Cine

'Longlegs', la película más aterradora del año: asesinatos, verdades incómodas y un perturbador Nicolas Cage

Hablamos con el director Oz Perkins sobre su cuarto largometraje, que protagoniza una agente del FBI inexperta que se ve obligada a enfrentarse a aspectos terribles de su propio pasado mientras investiga una serie de crímenes

Un fotograma de la película 'Longlegs', de Oz Perkins

Un fotograma de la película 'Longlegs', de Oz Perkins /

Nando Salvà

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Si usted es amante del cine de terror, seguro que a estas alturas ya ha oído hablar de ‘Longlegs’; y, si no ha oído hablar de ella, probablemente no sea tan amante del cine de terror después de todo. Bastante antes de estrenarse en los cines estadounidenses hace unas semanas -a España llega este viernes-, la nueva película ya había sido declarada oficiosamente "la más aterradora de 2024", gracias a la impecable estrategia seguida por los encargados de promocionarla y a la publicación previa de un buen puñado de críticas abrumadoramente positivas, que destacaban tanto su capacidad para estrangular al espectador con la atmósfera de amenaza que exuda como la perturbadora interpretación que Nicolas Cage ofrece en ella. Por eso, promete significar el punto de inflexión entre un antes y un después en la carrera de su director, Osgood ‘Oz’ Perkins.

"A la hora de escribirla, quise que mostrara similitudes superficiales evidentes con 'El silencio de los corderos' (1991) para sumergir al espectador de inmediato en la historia que cuenta, porque teniéndolo en esa posición me resultaría más sencillo empujarlo a un terreno más extraño y oscuro", explica Perkins a EL PERIÓDICO acerca de la estrategia narrativa de su cuarto largometraje. "Como suele decirse, cuando dejas entrar en tu casa a un vampiro, estás dándole permiso para que haga contigo lo que quiera; pues bien, mi película es como un vampiro para el espectador".

En su versión más escueta, en efecto, la premisa argumental de ‘Longlegs’ conecta directamente con la del clásico de Jonathan Demme; la protagoniza una agente del FBI inexperta -interpretada de forma brillante por Maika Monroe- que asume la investigación de una serie de asesinatos, y que en el proceso se ve obligada a enfrentarse a aspectos terribles de su propio pasado. "Como digo, sin embargo, eso es solo el punto de partida. Me gusta considerar la película como una obra de Pop Art, porque es un recopilatorio de los ingredientes que más nos gustan del género. Su metraje tiene muñecas poseídas, tiene asesinos con hacha, tiene al Demonio mismo, tiene un villano memorable, tiene mensajes codificados, tiene alusiones bíblicas, tiene monjas sangrientas, tiene tiroteos... Lo tiene todo".

Maika Monroe, en la película 'Longlegs'

Maika Monroe, en la película 'Longlegs' / 'Longlegs'

Relaciones complejas

Pero al margen de todo eso, añade su director, ‘Longlegs’ sobre todo habla de las complejísimas relaciones entre padres e hijos, y en concreto de las decisiones que los progenitores toman para mantener a sus vástagos al margen de verdades incómodas. "Tengo tres hijos, y son asuntos en los que pienso constantemente desde hace mucho", confiesa el director, cuyo propio historial familiar es de los que dejan huellas imborrables. Sus padres son el actor Anthony Perkins, convertido en icono del cine de terror tras encarnar al asesino Norman Bates en ‘Psicosis’ (1960), y la modelo Berry Berenson; él falleció a causa del sida tras vivir toda su vida ocultando su homosexualidad, y ella murió en uno de los aviones secuestrados el 11-S.

Todas sus películas como director -'La enviada del mal' (2015), ‘Soy la bonita criatura que vive en esta casa’ (2016) y ‘Gretel y Hansel’ (2020) son las otras tres- ponen mayor o menor énfasis en los pecados cometidos por padres y madres. "Desde el principio decidí que me dedicaría a contar historias que me representaran de un modo u otro", comenta al respecto. Por lo que respecta a ‘Longlegs’, añade, "habla de las mentiras que nuestros progenitores nos cuentan para protegernos, y del daño que pueden causarnos. Mi padre era homosexual, y eso era un secreto a voces tanto en el seno de la industria del cine como entre la opinión pública, pero en mi familia no se hablaba de ello, y eso me marcó profundamente". 

De hecho, resulta tentador buscar parecidos entre el aspecto que Norman Bates lucía disfrazado de su propia madre en la obra maestra de Alfred Hitchcock y los rasgos de los que Cage dota al personaje titular de ‘Longlegs’, un ser aberrante consagrado a la aniquilación familiar: la grotesca peluca grisácea, el rostro amorfo teñido de blanco, los chirridos inexplicables que emite al abrir la boca. “Nunca antes se había sometido a un proceso de transformación tan radical como este, y eso resulta francamente llamativo considerando la cantidad de películas que tiene a sus espaldas", indica Perkins. "Él mismo ha confesado que para encarnar a este personaje se inspiró en la experiencia de su propia madre, que sufrió la enfermedad mental a lo largo de toda su vida. Por mi parte, yo concebí a Longlegs como una mezcla bizarra de payaso y rockero", añade.

"Por un lado, pensé en esos tipos a menudo algo inquietantes a quienes contratamos para que actúen en la fiesta de cumpleaños de nuestro hijo, y a quienes tal vez no vigilamos tanto como deberíamos; por otro, lo imaginé como alguien cuyo sueño era ser guitarrista de una banda de ‘glam-rock’ hasta que un día, mientras escuchaba a Judas Priest, oyó cómo Satán lo conminaba a que se convirtiera en su servidor".

¿Ha recibido el propio Perkins consignas del maligno alguna vez? ¿Por qué insiste en incluirlo en sus películas? “Muy sencillo: el diablo es encantador, sexy, perverso, divertido y muy listo; es decir, una presencia irresistible. Dicho esto, no tengo ningún interés en la religión”. 

Aún por verse el impacto que ‘Longlegs’ tendrá en su carrera, ya tiene prácticamente completadas dos películas más. Ambas, claro, son cine de terror. “No sé si alguna vez abandonaré el género, pero es muy posible que no”, reconoce el director. “El cine de terror me da carta blanca para usar mi imaginación sin ponerle límites, para fantasear sobre todo lo que no sabemos, lo que no vemos y lo que entendemos y, por tanto, para usar todo tipo de emociones, de formas, de colores, de mitos, de criaturas. Es el territorio de las posibilidades infinitas”.

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