuns. Y lo ha logrado pese al intento de Junts de impedirlo. 14 años después de la caída del tripartito, el PSC vuelve a llevar las riendas en la Generalitat, la tercera vez desde 1980. En la primera, con Pasqual Maragall, el reto era un nuevo Estatut. En la segunda, con José Montilla, se aprobó la nueva financiación. Ahora, si Illa ha logrado amarrar el aval de los republicanos, ha sido a cambio de ir un paso más allá con un concierto económico.

Consciente de que con su proclamación el 'procés' llega a su fin, por lo menos tal y como se había entendido hasta ahora, el flamante presidente ha prometido que su vocación es que los ocho millones de catalanes se sientan parte de la "misma Catalunya", una "nación abierta plural y diversa" dentro de una "España plurinacional" en el marco de una España federal.

Una cosa que también pasa, ha defendido, por la aplicación de la amnistía "sin subterfugios". De hecho, pese a ser siempre comedido a la hora de dirigirse al poder judicial, ha reclamado "respeto" por lo decidido por el poder legislativo. Hacer tabula rasa, dejar atrás la judicialización que ha azotado la última década la política catalana, es el pilar de ese "tiempo distinto" que sostiene que se abre paso tras las elecciones del 12 de mayo. Un nuevo ciclo ya sin mayoría independentista, con ERC y Junts certificando su divorcio de forma definitiva y un Govern alejado de la confrontación y "alineado estratégicamente" con el Gobierno. Illa defiende que eso requiere de una "hoja de ruta" y "recetas" diferentes a las que hasta ahora han marcado el rumbo, una Catalunya que considera que ha empezado ya a construirse bajo la batuta de Pere Aragonès, de quien ha asumido el legado sin matices.

"El país está hoy mejor"

Su proyecto pivota en una "tercera gran transformación" en Catalunya, tras la liderada por Jordi Pujol primero y por Pasqual Maragall José Montilla con los dos tripartitos después, de la que, ha insistido, el ejecutivo saliente ha puesto los "fundamentos". No deja de ser significativo que tras una legislatura en la que el PSC ha criticado duramente la gestión de ERC, Illa haya verbalizado que hace suya esa herencia y asumido que "el país está hoy mejor" tras el paso de Aragonès por la Generalitat.

Y es que, en la nueva etapa que se abre, el presidente ha asumido que "solo" no puede impulsar las políticas que Catalunya precisa, motivo por el que ha solemnizado que incorpora en su programa de gobierno de forma "íntegra" los dos acuerdos sellados con ERC y los Comuns. De los dos pactos, que son solo de investidura porque su Govern arrancará siendo monocolor, ha destacado, especialmente, la financiación singular, que los republicanos definen como la "soberanía fiscal". Para Illa este es un "paso substancial y necesario para el autogobierno" sin que vaya en detrimento de la solidaridad con el resto de territorios.

Dialogar con todos, menos con Vox y Aliança Catalana

Poco más ha dicho de esta carpeta, con cada palabra calculada al milímetro, consciente de que todo lo que diga será escudriñado por todos los flancos, tanto de los defensores que tienen que darle su 'sí' como de sus detractores. También ha subrayado el paquete de medidas para potenciar el catalán y, fruto de la entente con los Comuns, lo acordado en políticas de vivienda, que ha definido tan "ambicioso como factible". Esa coalición para la investidura, pese a que el Govern será monocolor del PSC, es la aritmética con la que se ha comprometido a gobernar. "Me gusta acabar los viajes con quien los empiezo", ha dicho, una manera de alejar la sombra de otras mayorías con Junts o con el PP y Vox. Aunque también asegurado que "tenderá la mano" a posconvergentes y populares para alcanzar acuerdos amplios. "Dialogaré con todos, menos con los del discurso de odio, que son Vox y Aliança Catalana", ha prometido.

El aspirante ha esbozado los ejes de su agenda de gobierno, aunque sin entretenerse. Ha mencionado el reimpulso de los servicios públicos, una reindustrialización verde, una agenda de infraestructuras para hacer frente a la sequía, superar una de las "barreras de la desigualdad más grandes" que tiene la sociedad en estos momentos, que es la crisis de la vivienda, poner coto a los pisos turísticos y de temporada, "coser" Catalunya con trenes o ampliar la plantilla de Mossos hasta los 22.000 agentes en 2030. Nada que pudiera chirriar a los oídos ni de los republicanos ni de los Comuns.

Sin "destruir" ni "insultar"

Su talante, ha remarcado, va a ser el de defender con "contundencia y vehemencia" el proyecto de su Govern a sabiendas de que no tiene la confianza de buena parte de la Cámara. Está dispuesta a "contrastar" y a debatir, pero no a "destruir o a insultar". La "mala educación", ha insistido, debería quedar al margen de la arena institucional por más discrepancias que haya. "Nos haremos un favor a todos", ha dejado caer.

Illa ha reivindicado su bagaje y sus orígenes, su familia "humilde y de clase trabajadora, de abuelos agricultores y de montaña", y también su formación en el "humanismo cristiano". Y no ha olvidado tampoco a su mentor político, Romà Planas, quien fuera también secretario personal de Josep Tarradellas. Justo este 7 de agosto, ha recordado, se cumplieron 70 años desde que este último fue escogido presidente en el exilio, en Ciudad de México. Él sale hoy de la puerta grande del Parlament ungido como el 133 jefe de la Generalitat.