Opinión | Agresiones

Agnès Marquès

Agnès Marquès

Periodista

Los intocables

Sanitarios y docentes deben tener la máxima consideración. El Código Penal recoge algunas agresiones contra ellos como un atentado contra la autoridad, pero no basta

Hospital de Terrassa CST

Hospital de Terrassa CST / CST

Descubro con asombro que ya existe un Día Europeo contra las agresiones al personal médico. Es verdad que existen días mundiales, internacionales y europeos de lo más pintorescos, pero que exista uno contra las agresiones al personal médico, mal. Se celebra cada 12 de marzo.

En la próxima conmemoración habrá que incluir en la lista de agredidos las víctimas de las dos entradas multitudinarias y violentas que ha habido esta semana en hospitales de Girona y Terrassa. Deberíamos decir dos asaltos, ¡uno de ellos a una sala de partos! Heridos y material destrozado. No se sabe nada de la parturienta, pero he parido y no puedo ni imaginar que en aquella situación de extrema vulnerabilidad hubiera entrado un grupo a porrazos, ¡qué horror!

En ambos asaltos, tanto las imágenes como lo que relatan víctimas y testigos apuntan a una muchedumbre de emociones descontroladas con nulo respeto por lo público y lo necesariamente compartido con los otros ciudadanos, porque lo privado, lo local, lo particular es lo que pasa por delante de todo. Lo de los derechos y deberes, sólo derechos. Y la policía destinada a proteger lo que debería ser un santuario, un sitio de paz, de espacio y respeto a los enfermos y a los que curan.

Sanitarios y también docentes deben tener la máxima consideración de protección. Servidores públicos. Lo son y el Código Penal recoge algunas agresiones contra ellos como un atentado contra la autoridad. Pero no basta cuando, aunque por suerte sea excepcionalmente, necesitas desplegar a la policia para proteger esa autoridad. Precisamente porque este concepto está profundamente en crisis es más necesario establecer nuevos límites y reconocimiento. Que alguien tenga suficiente saber como para salvarte la vida ya no basta, les exigimos magia y que acierten siempre, a nuestra manera y a nuestro tiempo, da igual su estrés y los recursos con los que cuentan, y también exigimos que nuestros hijos lo aprueben todo y sean gente de bien sin que sea necesario que invirtamos en ello nuestro tiempo. En este aquí y ahora permanente ellos deben ser intocables.

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