Opinión | Racismo y turismo

Agnès Marquès

Agnès Marquès

Periodista

Miedos no tan diferentes

El auténtico problema del racismo es la aporofobia, el miedo u odio a la pobreza, aunque últimamente estamos viendo episodios de intolerancia y odio a lo ajeno representado por gente adinerada

140 entidades salen a las calles de Barcelona para protestar contra el "turismo masivo".

140 entidades salen a las calles de Barcelona para protestar contra el "turismo masivo". / ELISENDA PONS

Domingo deportivamente hablando de tele y poca cosa más. Los fabricantes de identidades pueden estar contentos: el deporte español triunfa. Carlitos Alcaraz en Wimbledon y, más tarde, la selección española de fútbol se juegan este domingo la alegría de millones de personas. El tándem que hacen Lamine Yamal y Nico Williams es magnético, buenísimos y simpatiquisimos, y tambien racializadísimos confirmando que la transformación de la sociedad llega ya a la mayoría de edad aunque a algunos de los de toda la vida aún les pille un poco inmaduros.

Aunque con Yamal y con Williams nadie tiene ningún problema: ¿qué puedes darme tú a cambio de reconocerte como igual? No es el caso de ninguno de los dos excelentes jugadores de la selección, pero la alta capacidad deportiva y la proyección de los títulos que puede hacer ganar alguien en nombre, en este caso, de España ha sido siempre una vía rápida de entrada: la nacionalización exprés existe para aquellos que puedan hacer ganar copas y medallas. Algo que siempre me ha parecido vergonzoso. Solo te acepto por el interés de hacerme quedar bien en competición con otros países.

El auténtico problema del racismo es la aporofobia, el miedo u odio a la pobreza, ya que no se discrimina a todos los extranjeros por igual, sino en tanto que son pobres o amenazan con pobreza. Aunque últimamente también estamos viendo episodios de intolerancia y odio a lo ajeno representado por gente adinerada. En Barcelona hace pocos días se gritó a la cara de turistas que se fueran a su casa, se llegó a disparar con pistolas de agua a gente se tomaba algo tranquilamente en una terraza de la ciudad.

Disparar lo que sea, aunque sea agua, no es una buena idea. Incluso las pistolas de agua para niños ya no son ni pistolas, son esos tubos de espuma, porque la idea de una pistola es siempre una mala idea a pesar de que lo genera el turismo esté ciertamente transformando las ciudades y expulsando a muchos de sus vecinos

Leo que la aporofobia tiene como antónimo la plutofobia, el miedo u odio a la riqueza o a la amenaza de una riqueza que nos desplace, en este caso, hacia la pobreza. Así que la sociedad está polarizada por el miedo hacia la propia pobreza y les cargamos el muerto tanto a los que vienen intentando una vida mejor como a los que pueden disfrutar de esa vida mejor que la nuestra. 

Y como el miedo es irracional poco se puede hacer salvo encontrar de una vez por todas buenos gestores tanto para lo uno como para lo otro.

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