Ahora, a descansar

El mes de agosto se asocia a descanso, a vacaciones. Son días que se aprovechan para hacer aquello que más nos gusta: unos se dedican a los suyos y a la compañía de la gente querida, otros a descubrir nuevos mundos y nuevas perspectivas (ya sea viajando o a través de la lectura, entre otros) o simplemente dedicándose a “no hacer nada” (qué pena que nuestro idioma no tenga la expresión inglesa del “do nothing”, que abre la idea de que se puede hacer “nada” activamente, de mirar adelante, de disfrutar de un momento sin obligaciones y poder dejarse llevar por la contemplación).

Cómo me decía un buen amigo hace muchos años, esto de descansar no es sino “cansarse de otro modo”, porque es la mejor manera de limpiar la cabeza: activarte para cansarte de manera diferente a lo que te ocupa habitualmente durante el año.

Y una manera que nos permite descansar cuando la actividad profesional no se para durante el mes de agosto es delegando las tareas o funciones. Ceder -¡si se puede!- la tarea que a uno le compete durante todo el año es la mejor manera de descansar, porque la preocupación y la responsabilidad se traspasa a otra persona, y uno puede sentir la liberación y crear a partir de aquí su contexto para disfrutar de unas vacaciones de descanso. Nuestra lengua tiene para esta situación una expresión muy descriptiva: uno descansa sus responsabilidades en otro. Y todos, en un momento u otro, descansamos más y mejor cuando podemos descansar en otro nuestras responsabilidades, en el trabajo o en la vida familiar. Descansar en otro nos ayuda a hacer equipo y a sentirnos más completos, más fuertes... y, al fin y al cabo, a descansar mejor, a disfrutar mejor del tiempo libre.

Y esta última semana, por fin, parece que podemos empezar a descansar, porque finalmente se ha descansado la gestión del bien común en un nuevo Govern. El pueblo de Catalunya fue a votar hace tres meses con la voluntad y el compromiso de que la gestión del bien común descansara en un Gobierno, que permitiera a los ciudadanos dedicarse a su tarea diaria con la confianza que el bien público descansaba en un equipo de gobierno dedicado a las políticas públicas que el país requiere.

El retraso al formar Gobierno y elegir presidente no nos permitía descansar de verdad, más allá de la teatralización de unas instituciones y unos procedimientos que no hacen ningún bien para ganar respeto para la propia institución, ni al mismo “common good”. Eran vacaciones de verano, estábamos en agosto, pero no podíamos descansar como querríamos; una parte de todos nosotros no podía descansar. Habíamos ido a votar hacía meses para descansar nuestra responsabilidad en un nuevo Gobierno de la Generalitat, y esta no era asumida. Era una responsabilidad que quedaba incumplida. Habíamos acabado el curso con una asignatura pendiente y se hacía difícil empezar así las vacaciones.

Si no puedes descansar de tus responsabilidades, no descansas de verdad. Del mismo modo que no se disfrutan las vacaciones si no se puede delegar o descansar una función en uno/a compañero/a de trabajo que te sustituya, no podíamos tampoco descansar este mes de agosto cuando una de nuestras principales responsabilidades como ciudadanos, como es la gestión de bien común, de todos, no descansaba en un nuevo Gobierno, en un nuevo presidente de la Generalitat.

Ahora sí, ahora ya podemos disfrutar de las vacaciones. En un contexto de normalidad es cuando mejor se puede disfrutar del descanso.

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