Alejandro Giménez Imirizaldu

Alejandro Giménez Imirizaldu

Arquitecto por la ETSAB, profesor de urbanismo de la Universitat Politècnica e investigador del Laboratori d’Urbanisme de Barcelona.

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Orgullo y prejuicio

Celebración del Pride Barcelona 2023, el 15 de julio

Celebración del Pride Barcelona 2023, el 15 de julio / ZOWY VOETEN

Jane Austen escribió en 1796 una deliciosa comedia romántica que arranca así: “Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero necesita esposa.” O esposo. Novio, amante, amigo, gato o cactus, algo necesita un hombre. Y una mujer, que no vivimos en el siglo XVIII ni en la campiña inglesa y masturbarse está bien pero follando conoces gente.

Este año el Pride dura un mes. Estupendo, porque antes lo metían todo el 28 y era un sinvivir. Tenías que elegir entre la mani reivindicativa o el festival hedonista. Muchos íbamos y veníamos como vacas sin cencerro. La división, a finales de los ochenta, entre el Front d’Alliberament Gai y la Coordinadora Gai-Lesbiana partió al colectivo en dos. Combativos contra pragmáticos. Militantes negacionistas del SIDA contra voluntarios que atendían al teléfono rosa explicando la cosa: chupar, adelante. Penetrar, siempre con preservativo. Unos buscaban culpables y los otros soluciones. Menos mal de las terapias pre-exposición que han conseguido poner freno al horror. Quién iba a decirnos, entre funeral y funeral, que acabaríamos en boda. 

Mediados los 90 las juristas de la Coordi redactaban el borrador de la primera ley de parejas de hecho del Estado, un instrumento catalán, hetero y 'progre' que servía a los gais para acompañar al novio del hospital al cementerio y que la familia del pueblo no los echara del piso. Adoptar niños, ni se os ocurra. Esa primera ley, firmada por Jordi Pujol, llegó a las puertas del Congreso, con mayoría absoluta del PP. Lo vieron claro, esto es un coladero maricones, y la echaron atrás. Diez años más tarde un Congreso de los Diputados menos antipático aprobaba el matrimonio en plena igualdad de derechos. Nunca habríamos imaginado en 1995 que en 2005 nos casaríamos. Le debemos a don José María Aznar el matrimonio igualitario porque, si no se hubiera enrocado entonces, tendríamos ahora una norma rancia, a la italiana, como las que han arrastrado inglesas y francesas hasta hace poco. ¡Gracias, Pepi!

El de Madrid lo peta pero tampoco hay que dormirse en los carteles. Los derechos son agua en cesto y el auge de la ultraderecha confirma la abundancia de obreros clasistas, negros racistas, mujeres machistas y maricas homófobos. Si alguien se sorprende es porque no se acuerda del austericidio educativo de hace quince años. El mapa de la ILGA registra seis países en el mundo donde te matan y 60 donde te meten preso. Por eso tenemos motivos para estar orgullosos hoy, aquí. Unos consejitos de la abuela fiestera contra el muermo y el prejuicio: 

Ve. ―Ay, es que todos mis amigos son hetericones―. Todos, lo dudo. Lo que pasa es que no te lo cuentan. Con suerte te los encuentras.

Vístete. ―Ay, qué vergüenza el disfraz―. Anímate, chica, que la fiesta lo merece. El pride es la ocasión ideal para desempolvar esos tacones suicidas, embutirte en los colores del arco iris, reciclar la peluca de tía Angustias, en gloria esté, y bajarte al chino a por medias de fantasía.

Baila. ―Ay, tanto 'chumba chumba'―. Es imposible que de las tropecientas carrozas no salga una canción que te agite la cadera y te sacuda el esternón. Empieza despacito. Mueve una pierna, mueve un pie, mueve la tibia y el peroné.

Bebe. ―Ay, es que no he salido del armario―. Por eso. Bebe. Inmoderadamente. No hay prejuicio que resista una buena curda, el metro abre hasta tarde y al otro es fiesta. Si quieres no pensar, si quieres no sufrir, estás llamando locamente a tus amigas y a ponerse como Las Grecas. 

Liga. ―Ay, es que estoy muy oxidada―. Pues lubrícate. Es momento de desplegar la mejor versión de ti misma y vivir una segunda adolescencia. Sabes que después del desfile vas a hacer la gansa. Vas a ir, vestirte como una mamarracha, bailar hasta la música del telediario, beber como los peces en el río, tormarte todo lo que te den y enamorarte al tercer empujón. Quién se acuerda del condón. No esperes al bajón del lunes, mujer, que el llanto y crujir de dientes al bicho le suena a aplauso. Vete a por la Prep, pero ya.