Opinión | EL TRASLUZ

Juan José Millás

Estado zen

Los fosfenos son puntos de luz que tienen la particularidad de manifestarse en la oscuridad.

Los fosfenos son puntos de luz que tienen la particularidad de manifestarse en la oscuridad. / Shutterstock

¿Por qué hay palabras cuya sonoridad nos calma? ¿Qué secreto guardan en su interior? ¿Podrían abrirse estas palabras como se abre una caja o una nuez para descubrirlo? La primera vez que escuché el término 'fosfeno' en la sala de espera de una consulta médica me quedé anestesiado. Recuerdo que aguardaba mi turno al lado de dos mujeres que hablaban de lo que las había conducido allí cuando, de súbito, escuché de una de ellas:

-Es que tengo fosfenos.

Lo asocié enseguida con fósforo y no iba muy desencaminado, puesto que los fosfenos son puntos de luz que tienen la particularidad de manifestarse en la oscuridad, incluso con los ojos cerrados. El cerebro se las arregla de algún modo para que los veamos en el interior de la bóveda craneal, que tanto se parece, en ocasiones, a la celeste. A veces, constituyen una verdadera lluvia de estrellas, como cuando nos frotamos con fuerza los párpados.

Durante una temporada, cuando estaba nervioso, por ejemplo, ante un examen, pronunciaba para mis adentros la palabra mágica y me sobrevenía una paz incomprensible.

Fosfeno.

Recuerdo haber tropezado más tarde con ella en un libro de Oliver Sacks en el que se nombraban asimismo los 'fotismos', que tampoco están mal como mero conjunto de sonidos. Fosfenos y fotismos parecen hermanas y pertenecen, de hecho, a la misma familia, ya que el fotismo constituye una forma de sinestesia que consiste en asignar colores a los sonidos. Escuchas, por ejemplo, la palabra 'rabia' y el ojo te muestra un color rojo. Para que se dé este desplazamiento del sentido del oído al de la vista, tiene que producirse, supongo, algún cruce entre las redes neuronales. Una especie de trasbordo, no sé. Puede suceder también escuchando música o ruidos naturales. Dado que esta asignación de colores a los sonidos es arbitraria, me pregunto si habrá alguien que al escuchar la palabra azul vea un color verde. Sería notable.

Fosfenos y fotismos, en fin, forman parte de mi zoológico particular de palabras extrañas, que tenía últimamente algo abandonado. Creo que este verano lo asearé e iré al encuentro de viejos o nuevos términos cuya mera pronunciación me ayuden a entrar en estado zen.