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Barcelona
Imma Sust

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Periodista

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'Tourists go home'

Dice la Constitución que todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna, pero no lo conseguiremos mientras se deje especular con el tocho como si fueran acciones de Google

Dos turistas entran a un piso turístico.

Dos turistas entran a un piso turístico. / Manu Mitru

El barrio de Gràcia de Barcelona está lleno de pintadas en edificios concretos donde se puede leer “Tourists go home”. Pero ¿hacen algo tan malo los turistas que no hagamos nosotros cuando viajamos? Si una noche de hotel en Barcelona no costara un ojo de la cara igual algunos no recurrirían al piso turístico. Antes de que me salten a la yugular, les diré que no estoy a favor de los pisos ilegales para turistas. Esto lo digo porque acostumbramos a criticar y maldecir a todo piso donde vemos a un guiri instalado aunque este no haga ruido ni moleste a nadie. Porque créanme, hay edificios donde la cosa se hace bien y de forma legal. Conozco el caso de uno en Gràcia que no solamente acoge y con permiso a turistas de calidad, sino que también alquila a precios muy dignos a personas del barrio con pocos recursos. Y eso lo puede hacer gracias a los turistas que pagan más. Y no pagan solamente al propietario. Un 50% de los beneficios se destina a impuestos beneficiándonos a todos. Lo que es una excepción, tendría que ser la norma.

Un edificio entero no debería poder dedicarse solo al alquiler turístico. Imagino un mundo donde se prohíbe alquilar un edificio entero a turistas y donde el precio de alquiler no vacacional no pueda ser superior a la mitad del salario mínimo interprofesional. Un mundo donde no existen edificios residenciales llenos de abogados, médicos, naturópatas o psicoanalistas que usan esa residencia para su actividad económica de forma ilegal y muchas veces ni siquiera viven en ella. Hablamos de 26.000 despachos frente a los 10.000 pisos turísticos. Pero es más populista meterse con los turistas. Dice la Constitución que todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna, pero mientras se deje especular con el tocho como si fueran acciones de Google, no lo conseguiremos.

Tengo cincuenta años de vida, y cada día que pasa desde que nací los pisos son más caros y los sueldos más bajos. Y así seguimos. Y mientras tanto van llegando personas huidas de las guerras o los cambios climáticos. Pobreza y más pobreza. Pobreza que tiene también el derecho a vivir. Porque aunque algunos no lo crean, los pueblos y las ciudades no son nuestros. El mundo es de todos y todo el mundo tendría que tener el derecho a vivir dignamente en él.

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