Crítica de 'Borderlands': aventuras en el estercolero

El también actor Eli Roth se ha manejado bien como director en el cine de terror sanguinolento, gore y visceral (‘Hostel’, ‘Hostel 2’, ‘El infierno verde’), pero en este salto al cine fantástico y de acción de gran aparato, basándose además en un videojuego, lo que tiene unas reglas visuales concretas, su intervención es menos importante. Filma de forma acomodaticia una historia repleta de tópicos que demuestra, una vez más, que hay pocas adaptaciones cinematográficas de videojuegos que posean personalidad.

Cate Blanchett, una cazarrecompensas aguerrida, misteriosa y con la cabellera recortada en rojo, lidera una banda ‘freaky’ en un planeta llamado Pandora, un estercolero con decorados de chatarra que parecen surgidos de ‘Transformers’, escenarios rocosos con música de ‘spaghetti-wéstern’ y referencias a la saga ‘Star wars’, presencia incluida de un pretendidamente gracioso robot. No faltan las buenas ideas, como aterrizar en el planeta basura en una nave-contenedor o la peripecia en un campo de orina tóxica, pero en general es una acumulación de momentos o simpáticos o de acción no bien cosidos entre ellos. Los intérpretes –incluido Jack Black, prestando voz al robot– lo ponen todo de su parte, pero los personajes tampoco dan para mucho más que el divertimento caro y lujoso.