La ofensiva de Junts
Joan Tardà

Joan Tardà

Exdiputado de ERC.

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Una opa a ERC

De acusar a los republicanos de traidores, Junts ha pasado a reclamar su voto para Puigdemont y luego, a resucitar la lista única de Junts pel Sí versión 2.0. Una cínica operación con el objetivo de reducir el independentismo de izquierdas a la minorización

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Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en una imagen de archivo

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en una imagen de archivo / Nicolas Carvalho

El asedio al republicanismo nunca se acaba. De hecho, tiende a agudizarse cuando logra una victoria. En esta ocasión, al día siguiente de la aprobación de la ley de amnistía. Reencuentros emocionales a pie de escaño entre independentistas que, sin embargo, no deberían hacer olvidar que desde la primera comparecencia de Rajoy en el Congreso 15 días después del 1-O, cuando el republicanismo levantó la bandera de la amnistía, hasta llegar al el jueves de hace 15 días, ERC había realizado un largo trayecto desde la soledad. En palabras de Rufián, una Esquerra tan convencida del acierto de la estrategia en pro de la consecución de los indultos primero, y de la amnistía después, como sola.

Y combatida por el fuego amigo. La hemeroteca, demoledora, da fe de que desde 2018 Junts había promovido reproches y acusaciones de 'botiflerisme' a dirigentes y afiliados a ERC para muscularse como partido naciente. Bien sabían sus propagandistas que intelectual y éticamente atribuir actuaciones de “traición” a los de Junqueras era estrafalario, pero las prisas por “construirse” les hizo actuar sin miramientos. Desde Waterloo se renunció a emprender la pesada tarea de convencer a catalanes no indepes y se tiró por la calle de en medio en la búsqueda de los que ya lo eran, lo que requería alimentar un relato acusatorio hacia la relación establecida entre ERC y PSOE como propia de independentistas rendidos. Una opa ideológica de propaganda falsaria basada en la indignidad que comportaba pasar por alto que la represión en las cárceles, en el exilio y en los juzgados y el dolor de las familias ni paraba de crecer ni distinguía carnets de partido.

Sin embargo, nada es casual. El discurso volvió a asomarse al día siguiente de la aprobación de la ley. A tres voces. Jordi Sánchez afirmó en la radio pública que una candidatura Junts-ERC no había sido posible en 2021 por culpa de Junqueras, Artur Mas firmó un artículo destacando las bondades de una candidatura de este tipo en caso de repetición electoral y Puigdemont ofreció 25 puestos en ERC en una hipotética lista conjunta.

Vale la pena comprobar cómo se fue desplegando la operación. De poner la pistola en el pecho a ERC a las 24 horas del recuento electoral porque, según el discurso 'juntaire', de los republicanos dependería que Puigdemont fuera restituido al dar por indefectible la renuncia de Illa, se pasó a un segundo estadio: el regreso a las urnas debía convertirse en una gran oportunidad para el independentismo. Una afirmación en la trayectoria del funambulismo político, suficientemente torpe como para permitir esconder el interés de hacer realidad el sueño de reducir el independentismo de izquierdas al rol de muleta. Porque es evidente que en unas nuevas elecciones se polarizarían las opciones de las dos siglas que obtuvieron mejores resultados, por lo que el republicanismo pagaría el precio en beneficio de Junts y del PSC.

¡No importa! Con una buena dosis de cinismo, el discurso “ERC, independentistas rendidos”, presente durante los años que precedieron a la aprobación de la amnistía, ha mutado hacia el “¡cómo podéis llevar a los españolistas a la Generalitat!”. En resumen, se trata de impedir que el republicanismo aproveche tácticamente la coyuntura para negociar una investidura que obligue al PSC a asumir una financiación singular, el refuerzo del modelo educativo, la priorización de la salvaguarda de la lengua catalana, etc. Y después pasar a la oposición. Coraje y resiliencia de un republicanismo que desde la confrontación con el PSC, pero también desde el diálogo constructivo con el socialismo catalán, busque liderar fuerzas independentistas y soberanistas de izquierda, acompañar movimientos sociales y sindicales y desinstitucionalizándose suficientemente como para recuperar el latido de la sociedad catalana de los ocho millones y caminar en la única estrategia viable para conquistar, entre unos y otros, la solución de un referéndum pactado.

De ahí que la opa hostil a Esquerra no cesará. Ahora, a modo de cantos de sirena menospreciadores de la consistencia ideológica republicana e izquierdista de su militancia y de su poder municipal, al creer que puede dejarse seducir por un viaje hacia la minorización, hacia el esencialismo estéril y hacia la renuncia a la imprescindibilidad de contar con el protagonismo de las clases populares para construir la independencia.

Una opa, al fin y al cabo, con propina. Lo que ni Jordi Sánchez, ni Artur Mas, ni Carles Puigdemont (ni el “independiente” Lluís Llach!) ya no esconden: próxima parada, Junts pel Sí 2.0.