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ASUNTOS PROPIOS
Núria Navarro

Núria Navarro

Periodista

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Toni Tàpies, escritor: "Quiero ser recordado como poeta, no como hijo de Antoni Tàpies"

El primogénito del artista le prometió seguir defendiendo su obra, pero esquiva el protagonismo y reclama un espacio creativo propio

El Museu Tàpies invita a recorrer y "habitar" la obra del artista barcelonés en una gran retrospectiva

Repensar el presente y el futuro de la mano de Tàpies: la fundación del artista estrena etapa

l hijo de Antoni Tàpies.

l hijo de Antoni Tàpies. / JORDI OTIX

Antoni Tàpies falleció en 2012. El menor de sus tres hijos, Miquel, el promotor más activo de su fundación, un año después. De manera abrupta, recayó en el primogénito, Toni, la responsabilidad familiar del legado, resumido fabulosamente en la antológica 'La práctica de l’art', que celebra el centenario del pintor en el Museu Tàpies. Pero él es poeta –'La llum deshabitada' (Pagès Editors) reúne sus ocho títulos–, y reivindica su lugar.

La muerte de su hermano le colocó en un lugar inesperado.

Me tocó asumir su papel. Tengo una cierta timidez, que he ido superando con los años. No me gusta el protagonismo. He visto lo que representa ser famoso en casa de mi padre. Mi hermano lo vivió peor que yo, creo. Quiero que la obra de mi padre siga teniendo presencia, pero una cosa es mi padre y otra soy yo.

"No me gusta el protagonismo. He visto lo que representa ser famoso en casa de mi padre"

¿Es muy distinto?

He hecho cosas que a él no le gustaban. Soy piloto de avión, y mi padre le tenía un miedo horroroso. Me he dedicado a la náutica, y él no soportaba los barcos. Sus casas estaban abarrotadas de objetos, y yo soy más minimalista. Durante años tuve una galería y luché por la creatividad de los otros. Llegó un punto en que pensé que no escribiría más. Hasta que lo retomé durante la pandemia. Ahora quiero defender mi creatividad.

¿Estar bajo el resplandor de un artista mayúsculo pesa como una losa?

Un poquito. Muchos piensan: "A Toni Tàpies se le deben abrir todas las puertas". Y es radicalmente todo lo contrario. Cuando era jovencito, me armé de valor y me planté en Edicions 62 con un amigo. Pregunté qué podía hacer él para publicar un libro. Presentarse a un premio, recomendaron.

"Hay quien piensa: 'A Toni Tàpies se le deben abrir todas las puertas'. Y es radicalmente todo lo contrario"

En realidad, el interesado era usted.

Me presenté con seudónimo. Al cabo de unos días, Ramon Balasch, de Llibres del Mall, me preguntó: "Oye, ¿te has presentado con seudónimo?". "Sí", confesé. "Pues te felicito, has ganado el premio". Al cabo de poco, me volvieron a llamar para decirme que lo sentían, pero que, al saber que era hijo de Tàpies, se lo daban a otro. Nunca más me presenté a un premio. 

Ahora es marqués de Tàpies.

Eso también me ha tocado... Ya ve, nunca me he emancipado completamente. A la casa de Campins, por ejemplo, voy muy poco, porque representa esa losa de la que hablábamos.

¿En qué sentido?

Es mi infancia. Íbamos todos los veranos. A mi padre le gustaba ir para trabajar porque estaba aislada. Nunca pensó: "Vamos 15 días a Mallorca, que los niños disfrutarán más". Estaba muy concentrado en su creación. En el Montseny lo pasamos bien, pero es una casa con demasiadas presencias. 

"Voy muy poco a Campins. Es una casa con demasiadas presencias"

¿Era un padre severo?

Con las notas. Estudié en la Escuela Suiza, muy rígida, y no se conformaba con el notable. No llegaba a sus expectativas. No sé si es por eso que soy muy autocrítico, demasiado, y a veces he perdido oportunidades.

¿Cómo se reclama?

Me gustaría ser recordado como poeta, no como el hijo de Antoni Tàpies. La poesía es una manera de vaciarte y, a partir del vacío interior, recrearte. Es una forma de reconocer el mundo. Ungaretti decía que la buena poesía siempre debe tener un secreto. Y estoy absolutamente de acuerdo. Para mí la poesía es como un gran árbol cuyas raíces se hunden en la oscuridad de la tierra y nos ligan a los que nos precedieron. 

¿Qué hay de Tàpies en Tàpies?

La actitud de investigación constante y el rigor. A mí me influyeron, primero, Joan Brossa, que venía a cenar todos los jueves, y la generación del 27.

"El primer día de trabajo en el Hospital del Mar pensé: 'La has cagado, no es para ti'"

Es curioso que estudiara Medicina.

Siempre me interesó la ciencia, pero el primer día que empecé a trabajar en el Hospital del Mar, pensé: "No es para ti". Demasiado sufrimiento y muerte. Sentí que tenía mucha presión. Lo dejé ocho años después, pero creó un poso que influye en mi obra.

¿Hay alguna huella suya en la obra del padre?

Alguna hay. Un día me desapareció una bota y apareció en un cuadro [Dukkha, 1995]. También una diana que dibujé cuando me dejaron una escopeta de balines. 

"Un día me desapareció una bota y apareció en un cuadro"

Sisas aparte, ¿le dejó manchar telas?

No le gustaba que le observaran mientras creaba. Pero el primer recuerdo que tengo de él –tendría yo 5 o 6 años– es del pequeño piso de la calle de Sant Elíes: tenía curiosidad por ver cómo trabajaba, se ve que mi presencia no le representaba una gran molestia y me daba pigmentos y cartones. 

"Duus un signe al crani que m'orienta" ["llevas un signo en el cráneo que me orienta"], le dedica en una poesía.

El cráneo está muy presente en su obra. Y es un reconocimiento de la importancia que tuvo para mí como figura paterna y como intelectual.

¿Tiene algún cuadro suyo en casa?

Un par. El que me hace mucha gracia es un retrato al óleo de mi bisabuelo, Francesc Puig Alfonso, que fue alcalde de Barcelona, bastante conservador, de la Lliga. Lo cogió y le enganchó un calcetín blanco.

"Habría sufrido con las guerras en Ucrania y Palestina, el resurgimiento de la ultraderecha y los bulos"

Un gesto político muy suyo.

Hoy habría sufrido con las guerras en Ucrania y Palestina, el resurgimiento de la ultraderecha, los bulos, la posible victoria de Trump.

En los últimos años, se dolía de no haber logrado captar el universo en un trazo.

Una aspiración de todo creador. Pero también era un hombre que tenía una cierta insatisfacción, una cierta inseguridad. Una vez me dijo: "Cuando ya no esté, ¿continuarás mi lucha?". Yo no veo la vida como una lucha, pero le prometí seguir defendiendo su obra.

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