Crónica

El décimo Vida Festival arranca con la revolución colectiva de Clara Peya

Concierto Clara Peya en el Festival VIDA en Vilanova i la Geltrú / Foto: Irene Vilà Capafons

Concierto Clara Peya en el Festival VIDA en Vilanova i la Geltrú / Foto: Irene Vilà Capafons / Irene Vilà Capafons

Ignasi Fortuny

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En tiempos en los que se venden constantemente grandilocuentes lemas, proyectos y revoluciones, el Vida Festival celebra su contenida victoria como consolidada cita musical de referencia fuera de Barcelona, en el acogedor recinto de la Masia d’en Cabanyes, en Vilanova i la Geltrú. Un aniversario, el décimo, en el que no hay un globo de más, sino que, con la sonrisa de la supervivencia en un océano de propuestas y tiburones, propone seguir igual. Aunque la organización se ponga estupenda y proclame la “décima revolución”, hecha con la lógica de ocupar el lugar que les toca, sin codicia aparente. 

Y seguir igual, más allá de mantener una asistencia (se esperan 10.000 personas por día) que permita a uno no ser pisoteado por fauna festivalera -¡milagro!-, significa combinar puntuales reclamos internacionales (James Blake, el viernes, M.I.A, el sábado) con excelentes propuestas de casa, como la estupenda a la que el Vida catalogó de “concierto inaugural”: Clara Peya XXL. La pianista y compositora ampurdanesa presentó en gran formato, con multitud de invitados, su último disco, ‘Corsé’ (2023), prenda que, por cierto, dijo que se olvidó y, por tanto, se vio obligada a prescindir de la teatral metáfora con la que condimenta el espectáculo musical. Una versión XXL de su álbum para dar por iniciado el décimo Vida, un trabajo hecho con muchas piezas a través de la colectividad, con artistas que aportan sus voces para las creaciones nacidas en la cabeza de la compositora.

Concierto de Ludwig Band en el Festival VIDA en Vilanova i la Geltrú

Concierto de Ludwig Band en el Festival VIDA en Vilanova i la Geltrú / Irene Vilà Capafons

Peya, en el piano, acompañada por cuatro músicos, dos de ellos las cantantes principales del concierto y también percusionistas (empezaron protagonistas con ‘Cerebralmente’, ‘Hija del silenco’ y la originalmente interpretada por Marina Herlop, ‘Les flors’), expuso las canciones, en catalán y castellano, que pretenden ser “una denuncia al corsé de la perfección que no nos podemos sacar, una denuncia a estas violencias”. Una denuncia (también un solo de piano fue el marco para una proyección que pedía el fin del genocidio en Palestina) colectiva en la que invitó a cantar a Leo Rizzi, Ede y al más que ‘eurovisivo’ Salvador Sobral, portugués que demostró su excelente catalán con ‘Alta tensió’. Para terminar, la colectividad, unidad para la revolución representados en el escenario por más de una veintena de músicos, en su mayoría coristas, acompañaron la ‘Nana’ de una radiante Sílvia Pérez Cruz cantando espalda contra espalda con una Clara Peya delicada y contundente desde el piano en un bellísimo cierre.

Antes de esto, La Ludwig Band presentó el fantástico ‘Gràcies per venir’ (2023) -también repasaron catálogo anterior- y abrió con ‘El meu amor se n’ha anat de vacances’ para compartir "el presentiment que serà una gran tarda”, como dice la canción. La banda de Espolla, con esos ecos folk y rock tan Dylan y Springsteen, compartió sus crónicas cotidianas con puntos ácidos y teatrales como ‘El fill del rei’ o la muy celebrada esquela de ‘L’home més vell d’Espolla s’ha mort’. Liderados por Quim Carandell (hizo unos versos andando entre el público), con un carisma evidente y casi involuntario, cerraron con ‘Manela, no vull currar per vostè’, pieza que apunta que el verano “és tan llarg”. “Y esta es mi primera insolación de muchas”, añadió Carandell, superviviente junto a La Ludwig Band de un sol frontal en los primeros compases de la décima revolución del Vida, que sige de noche con Vance Joy, Ralphie Choo o Julieta.

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