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Emma Riverola

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Escritora

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Rasgar las telas de araña

Tierra, cuerpo, sufrimiento, huida y sororidad se entretejen en una historia agreste y pulposa

Fotograma de 'O Corno', segunda película de la gallega Jaoine Combarda

Fotograma de 'O Corno', segunda película de la gallega Jaoine Combarda / 'O Corno'

Una mano de mujer crispada agarrada a otra. El dolor atravesando su cuerpo. Gritos atragantados hasta que la garganta, ya incapaz de retenerlos, se abre y los expulsa. También el vientre henchido se vacía. Llora la mujer, la madre. Llora el recién nacido. La vida nace atravesada por el dolor. También los derechos de las mujeres han sido luchados con muerte y sufrimiento. Las telas de arañas para atraparlas tienen nuevos tejedores. 

El cornuezulo (corno en gallego) es un hongo que crece entre el centeno. De gran toxicidad, se utilizaba tradicionalmente para practicar abortos. Abortos clandestinos, claro. Su uso es muy peligroso. ‘O corno’, de Jaione Camborda, fue la película premiada con la Concha de oro del último festival de San Sebastián. Tierra, cuerpo, sufrimiento, huida y sororidad se entretejen en una historia agreste y pulposa. Ambientada en la Galicia rural del tardofranquismo, una marisquera ayuda a las mujeres del pueblo a parir. Es la mano que las sostiene cuando su cuerpo se abre, mientras los maridos solo se asoman a recoger sus frutos. También es la que les ayuda a abortar, la que debe huir cuando algo sale mal, la que recibe otras manos que la cuidan. 

La memoria aún permanece fresca. No hace tanto. En las sepulturas quedaron los cuerpos de las que no sobrevivieron. En la fosa de la memoria, el dolor callado de las que lo lograron. Todo va por barrios, claro. Para algunas, escapadas a Londres. Para otras, garitos clandestinos y los dedos cruzados para que nada saliera mal. También estaban las obligadas a parir, claro. Y las ambiciones perdidas entre pañales. A veces, los padres sabían. Y se erigían en cómplices o en tiranos. 

El Constitucional ha avalado la reforma que recupera el derecho de las jóvenes de 16 y 17 años a abortar sin permiso paterno. El recurso de Vox ha sido rechazado. Pero la urdidora de telas de araña no se detiene. Vox persigue la derogación de la ley del aborto. Hablan de defensa de la vida, aunque solo pretenden tejer el control y la sumisión de nuestros cuerpos. 

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