Prácticas autoritarias

Cosas que pasan en Catalunya

Borràs tendrá que explicar por qué razón permitió que Aragonès fuese a una investidura que no tenía garantizada, y en cambio niegue ahora esa posibilidad al ganador del 14-F, Illa

Esquerra Republicana de Catalunya s (ERC) leader Pere Aragones  (L) gives a speech in front of Catalonia s regional parliament speaker Laura Borras during a session of the Catalan parliament to debate the swearing in of a new regional president for Catalonia in Barcelona on March 26  2021  (Photo by Quique Garcia   POOL   AFP)

Esquerra Republicana de Catalunya s (ERC) leader Pere Aragones (L) gives a speech in front of Catalonia s regional parliament speaker Laura Borras during a session of the Catalan parliament to debate the swearing in of a new regional president for Catalonia in Barcelona on March 26 2021 (Photo by Quique Garcia POOL AFP) / AFP / QUIQUE GARCÍA / POOL

Joaquim Coll

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La nueva legislatura, si es que finalmente arranca antes de que por ley se convoquen nuevas elecciones, no va a servir para que ERC, Junts y la CUP avancen ni un milímetro en la secesión, pero sí para que sus prácticas autoritarias se extiendan por todos los rincones de la vida parlamentaria. Laura Borràs tendrá que explicar por qué razón permitió que el republicano Pere Aragonès fuese a una investidura que no tenía garantizada, ni en primera ni en segunda votación, y en cambio niegue ahora esa posibilidad al ganador del 14-F, el socialista Salvador Illa. Sobre la presidenta del Parlament recae la potestad de proponer un candidato entre aquellos que más posibilidades tienen de salir elegidos. Pero una vez ha fallado el primero, es una arbitrariedad que no consienta que quien también ha expresado su deseo de someterse a la investidura intente recabar el apoyo de una mayoría suficiente. La lógica del parlamentarismo incluye la posibilidad de que en el debate los diputados modifiquen su voto porque, de lo contrario, podríamos prescindir de este órgano de representación y deliberación. 

Las otras cosas que han pasado esta semana son también reflejo de la baja calidad democrática que sufrimos en Catalunya. La Mesa ha vetado preguntas de una diputada de reconocidas credenciales feministas, Gemma Lienas, porque supuestamente faltaba al respeto a las personas trans. El transgenerismo se está convirtiendo en una ideología que exige adhesiones inquebrantables cuando en el debate sobre el género caben muchos matices. Los independentistas, que reivindican poder discutir de todo, aunque en realidad lo que quieren es decidir lo que les dé gana, se han vuelto puritanos. Por último, hay la cacicada en la elección de los senadores autonómicos para evitar que a Vox le corresponda uno según los dos sistemas proporcionales de reparto que hasta hoy se utilizaban. No lo lamento por la ultraderecha, cuya discurso de odio y mentiras hay que combatir y denunciar, ante la Justicia si cabe. Pero jamás privándole de una representación legítima que le han dado los votantes. Es la democracia, amigos.