Crítica de ‘Bonnard, el pintor y su musa’: Un frenesí artístico y amoroso

Influenciado vagamente por el impresionismo y de forma más clara por Paul Gauguin, Pierre Bonnard (1867-1947) fue un pintor que se caracterizó por sus retratos de desnudos femeninos, desafiantes para la época, y no le hizo ascos a un trabajo más rentable, la ilustración publicitaria.

Como todo buen ‘biopic’, ‘Bonnard, el pintor y su musa’ desgrana la forma artística a la vez que traza la conflictiva relación con Marie, la muchacha de clase humilde de la que se enamoró y que cambió su nombre a Marthe para parecer más aristocrática.

Encarnados por Vincent Macaigne y Cécile de France, Pierre y Marthe mantienen una de esas relaciones apasionadas y por momentos autodestructivas, rupturas y reconciliaciones, frenesí y distanciamiento. La película indaga en su última parte en otra relación del pintor, con una nueva modelo y musa, tras haber abordado el precipicio de la locura tan habituales en películas franceses sobre artistas de estas características.

A ratos es extraña, con sus elipsis muy rápidas con fundidos a negro. En otros se vuelve demasiada histriónica aunque la relación sea compulsiva. Muestra bien como Bonnard crea su arte, pero se pierde en algunos de sus bloques en esa marea de sentimientos que, entre disputas, celos y gritos, está a un solo paso de la locura de amor.