Auge de la extrema derecha
Rafael Vilasanjuan
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Crepúsculo en Francia

Que un nuevo gobierno, y en este caso el de Francia, caiga en manos de un partido radical, xenófobo y ultranacionalista es incluso peor para la UE que el puñado de diputados ultra que se sentarán en Bruselas

Primeros resultados de las elecciones legislativas en Francia.

Primeros resultados de las elecciones legislativas en Francia. / Mohammed Badra

La primera vuelta de las legislativas en Francia ha venido confirmar que el paisaje político está en plena recomposición. Ya no se valora un horizonte en calma. Los resultados apuntan a una muy difícil convivencia entre el presidente Macron y el delfín de la extrema derecha, Jordán Bardella, si logra suficientes escaños en la segunda vuelta.

La convocatoria de elecciones ha desvanecido el mito del centro. Tradicionalmente en Francia, el centro liberal se unía a la derecha y el centro progresista a la izquierda. Este equilibrio permitía mantener a los extremos dentro de un marco político de mayorías estables. Después de Mitterrand y Chirac, ningún líder de la izquierda o la derecha ha sido capazde imponer su propuesta a los extremos para mantener las reglas del juego. La polarización trajo el ascenso del clan Le Pen.

Macron convocaba estas elecciones pensando que podría recuperar votos a ambos lados del centro. Pero la radicalización de la sociedad a través de redes, discursos de odio y falsas promesas de encontrar soluciones a los problemas globales a través de recuperar el orgullo y la soberanía en el interior de las fronteras han hecho el resto. Lo hemos visto en las elecciones europeas y lo que acaba de ocurrir en Francia solo es una réplica a escala. Pero la izquierda del Nuevo Frente Popular ha aguantado bien el embate.

Queda una segunda vuelta a todo o nada, donde los candidatos que han ganado en cada circunscripción se enfrentarán al segundo si todas las fuerzas son capaces de evitar que haya un tercer candidato. Lo más probable es que salga un parlamento muy fragmentado que hará muy difícil los tres años de presidencia que le quedan a Macron. Pero que un nuevo gobierno, y en este caso el de Francia, caiga en manos de un partido radical, xenófobo y ultranacionalista es incluso peor para la UE que el puñado de diputados ultra que se sentarán en Bruselas. Ojalá en la segunda vuelta se opte por un mal menor y se promueva un frente republicano contra el ascenso ultra. O eso o el crepúsculo francés será también en parte nuestro.

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