Análisis

Llarena espera que la policía detenga a Puigdemont al llegar a España –si regresa- sin necesidad de una nueva orden, por Ernesto Ekaizer

En la Sala Segunda del Tribunal Supremo contaban “al día de hoy” (por el jueves pasado) con el retorno del expresident y diputado a España en caso de que haya votación de investidura

Los vocales conservadores se aferran al 'derecho a decidir' quién debe ser el progresista para presidir el Poder Judicial

La tramitación de Llarena aplaza forzosamente el recurso de amparo de Puigdemont ante el TC hasta después de una posible investidura

El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont.

El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont. / David Borrat | EFE

Ernesto Ekaizer

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En una investigación realizada por este cronista en medios políticos y judiciales, especialmente en el Tribunal Supremo, se contaba durante los últimos siete días, por primera vez, con la certeza de que el expresident y diputado del Parlament, Carles Puigdemont, se apresta a regresar a España para asistir a la sesión de investidura de Salvador Illa como president de la Generalitat. En dichos círculos se da por hecho que, a su regreso, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad procederán a detenerle y a trasladarle al Tribunal Supremo para ponerle a disposición del magistrado instructor de la causa del ‘procés’, Pablo Llarena, quien deberá decidir, tras escuchar a las partes en la causa -Fiscalía, Abogacía del Estado y acusación popular de Vox- si decreta su entrada en prisión preventiva para garantizar su presencia en el juicio oral que se abriría contra él por el delito de malversación.

"La orden de detención no necesita ser actualizada desde que se le señaló por auto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad el 1 de julio, que estaba vigente. No le ha afectado la amnistía", señaló este viernes una fuente del Tribunal Supremo a preguntas de este cronista.

La cuestión es qué pasará después de la eventual detención de Puigdemont. Llarena puede estar seguro de una cosa: al consultar a las partes personadas, tanto la Fiscalía del Supremo como la Abogacía del Estado estarán en contra (vistilla del artículo 505 de la ley de Enjuiciamiento Criminal), pero la acusación popular de Vox impulsará la prisión preventiva. Con lo cual se cumplirá el requisito de que una de las partes personadas lo haya pedido. Si el juez ordena la prisión preventiva, quedará claro, una vez más, que la ultraderecha tiene capacidad para determinar la política judicial española.

El habeas corpus

Las fuentes políticas y judiciales advierten de que el Tribunal Constitucional ya no solo no estará en condiciones de sacar a Puigdemont de la cárcel, sino que el expresident tampoco estará en condiciones de presentar un recurso de amparo ante el TC, según anticipamos en EL PERIÓDICO porque la tramitación de sus recursos (de reforma y subsidiario de apelación) contra los autos de la Sala Segunda del Tribunal Supremo tardarán tiempo en resolverse. La línea de horizonte de un recurso de amparo, pues, se desplaza hacia el mes de septiembre.

Se ha especulado con la posibilidad de que, al ser detenido, el expresident pueda presentar un recurso de habeas corpus (ley orgánica de 24 de mayo de 1984). Pero esta posibilidad no existe para el presente caso. Porque el recurso de habeas corpus obliga a que toda persona detenida sea presentada ante el juzgado pertinente para que su titular determine si sigue detenido o es puesto en libertad. Es que, en este caso, es un juez, el magistrado Llarena, él que ha ordenado la prisión, y no la Policía la que habría arrestado por su cuenta al expresident.

El problema, aparte del arresto y puesta a disposición del juez Llarena, es, según se ha apuntado, si se resuelve el ingreso en prisión preventiva de Puigdemont y en esa línea, el juez acaba de instruir la causa por malversación contra él mientras la amnistía queda suspendida en el aire, habida cuenta de que la Sala Segunda ha presentado cuestión de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional.

"La rapidez del juicio dependería de Puigdemont. Si las pruebas son parecidas a las que se pidieron en el juicio del ‘procés’, se tardaría muchísimo. Se intentaba traer a premios Nobel, solicitar documentación a Naciones Unidas, al Consejo de Europa, consultar a Suiza. Todo ello alargaría sin duda la fase intermedia [que empieza después de la conclusión del sumario, se califican los hechos y se abre juicio oral] y la práctica de la prueba”, señaló la fuente del Supremo a EL PERIÓDICO.

Se daría, pues, la situación paradojal de que la aplicación de la ley de amnistía al delito de malversación queda suspendida en el tiempo, a merced de lo que defina el Tribunal Constitucional sobre la cuestión de inconstitucionalidad, por un lado, y los recursos de amparo, mientras continúa el proceso penal contra Puigdemont (pendientes los del diputado del Parlament, Lluís Puig, y el eurodiputado, Toni Comín).

Los planes del 'expresident'

El ‘plan a’ de Puigdemont, según fuentes políticas, era conseguir el naufragio del pacto ERC-PSC y la repetición de elecciones el 13 de octubre con la idea de disputar directamente a Illa la presidencia de la Generalitat, reduciendo definitivamente las posibilidades de Esquerra y arrastrando buena parte del voto republicano en una polarización republicana-socialista.

Pero la ahora segura sesión de investidura de Illa, tras la aprobación del acuerdo por la mayoría de las bases republicanas, convierte su promesa de estar presente en la sesión de investidura en un último recurso para detonar una posible presidencia de Illa. Su regreso y detención sería una manera de inmolarse para denunciar la traición de ERC y presionar a los veinte diputados republicanos en el Parlament para que no voten a favor de la investidura de Illa. 

Puigdemont se sintió muy afectado cuando el diputado Gabriel Rufián hizo circular el 26 de octubre de 2017 un tuit en el que hacía un paralelismo entre Puigdemont, decidido a convocar elecciones autonómicas para evitar la aplicación del artículo 155 de la Constitución, y la traición de Judas Iscariote a Jesús de Nazaret, al evocar las 30 monedas de plata y cambiarlas por 155 en un 'tuit'.

El expresident cuenta con el apoyo del president del Parlament, Josep Rull, quien, según ha anticipado, intentará evitar su detención e ingreso en prisión. Pero la maquinaria judicial ya está engrasada. No hay ninguna cuestión de competencia jurisdiccional pendiente de zanjar, ello a pesar de la nueva condición de diputado de Puigdemont.

El juez Llarena tenía posibilidad de reactivar la euroorden de arresto desde el 4 de julio, ante la solicitud de la acusación popular de Vox. Pero no la tramitó a conciencia porque temía perder el control de la situación caso de que algún país le concediera la extradición del expresident por el delito de malversación.

Prefería, en cambio, esperar a su presa en campo local. A su regreso.

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