Illa construye una mayoría transversal y ecléctica

La tercera mayoría de investidura formada por el PSC, Esquerra y Comuns está teniendo una génesis muy distinta a las dos anteriores. Esto no será, cuando se materialice, un tercer tripartito ni por asomo. En primer lugar porque el ganador de las elecciones lo fue en escaños y en votos, cosa que no ocurrió en ninguna de las ocasiones anteriores. En segundo lugar porque no hay una mayoría alternativa viable. En tercer lugar porque, con lo que sabemos hasta hoy, el gobierno será monocolor. Y en cuarto lugar porque el tiempo es otro. Es la primera mayoría con independentistas y no independentistas en tres lustros. Lo que en el 2003 se presentó como un frente contra el PP, el Pacte del Tinell así lo decía, ahora es una apuesta por la normalización política, por pasar página del activismo y de la judicialización sin que nadie renuncie a ninguno de sus ideales pero sí que acepte las reglas compartidas.

No hay nada hecho, pero parecería una temeridad que quienes han exhibido la discreción como el mejor pegamento del acuerdo no hayan previsto como procederán en función de los movimientos que haga Puigdemont y de la respuesta judicial que se producirá. Si como dijo Marta Rovira han pactado incluso los silencios, Puigdemont debería reflexionar si no corre el riesgo de hacer una cobra y que su intento de hacer un abrazo del oso a Esquerra no quede en el aire.

Esta mayoría, si llega a concretarse, tiene muchos obstáculos por delante. El regreso de Puigdemont será seguramente la primera sacudida que la hará temblar. El encaje del despliegue de los acuerdos con el modelo territorial del PSOE y del resto de los partidos que forman parte de la mayoría que invistió a Sánchez provocará otro momento no menos intenso. Y así sucesivamente. Visto lo ocurrido desde el 2017, hoy parece un chiste que al tripartito se le comparara con el Dragon Khan. Pasado el tsunami, esta es una mayoría para que el gobierno que salga surfee.

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