Investidura de Illa

El aval de ERC al pacto con el PSC da aire a Rovira ante Junqueras

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Las bases de ERC avalan la investidura de Salvador Illa y abren una nueva etapa en Catalunya

Marta Rovira se abraza a Josep Maria Jové, ante Juli Fernández, tras comparecer para explicar los resultados de la consulta de ERC.

Marta Rovira se abraza a Josep Maria Jové, ante Juli Fernández, tras comparecer para explicar los resultados de la consulta de ERC. / Manu Mitru

Júlia Regué
Sara González
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La consulta a la militancia de ERC sobre la investidura de Salvador Illa del viernes escondía otra partida: la que se jugaba entre Marta Rovira y Oriol Junqueras por el mando de los republicanos. La secretaria general, que controla la dirección, se puso al frente del equipo negociador después de que el que fuera jefe de filas durante más de 13 años decidiera dimitir, aunque a regañadientes, tras el resultado electoral del 12 de mayo e iniciar encuentros con las federaciones para ser reelegido el próximo 30 de noviembre en el congreso de la formación. Dos decisiones contrapuestas que han marcado las conversaciones con el PSC y un pulso sin el que no se explicaría la virulencia con la que estalló el caso de los carteles que acabó con Ernest Maragall rompiendo el carné.

En Esquerra se ambicionaba una fotografía conjunta de Rovira y Junqueras en defensa del pacto con el PSC que nunca se dio. La voluntad era garantizar una unidad de acción que aliviara a las bases ante una decisión, la de investir a Illa, de difícil gestión pese a ser a cambio del concierto económico. Pero el lunes, en la reunión maratoniana de la dirección, se detectó que no iba a ser posible. En el encuentro florecieron los recelos a la investidura de Illa por parte de varios dirigentes, que ya no se podían medir solo en un duelo entre los dos sectores. Había suspicacias en ambos lados.

Una decisión con un ojo puesto en el congreso

Pero los 'junqueristas' siempre advirtieron de que, si no detectaban unidad en los 'roviristas', no se lanzarían públicamente a defender el pacto. Y es que aquí cada una de las dos partes se reserva cartas pensando en el pulso por el liderazgo. La víspera, la diputada en el Congreso Pilar Vallugera, que ha suscrito las tesis de renovación de Rovira, se pronunciaba a favor del 'no' sin conocer aún el contenido del preacuerdo. Y dirigentes como la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell, a la que se le ha planteado asumir una presidencia simbólica en el partido, se preservó también del foco. La división entre la militancia era tanta que nadie quería caer después en manos de la hemeroteca y que ese mensaje fuera usado como arma en el cónclave de noviembre. Tanto 'roviristas' como 'junqueristas' han jugado sus cartas para no salir lesionados en sus aspiraciones.

La cesión del PSOE con los detalles del concierto económico, la tarde del lunes, favoreció el acuerdo en la reunión de la ejecutiva, aunque la desconfianza hacia los socialistas es difícil que se desvanezca a corto plazo, todavía más con Junts alentando el regreso de Carles Puigdemont y su posible detención, y la ANC y los CDR convocando movilizaciones. Las dudas siempre han residido más en que el acuerdo lo veían tan ambicioso que les parecía poco probable, y ahora les tocará gestionar, como ya hicieron en 2019, un nuevo pacto con los socialistas. Pero, ¿quién se hará cargo de él?

La cautela de los dos sectores

Tanto Rovira como Junqueras manifestaron internamente su apoyo a pactar con los socialistas, pero una vez quedó forjado el preacuerdo, evitaron exponerlo en público. Fue la portavoz, Raquel Sans, la encargada de dar los primeros detalles el lunes, eso sí, flanqueada por Rovira y Pere Aragonès cuando terminó una cita telemática con la militancia. Junqueras no se pronunció hasta el jueves, vía redes sociales, y evitó exhibir su plácet, pero su entorno sí apostaba por el sí en las redes sociales y en las asambleas con la militancia.

Él se centró en recalcar que, si la militancia daba su visto bueno, habría que marcar de cerca tanto a Illa como al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La secretaria general optó por defender el acuerdo en un artículo en Nació, como hicieron también una veintena de alcaldes. Y, ya con los resultados en mano, compareció con un evidente alivio, y se fundió en abrazos con su núcleo duro. Junqueras volvió a remitirse a las redes, y apostó por ser "exigentes" con el PSOE.

Si la militancia tumbaba el preacuerdo, Rovira era la cara visible, y hubiera supuesto un duro varapalo para la dirección actual, que hubiera quedado en la cuerda floja. De ahí que Junqueras, en su mensaje del viernes, pida atender también a los del 'no', de los que tampoco se olvidó Rovira en su discurso: y de que en la órbita de la secretaria general se alejaran de las redes y los micrófonos dirigentes que pueden jugar un papel relevante en esa pugna por el liderazgo del partido.

Las explicaciones a la militancia

Y es que las explicaciones del preacuerdo con el PSC a las bases han estado estrechamente vinculadas a la partida interna. Rovira ha sido quien ha expuesto a la militancia, con reuniones online, los detalles del contenido, como forma de poder exhibir un poder compartido, derivando su decisión y, a la vez, mostrando capacidad de mando tras regresar a Catalunya hace tan solo tres semanas. Desde los comicios catalanes, Rovira ha apostado por una renovación total de liderazgos, mientras Junqueras se aferra al suyo al alegar que pasó años en prisión y que no ha podido ser un candidato efectivo a la presidencia de la Generalitat.

Los 'roviristas' siguen sin tener una candidata que plante cara a Junqueras en el congreso -Rovira se ha descartado por activa y por pasiva-, y crecen las voces que creen que todo se zanjará con una solución intermedia en favor de una lista compartida. De ahí la propuesta a Forcadell de ostentar una presidencia simbólica para acabar con la disputa, como desveló EL PERIÓDICO. Un 'sí' abrumador reforzaba a Rovira, un 'no' la dejaba en la cuerda floja, y el resultado final, con 53,5% de votos a favor y 44,8% en contra, es el mejor escenario para el acuerdo a nivel interno, coinciden en ambos sectores.

Finiquitada la investidura de Illa, será el momento para que Rovira y Junqueras exploren si una salida pactada, eso es, una candidatura única al congreso que reúna todas las sensibilidades, es viable.

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