Oferta musical disidente

Perifèria Cultural, el ciclo de conciertos contra los “festivales ‘boutique’ urbanitas que van de modernos”

La muestra ofrece este mes de agosto, en localidades de Catalunya apartadas de los circuitos de la industria musical, conciertos de pequeño y formato, con una oferta gastronómica vinculada al territorio, de artistas como Clara Peya, Pi de la Serra, Pep Sala, Roba Estesa, Roger Mas, Pedro Javier González o Joan Chamorro Trio

¿Están los grandes festivales destinados a buscarse la vida fuera?

El cantante Roger Mas actuando en Salàs de Pallars dentro del ciclo Perifèria Cultural el pasado 29 de junio

El cantante Roger Mas actuando en Salàs de Pallars dentro del ciclo Perifèria Cultural el pasado 29 de junio / Perifèria Cultural

Jordi Bianciotto

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Conciertos de pequeño y medio formato a cargo de artistas situados en los márgenes del ‘mainstream’, en localidades de Catalunya que no suelen formar parte de los circuitos y asociando la música en vivo a una propuesta gastronómica apegada al territorio. En este marco se desenvuelve Perifèria Cultural, un ciclo cuyo título lo dice todo y que plantea “poner la periferia en el centro”, cuestiona “el modelo de los macrofestivales” y desliza la pregunta de si ese “es el más idóneo y agradable para que mayoría de la ciudadanía disfrute de una experiencia de crecimiento cultural”, explica a este diario Marçal Girbau, que dirige el ciclo junto a la actriz y escritora Estel Solé. 

La edición de este verano, la tercera, arrancó en junio y se despliega hasta octubre, y ofrece una quincena de actuaciones en este mes de agosto, integradas en una programación completa de 29 conciertos, 17 de ellos carteles dobles. Cartel paritario que, este sábado, ofrece a Clara Peya y Montse Castellà en Riudarenes (comarca de la Selva) y a Quico Pi de la Serra y el Eduard Gener Sextet en Santa Maria de Meià (Noguera). Les seguirán en las próximas semanas artistas como Pep Sala, Pedro Javier González, Les Kol·lontai (los tres en Port de la Selva), Roba Estesa con Mesclat (Vilanova de Meià, Noguera), Roger Mas (en Ciutadilla, Urgell), Carles Belda & Badabadoc (Alt Àneu, Pallars Sobirà), Joan Chamorro Trio (Verdú, Urgell), Xarim Aresté (Riudarenes)… Amplio abanico de estilos, con canción de autor, pop, rock y jazz, y escenarios muy singulares, algunos de ellos ideados para la ocasión, “en localidades donde no suele haber programaciones musicales”. 

Cita sin ‘foodtracks’

El otro trazo distintivo de Perifèria Cultural es la oferta gastronómica, que tal como indica su irónica narrativa publicitaria, se desmarca de los “‘foodtracks’ con bocadillitos a precio de bar de aeropuerto” y ofrece degustaciones de productos y platos locales, evitando a su vez los grandes proveedores del sector de la alimentación. “En todos los ámbitos hay monstruos que se lo comen casi todo, pero siempre hay unos Astérix y Obélix que tratan de hacer las cosas de otro modo, con los pequeños productores, anteponiendo la calidad a la cantidad. Así, nos ajustamos a cada lugar y ofrecemos, por ejemplo, cordero en el Lluçanès o cava en el Montsec”, indica Marçal Girbau. “Reivindicamos a esos productores periféricos y a artistas y lugares que también lo son”.

Aunque Perifèria Cultural nació hace dos años, esta edición se ha podido beneficiar de la recién creada línea de ayudas de la Generalitat, a través de tres ‘conselleries’, a la “organización de acontecimientos culturales de interés agroturístico”. Un total de 210.902 euros que representan cerca de la mitad del presupuesto del ciclo (436.000). “La Generalitat ha valorado que estamos haciendo conciertos en lugares donde no los hay, y eso nos ha permitido crecer”, observa Girbau. A esas ayudas hay que sumar las de la Diputació de Lleida (24.000 euros) y Girona (6.000). 

Con sus aforos situados en su mayoría entre las 150 y 300 localidades, Perifèria Cultural representa una enmienda frontal al “modelo de crecimiento sin límites de muchos festivales”, señala Marçal Girbau, añadiendo que el ciclo “quiere ser una respuesta a toda la moda urbanita que va de moderna, de grandes festivales ‘boutique’, extendidos sobre todo por la costa y el Pirineo, donde más allá de la estética, cuesta encontrar un relato y un compromiso cultural o nacional”. La vocación es de representación de la escena musical de los Països Catalans, con “como mínimo un artista de cada uno de ellos”.