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José María de Loma
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Nacho Cano, empresario y mártir

El productor musical Nacho Cano

El productor musical Nacho Cano / Ricardo Rubio - Europa Press

Todos éramos de Ana Torroja, pero España se dividía entre los de Nacho y los de José María. Los hermanos Cano. Pusieron a bailar a toda la juventud, luces de colores, lo pasaré bien. Pero después cada uno siguió su propia evolución. Nacho Cano, de mostrarse musculoso y sudoriento tocando varios teclados a la vez en los conciertos, pasó a ser compositor, empresario, diletante, viajero y místico. Qué habrá sido de la cinta que llevaba en el pelo. Ahora está en libertad con cargos tras su detención por contratar presuntamente a inmigrantes en situación irregular para su musical 'Malinche'. Cobraban una porquería y vivían hacinados. Trabajaban demasiadas horas al día, seis días a la semana. Algunos estaban contentos, la incapacidad para la rebelión es mucha, y hasta lo creen víctima. Pero la notoriedad del caso ha venido por las proclamas de Nacho Cano, que ha arremetido contra Pedro Sánchez, el Gobierno, los jueces, la Policía y ya puestos no sabe uno por qué no también contra el heavy metal, sector que siempre lo ha visto como un músico debilito de estrofas fáciles para niñatos volubles. Con tendencia al ripio. Nacho Cano se proclama amigo de Isabel Díaz Ayuso y opina que todo esto es una persecución. Una cacería, una conspiración contra él. Hombre, al fin alguien descubre la verdad: el Consejo de Ministros se reúne cada semana con un solo punto en el orden del día: joder a Nacho Cano. Ya barrunto yo a Marlaska ideando maldades contra Cano, a Escrivá planeando inspecciones de la Seguridad Social, a Yolanda Díaz trapaceando sobre cómo buscarle las cosquillas. A Margarita Robles desaforada gritando que hay que mandarle ya los tanques, los portaviones y hasta un F-16 si se pone farruquito.

Cano bien podría gritar: ser paranoico no significa que no te persigan, si bien está por ver por qué cree que lo consideran un enemigo del Estado. Opinar así es tener un alto concepto de sí mismo, pero eso no es lo peor, lo peor es imaginar qué se habrá pensado este hombre que es un Estado, cómo funciona y a qué se dedica. Tal vez haya un acontecimiento en su vida que lo haga creerse el elegido. Alguien muy especial. Espiable, perseguible. Abatible.

El otro día decía el periodista Juan Sanguino en el muy recomendable pódcast 'Delirios de España', que a Nacho Cano la parte más joven de la población española lo conoce por aquel "más alto, que nos oiga Miguel Ángel", que profirió en el concierto homenaje en Las Ventas a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua asesinado por ETA. La otra mitad, por su pertenencia a Mecano. Aquel grito, lleno de paroxismo, delirio, euforia, emisor de perplejidad a raudales, fue secundado con una importante mezcla de sentimientos por el público, miles y miles de personas, y la primera fila, donde estaban ministros como Gallardón o Álvarez Cascos, familiares de Miguel Ángel, una infanta, dirigentes de varios partidos, etc. Gente que no sabía si bailar o llorar mientras Cano seguía tocando, cantando e invocando al infortunado Miguel Ángel mirando al cielo. Casi 19 millones de televidentes vieron el concierto por TVE. Ahora ese hito ha caducado. Y llega uno nuevo a la vida de este madrileño de 61 años que formó parte de Mecano entre 1981 y 1998: su detención. "Mi opinión es que hay que desviar la atención de la investigación de la mujer de Pedro Sánchez y como yo soy amigo de Ayuso y no soy comunista, porque no soy idiota", dijo Nacho Cano, no sabemos si gritando hacia arriba diciéndose a sí mismo, más alto, que lo oiga la presidenta. Lo único que se puede compartir de esa opinión, sin embargo no unánime, es lo de que no es idiota. Sabe bien lo que hace: aprovecharse de unos jóvenes que quieren a toda costa aprender, lograr un trabajo en el mundo del espectáculo y volver a su país, México, con un trabajo, con un montaje que les permita ganarse la vida con su talento. Algunos de esos jóvenes han tenido la desfachatez de acusar a la Policía española y quejándose de su indefensión por estar en un país extranjero. Habría que ver cómo actúa la policía mexicana. O mejor dicho, no habría que verlo, ni comprobarlo nunca.

La denuncia y detención de Nacho Cano ha sido por supuestamente favorecer la inmigración irregular y cometer un presunto delito contra los derechos de los trabajadores, tras la denuncia del 11 de enero de una de las bailarinas traídas de México en diciembre de 2023. Tras sus declaraciones, Ayuso entró al trapo, no hay trapo al que no entre y lo defendió. Pero tal vez Nacho Cano haría bien en defenderse de sí mismo, de sus manías persecutorias. Y dedicarse a la música. Nos cuesta tanto olvidarle...

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