Opinión | Geopolítica

Jorge Dezcallar

Jorge Dezcallar

Embajador de España.

La OTAN: presente y futuro

La OTAN concluye su cumbre de Washington con advertencias a China y apoyo a Ucrania

La OTAN concluye su cumbre de Washington con advertencias a China y apoyo a Ucrania

Esta semana se ha celebrado el 75 aniversario de la OTAN con una cumbre en Washington en un momento caracterizado tanto por su buena salud como por las incertidumbres que se ciernen sobre su futuro inmediato.

Hace muy poco que Emmanuel Macron decía que la OTAN estaba “en muerte cerebral” y no le faltaba razón ante una organización que dudaba de su misma existencia y no tenía muy claros cuáles eran sus objetivos, una vez desaparecida la Unión Soviética que había justificado su nacimiento. Cuando en 2014 Rusia se anexionó Crimea y desestabilizó el Donbás como un primer paso hacia su posterior incorporación a la “madre patria”, la OTAN no movió un dedo y Putin se llevó el gato al agua al módico precio de un solo punto de PIB, que fue el impacto que sobre su economía tuvieron las tímidas sanciones que entonces se le impusieron. Quizás esa tibia reacción occidental le animó a equivocarse invadiendo el país en 2022, y ahí se topó con la nueva OTAN que se podría decir resucitada de entre los muertos por obra y gracia de Vladímir Putin.

Porque ha sido gracias al miedo que Putin metió a fineses y suecos que la OTAN tiene ahora 32 miembros y que haya cola de países que desean ingresar. Hace cuatro años solo nueve de sus países gastaban en defensa el 2% de su PIB y ahora ya son veintitrés los que lo hacen, con España en un vergonzoso furgón de cola del gasto (1,28%) aunque Pedro Sánchez diga que eso se arreglará en 2029. Veremos. Lo que pasa es que hoy, ante la amenaza rusa, ese 2% se considera un suelo mínimo y ya se habla del 4% como pide Trump, que es un porcentaje que algunos como Polonia ya alcanzan, otra vez por el miedo a Rusia. El expansionismo de Putin le ha llevado a hacer un pan con unas tortas, pues ha revitalizado la relación trasatlántica, ha incrementado en 1.300 kilómetros su frontera directa con la OTAN, ha aumentado exponencialmente las fuerzas militares occidentales desplegadas en su vecindad inmediata, nos ha hecho subir a todos el gasto en Defensa (Alemania lo ha doblado), el servicio militar obligatorio regresa en muchos países, y ha devuelto a la OTAN al mundo de los vivos.

En la cumbre de Washington el tema central ha sido Ucrania que desearía ser admitida como miembro de la OTAN, y eso no es hoy posible porque la aplicación del artículo 5 de defensa automática nos llevaría a todos a la guerra con Rusia, que es algo que no queremos. En su lugar se le ha ofrecido “un puente” con medidas concretas en los planos diplomático y de seguridad hacia una “irreversible” adhesión futura, “cuando los aliados estén de acuerdo y se cumplan las condiciones”. Se pretende así atar hasta donde sea posible las manos de Trump si gana las elecciones. Porque ese es el tema: esta OTAN rozagante, que estrena nuevo secretario general, se encuentra pendiente de lo que ocurra entonces, pues Trump no oculta su desapego hacia una Organización en la que los americanos pagan el 64% del coste, y sobre la que ya en 2018 le dijo a Bolton “¿Qué te parece si hacemos historia y nos retiramos de la OTAN?”, y que en 2020 le dijo a Ursula von der Leyen: “Si Rusia os ataca, no vendremos en vuestra ayuda”. Su web de campaña dice que hay que “revisar el propósito y la misión de la OTAN”. Así de claro. Por eso la National Defense Authorization Act de 2024, poniéndose la venda antes que la herida exige 2/3 del Senado para abandonar la Organización, un porcentaje que Trump no podría nunca conseguir aunque sí soslayar por la vía indirecta de dejarla sin financiación y sin tropas. Dejarla “durmiente”. Ese es el riesgo.

Y sin OTAN y su paraguas nuclear Europa se queda indefensa y probablemente tendría que buscar algún tipo de acomodo con Moscú, incluso a costa de Ucrania. Aun así, gane Trump o gane Biden, lo más probable es que el próximo año, sin decirlo y entre estruendosas declaraciones públicas de solidaridad, aumente discretamente la presión sobre Zelenski para que comience a buscar el final del conflicto. En todo caso, el futuro de la Organización no se decidirá estos días sino cuando conozcamos el nombre del ganador el 5 de noviembre. Se admiten apuestas.

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