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José María de Loma
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RoRo, la tradición de hacer caja

La influencer y tiktoker RoRo

La influencer y tiktoker RoRo / TIKTOK

Le tenían a uno enseñado en la escuela que las revoluciones eran algo grandioso, traumático, disruptivo, duradero, algo que cambiaba vidas y haciendas, reyes y gobernantes. La rusa, la francesa, la gloriosa. Ahora las revoluciones son en las redes sociales, revoluciones cotidianas, micro-tomas de nuestras Bastillas más íntimas o de nuestros palacios de invierno más cotidianos. Revoluciona la red fulanito y menganito y esas revoluciones y efervescencias duran un ratín, un día, unos días. No eres nadie si no estás al tanto de la revolución nuestra de cada día. Que antes eran en Twitter, luego en Instagram y ahora también en TikTok.

-Oiga, no se olvide del Facebook.

Se levanta uno ya no buscando café y titulares o la tostada y la ducha, sino la revolución del día. El escándalo. Con tanta gente rasgándose las vestiduras hay ya un gran porcentaje del personal en pelotas, con las vestiduras rasgadas una y otra vez, ya hecha girones, las lorzas al aire, las intenciones también.

Más le vale a uno para su progreso social y su desenvolvimiento en la conversación del café a media mañana estar al tanto de lo que se cuece en las redes que de las elecciones en Venezuela, la evolución de Kamala Harris o las negociaciones para formar Gobierno en Catalunya. Una de esas revoluciones la protagoniza estos días RoRo, una 'influencer' con gafas de empollona y dicción de mosquita muerta que lanza vídeos explicando lo que le va a preparar a su novio. Pablo. Y oye, la mujer hace bien de comer, los vídeos están currados y el que suscribe le ha copiado ya alguna receta, si bien presenta cierta tendencia al salserío engordante, ya saben que Dios inventó la comida y el diablo las salsas. No es plan de probar todas esas recetas en plena temporada de playa.

Rocío Bueno, que así se llama, de 22 años, traductora y que vive con sus padres en Madrid, tiene más de 2'7 millones de seguidores en TikTok, también en Instagram, una audiencia por la que mataría cualquier medio de comunicación convencional, hoy en día que programas de televisión seguidísimos son vistos por un millón de personas. En sus grabaciones se vanagloria de saciar los deseos de su pareja y suele comenzar con el estribillo "Hoy Pablo me ha pedido" o "Hoy a Pablo le apetecía". No se limita a cocinar. También le ha editado, encuadernado, maquetado, un libro que el tal Pablo quería leer. No solo de albóndigas de pato vive el hombre. Esta actitud de mujer ingenua y servicial, bondadosa, sumisa, entregada, le ha generado un aluvión de críticas. Aluvión de críticas es la expresión eufemística para designar lo que en realidad es un puteo de no te menees. No, no te menees.

La han acusado de machista y de ser abanderada del movimiento 'tradwife' (en inglés: esposa tradicional), en boga en USA, que reivindica la familia, el hogar, el rol antiguo y tradicional de la mujer y que en su aspecto más radical se opone al feminismo. Mujeres que adoptan la estética femenina de los años cincuenta y asumen y reivindican su papel como jefa de familia complaciente con los deseos del hombre, del macho, del que sale a currar. Como en aquellos anuncios televisivos del franquismo en los que se instaba a la mujer a complacer a su hombre, no hablar de problemas, tenerle siempre una bebida preparada al llegar y cumplir con sus obligaciones conyugales cuando para ello era requerida. Rocío Bueno, RoRo, por su parte, dice que ella misma es un meme y que le encanta. “Soy feminista, pero no al estilo de las que por la calle me gritan esclava”, dijo en una entrevista con 'El Mundo'. Todo puede ser una pose, claro, ya fue influencer de otras materias. Y suponemos que tanto cocinar también le estará generando manteca, ingrediente imprescindible y apetecido en el negocio de las redes en cuanto se pasa de un número aceptable de seguidores, odiadores o espectadores. “Pablo siempre come a su hora”, proclama RoRo, a la que le queda tiempo para despachar con la agencia que la representa, Okiko, y que le ha conseguido ya cuatro grandes anuncios, uno de ellos con Argal. Más que una mujer tradicional es una tradicional forma de conseguir pasta en estos tiempos. Que no sabemos si cocina al dente o a plazo fijo. Emplazando hábilmente productos en sus vídeos también. A ver qué le apetece hoy comer a Pablo.

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