Un Barcelona de mantequilla cede el liderato ante el Madrid (3-1)

Un gol había encajado el Barça en ocho jornadas y recibió dos en media hora mal contada, así que se despidió pronto, muy pronto, demasiado pronto del clásico. Y del liderato, del que presumía precisamente por su seguridad defensiva, que le daba esa finísima ventaja sobre su rival. Pasó sin pena ni gloria el equipo azulgrana por un partido grande, por un partido de Champions, ante el campeón de la competición, en el duelo directo de la Liga.

Pinchó ante el Inter y pinchó ante el Madrid, y ahí, un escalón por debajo, está el Barça, muy tierno para atender compromisos de alto voltaje. Un Barça de mantequilla que rueda cuesta abajo ante el alborozo del Bernabéu, que expulsó sus demonios del 0-4 del año pasado ante un Barça peor. Los jugadores blancos dieron la vuelta de honor, tal que hubieran conquistado un título. Aún queda mucho trecho.

Se encontrarán rivales más difíciles que este Barça, que sobrevivió a una presumible tunda y redujo la diferencia a la mínima antes de ser rematado con un penalti. Escaso anda de fútbol el Barça para toser al Madrid; insuficiente si, además, debe asumir un arbitraje sibilino como el de Sánchez Martínez. Nada que no se sepa de lo que sucede en el Bernabéu.

Cuatro cambios

Pagó Piqué su mal partido europeo entre los cuatro cambios que practicó Xavi, obligado a rotar, y en el clásico hubo otros que se ganaron un castigo. Tal vez le haya llegado esa hora a Busquets. El capitán volvió a ser retirado, desbordado por todas partes, viviendo un clásico desconocido para él, que los disfrutó en la época de bonanza. Quizá fuera el último en el Bernabéu, y que en el futuro sean los Gavi, Pedri y compañía quienes recuperen aquel Barça. El de hoy es una broma comparado con ese. 

Un simulacro por muy en construcción que esté, como argumenta su entrenador, encogido en una cita grande. El debutante Lunin paró un balón de Raphinha en el primer tiro del partido y volvió a echarse la siesta, hasta que el árbitro le puso el despertador para que no perdiera el tiempo. Se marchó de su primer clásico sin una mancha en su traje rojo. Sin sudar siquiera por los nervios.

El Madrid se echó atrás desde el principio, sin complejos, nada prohibido ni recriminado por el aval de los resultados. Nadie pita ese comportamiento en el Bernabéu, que cantó luego “olé, olé” en una larga posesión. Lo hacía Mourinho y lo hace Ancelotti, que le ha dotado de mucho más fútbol y elaboración. Conjuga ahora el once blanco la capacidad de jugar al toque y al galope con Vinicius, tan dispuesto a salir corriendo como a enfrascarse con su par. Sergi Roberto fue el elegido para marcarle, mientras Balde, la otra opción posible, se las vio con Valverde en la otra banda. 

La rabia de Gavi

Se refugió el Madrid con el 0-0 para atraer al Barça y justificadamente con el marcador a favor, asegurado muy pronto, lo que aumentó el tembleque de los azulgranas, que fallaron balones fáciles desde el comienzo y los difíciles después, con el pie flácido a medida que iban perdiendo duelos. Empezaron a ganarlos cuando entró Gavi con la rabia.

Barridos por la fuerza física y el convencimiento locales, amenazó tormenta en cada llegada blanca. Fueron pocas, pero letales. Sin pedir permiso ni pedir perdón, Benzema empalmó un tiro tras un rechace de Ter Stegen con cuatro defensas por delante y Valverde soltó un latigazo desde el balcón del área.

Benzema y Vinicius tuvieron un trato amable de los defensas azulgranas, mientras Militao sacudía a Lewandowski en cada acción.

Las llegadas del Barça nadie las acababa, lo que multiplicaba el riesgo de un contraataque. Ni siquiera culminó un centro raso de Raphinha sin que De Jong y Lewandowski llegaran por milímetros. Benzema y Vinicius estuvieron siempre en inferioridad numérica ante los cuatro defensas, obedientes atrás, amables y formalitos, mientras a Lewandowski le sacudía Militao cada vez que se aproximaba el balón. Por si acaso.  

Demasiado blando en el choque sin cometer una falta (una de Lewandowski en todo el primer tiempo), la evidente falta de intensidad fue un lastre tan evidente como la nula personalidad del equipo, sin soluciones desde la banda ni liderazgo dentro del campo.

El viejo Modric dejó en evidencia al viejo Busquets en todos los conceptos futbolísticos. Como Ancelotti repasó a Xavi y el Madrid acomplejó (más) al Barça.  

Ficha técnica

REAL MADRID: Lunin (7); Carvajal (6), Militao (6), Alaba (6), Mendy (7); Valverde (8), Modric (8), Tchouaméni (7), Kroos (8); Benzema (7), Vinicius (6).

Técnico: Carlo Ancelotti (6).

Cambios: Camavinga (5) por Modric (m. 78); Rodrygo (sc) por Vinicius (m. 84); Asencio (sc) por Benzema (m. 88), Rüdiger (sc) por Carvajal (m. 88).

BARCELONA: Ter Stegen (6); S. Roberto (6), Koundé (5), Eric (5), Balde (5); De Jong (6), Busquets (4), Pedri (5); Raphinha (4), Lewandowski (5), Dembélé (4).

Técnico: Xavi Hernández (4).

Cambios: Alba (5) por Balde (m. 60); Ferran (6) por Raphinha (m. 60); Gavi (6) por Buscquets (m. 60); Ansu Fati (6) por Dembélé (m. 73); Kessié (sc) por Pedri (m. 83).

Goles: 1-0 (m. 12), Benzema dispara tras un rechace de Ter Stegen. 2-0 (m. 35), Valverde tira desde fuera del área. 2-1 (m. 82), Ferran, sobre la línea de gol. 3-1 (m. 91), Rodrygo transforma un penalti.

Árbitro: Sánchez Martínez (3), murciano.

Tarjetas: Vinicius, Modric, Gavi, Kessié.

Estadio: Santiago Bernabéu

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