APUNTE
Todo a medias en el Barça de Xavi
Albert Guasch
Periodista
Reiteró Xavi Hernández este domingo que su proyecto está aún en construcción, y a la vista del pobre andamiaje levantado en Madrid resulta fácil concluir que hacen falta más obras en el equipo azulgrana que en el propio Bernabéu, a punto de concluirse en todo su esplendor.
Es un Barça a medio hacer a todos los niveles. Un equipo a medio cohesionar, a medio armar en defensa, a medio cocer en el centro del campo, desquiciado en las bandas de ataque y descentrado en general. A medio construir mentalmente también. Donde debía haber personalidad, que es la que se necesita en el templo blanco, se vio fragilidad, hasta miedo. El efecto pernicioso de la debacle de Champions, se supone.
Igualmente, a medio hacer está Xavi. En el seno de los que toman decisiones en el FC Barcelona admiten que está a mitad del máster de entrenador. Nada que no veamos los demás. No es un entrenador construido. Suena bien la música de lo que explica. Es un comunicador nato. Y un buen motivador de la opinión pública. Pero el equipo se le va desmontando y es incapaz de lograr que juegue compacto desde hace bastantes partidos. Y si los equipos no están compactos, todos los jugadores parecen peores. Hasta Pedri pareció una caricatura de sí mismo.
Paciencia
No se pide desde esta columna que se adopten decisiones drásticas respecto a Xavi. Sería absurdo a estas alturas. Simplemente constatar que la paciencia, palabra escasamente agradable de escuchar después de gastarse 200 millones que no se tienen, debe ser el comportamiento rector de los que gobiernan la entidad. Si se cree de verdad en Xavi, claro. Si se cree, confiar en que acelerará su aprendizaje y que más pronto que tarde encontrará el cemento que solidifique la estructura de equipo. Quizá a base de "castañas", según dijo él gráficamente.
El Madrid aún queda lejos. Toca aceptarlo. El ‘edadismo’ inmisericorde que aplicamos en Barcelona a los treinteañeros se convierte en reverencia en la casa blanca. Solo hay parabienes para Modric, Kroos o Benzema, lo que no es de extrañar, tal y como se desempeñan cotidianamente. Gobernaron este domingo el partido con la calma de los que se saben mejores. Durante demasiados minutos se temió que infringiesen una goleada a la inmadura escuadra azulgrana.
Y cuando se invirtió la dinámica, en el tramo final, intervino el VAR de la forma confusa que acostumbra últimamente. Cuesta entender cómo funciona, sus protocolos, por qué unas veces sí y otras no se llama la atención del árbitro. Pero mejor profundizar en ello otro día. Este domingo el relato a la fuerza tiene que ser todo lo que queda por hacer en la deslavazada pizarra de Xavi. No es poco.
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