Opinión |
Aliança Catalana
Pau Bossacoma

Pau Bossacoma

Profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC.

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Catalanismo identitario en el crepúsculo del 'procés'

A falta de perspectivas realistas de conseguir un Estado independiente, resulta hasta cierto punto comprensible que el nacionalismo minoritario se encierre o recluya

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La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en su debut en el Parlament.

La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en su debut en el Parlament. / Zowy Voeten

Ripoll, la llamada cuna de Catalunya, ahora es cuna de un catalanismo identitario, temeroso de lo foráneo. Los atentados de 2017, protagonizados por inmigrantes musulmanes residentes en Ripoll, explican parte de la emergencia de Aliança Catalana, un partido que se conjura para "salvar a Catalunya" defendiendo la independencia, las costumbres del país, las políticas inmigratorias a favor de los catalanes y la mano dura contra el radicalismo islámico.

Las elecciones catalanas de 12 de mayo indican que los partidos y las preferencias políticas identitarias ganan peso. Se consolida Vox y entra una vox catalanista en el Parlament de Catalunya. Catalunya y el catalanismo experimentan, pues, fenómenos similares a los de los entornos políticos de referencia. En Occidente, el fundamentalismo o fanatismo islámico preocupa. Controlar la inmigración en favor de la seguridad está de moda.

El surgimiento de Aliança Catalana también es fruto de la frustración de un sector del movimiento independentista. El sentimiento popular de derrota frente a España y de engaño por parte de los partidos y líderes tradicionalmente independentistas puede explicar parte del cierre o repliegue nacional. Es decir, mientras el independentismo no consiga levantar fronteras estatales, el nuevo independentismo identitario pretende levantar fronteras étnicas.

De hecho, los líderes del 'procés' pregonaron un nacionalismo liberal, un republicanismo plurinacional o cosmopolita y un soberanismo de raíz democrática y popular. A grandes rasgos, el 'procés' civilizó al nacionalismo catalán, mitigando los elementos étnicos. Esto respondía a razones filosóficas y estratégicas. Veámoslo.

Un fundamento filosófico podría ser el siguiente: a fin de prevenir injusticias futuras, conviene ser restrictivo ante demandas independentistas vinculadas a nacionalismos eminentemente étnicos o identitarios. Estos nacionalismos suelen ser menos tolerantes, abiertos e inclusivos que el nacionalismo liberal, el cual procura, en contraposición:

Usar la persuasión en vez de la coerción para promover una lengua, cultura e identidad nacional común o compartida.

Respetar otras características, sentimientos y clamores nacionales, incluidos aquellos que cuestionan la identidad común o compartida.

• Concebir la comunidad nacional de manera amplia, para hacerla más inclusiva de la diversidad.

• Entender la nación como proceso histórico en continua evolución y no de manera esencialista y estática.

• Evitar las conexiones con una genética, genealogía, religión o filosofía particular.

• Vertebrar la nación más a partir de estructuras o instituciones nacionales que desde un carácter nacional.

• Invitar a personas y comunidades recién llegadas a integrarse en estas estructuras y redefinir conjuntamente dicho carácter nacional.

En cuanto a las razones estratégicas, se quería convencer a España, Europa y el mundo de que la independencia de Catalunya no era un proyecto étnico, racista, tribal ni excluyente, más bien una demanda democrática para crear un nuevo Estado respetuoso con el pluralismo y la diversidad. Dentro de Catalunya, había que convencer a los no nacionalistas catalanes de que el 'procés' respetaría y reconocería sus características y sentimientos de identidad, incluida la lengua española.

Vincular al 'procés' y sus líderes con el supremacismo, la xenofobia, el narcisismo, el egoísmo económico y el victimismo histórico fue una potente arma unionista. Contra estas acusaciones, el 'procés' domesticó a la 'bestia' identitaria, evitando que el independentismo hiciera planteamientos etnicistas o esencialistas.

El declive del 'procés' puede comportar, pues, un retroceso de su proyecto de liberalización de un nacionalismo tradicionalmente y potencialmente étnico. No parece casualidad que el descenso del 'procés' en las urnas coincida con la llegada del independentismo identitario al Parlament de Catalunya. La fiera ya muestra los dientes.

Sin un aparato estatal propio, es difícil que una nación pequeña pueda integrar en su seno a una gran cantidad de inmigrantes. A falta de perspectivas realistas de conseguir un Estado independiente, resulta hasta cierto punto comprensible que el nacionalismo minoritario se encierre o recluya. A fin de contrarrestar esto, se podrían acordar unas condiciones razonables para el ejercicio de la autodeterminación y, mientras tanto, ceder a la nación minoritaria capacidad real de integración cultural, incluidas competencias en educación e inmigración.

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