Opinión | Inteligencia artificial

Salvador Macip

Salvador Macip

Director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y catedrático de medicina molecular de la Universidad de Leicester.

Bata, fonendo... y IA?

La inteligencia artificial en salud es realmente útil cuando se usa para complementar al médico, no para sustituirle

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Inteligencia artificial

Inteligencia artificial

Una de las áreas donde la inteligencia artificial puede tener un impacto más sustancial es la de la salud. Hace tiempo que en investigación biomédica se usa su inmenso poder de procesar datos y extraer información relevante, y así se avanza más rápido en la comprensión de los mecanismos biológicos que se esconden detrás de las enfermedades y en el desarrollo de fármacos para tratarlas. Pero, últimamente, nos estamos dando cuenta todavía más de sus inmensas posibilidades porque empezamos a ver el uso cerca del paciente.

Parece que la IA podría ser muy útil para mejorar los diagnósticos. Ya se han desarrollado algoritmos que pueden procesar imágenes e identificar cánceres con tanta eficacia (o más) que un oncólogo. Por ejemplo, a finales del año pasado el Imperial College de Londres presentó una herramienta que ayudaba a detectar un 13% más de cánceres de mama ayudando a los expertos a interpretar mamografías. El mismo instituto ha diseñado otro programa que encuentra cánceres de pulmón malignos a partir de los nódulos que se ven en las tomografías. Y dónde seguramente pronto habrá adelantos importantes será en dermatología, porque la IA es especialmente buena en la hora de identificar enfermedades a partir de fotos de la piel. De momento, todavía no existe ningún algoritmo aprobado oficialmente por este tipo de tareas, a pesar de que proliferan apps no validadas que prometen diagnósticos inmediatos directamente a los usuarios.

Cada vez veremos más implantación de la IA en el ámbito sanitario. Con la inminente generalización de la medicina de precisión, que hará que los tratamientos se personalicen según las características de cada cual, la IA será imprescindible para descubrir correlaciones entre la cantidad inmensa de información que tendremos de cada paciente y la biblioteca de fármacos disponibles. E incluso antes, encontraremos muchas maneras de usar algoritmos para facilitar el trabajo en los profesionales de la salud, sobre todo en aquellas tareas donde se tenga que encontrar sentido en un mar de datos.

Por todo esto, tenemos que celebrar la llegada de la IA en la atención médica, pero entendiendo bien cuál es su valor real. La idea no tiene que ser que se ocupe de interaccionar con el enfermo, porque esto reduciría la calidad del trato. La IA no tiene empatía. Tenemos que evitar la distopía que se anticipa, en la cual tendríamos dos niveles de sistema de salud: uno con médicos para quienes tuvieran la capacidad económica de permitírselo, y uno para todo el resto, donde las IA proporcionarían la primera línea de interacción, como si fueran un servicio de atención al cliente.

Ya se ha visto que una IA puede sacar una nota muy buena en el examen MIR, pero esto no quiere decir que los médicos se tengan que quedar sin trabajo, al contrario. La IA es realmente útil cuando se usa para complementar, no para sustituir. Los algoritmos pueden hacer que haya que invertir menos tiempo en operaciones tediosas y mecánicas, que también es donde cometemos más errores, y así los profesionales podrán recuperar una parte esencial de la medicina que, por culpa de las limitaciones del sistema, hemos ido perdiendo: el trato humano del paciente.

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