Opinión | Opinión
Bruce Springsteen: el último hombre en pie
Bruce Springsteen, un poder que no se extingue, en el Estadi Olímpic, por Jordi Bianciotto
Un viaje a los Estados Unidos de Bruce Springsteen
![Bruce Springsteen (con Max Weinberg al fondo), en el Estadi Olímpic.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/5255b0b3-6a92-4d2a-a8d6-4f3520f5f4e9_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Bruce Springsteen (con Max Weinberg al fondo), en el Estadi Olímpic. / Zowy Voeten
Pasan dos minutos de las diez y media de la noche. Después de arrullar al público (y de cimbrear un poco sus caderas de septuagenario en buena forma) con una voluptuosa versión del ‘Nightshift’ de los Commodores, Bruce Springsteen se cuelga una guitarra acústica, se embarca en uno de esos emotivos parlamentos con los que refuerza el vínculo personal con el público e interpreta a pelo ‘Last man standing’. No es una pieza destinada a provocar las reacciones extáticas que sí han suscitado poco antes clásicos inapelables como ‘No surrender’ o ‘Hungry heart’, ni a erizar el vello del modo en que lo ha hecho ‘Darkness in the edge of town’. Pero, aun así, constituye el corazón emocional de estas tres horas de espectáculo.
Inspirada por la muerte en 2018 del cantante y guitarrista de The Castiles George Theiss, un suceso que convirtió a Bruce en el único superviviente (“el último hombre en pie”) de aquella banda juvenil con la que subió por primera vez a un escenario, ‘Last man standing’ es la respuesta a la pregunta que muchos se hacen cuando ven imágenes de la presente gira del Boss con la E Street Band: ¿por qué este hombre de 74 años sigue empeñado en castigarse el cuerpo y la voz en largos conciertos de abrumador derroche físico cuando podría sacar igualmente partido a su apabullante repertorio en un formato mucho menos exigente? Sencillamente, porque Springsteen sigue creyendo que, como dice la canción, los grupos de rock importan. Y que no hay ninguna experiencia comparable a tocar en uno de ellos. A pesar del “zumbido en los oídos”. A pesar de la edad.
Por eso, no es demasiado relevante que uno piense que este ‘show’ no está entre los 10 mejores que el rockero de Freehold ha ofrecido en Barcelona en más de 40 años de actuaciones memorables. Con sus limitaciones, evidentes pero disimuladas de manera admirable, Springsteen nos está brindando en estos conciertos una visión nueva: la del hombre que, sabiéndose mayor, decide apurar hasta el final sus sueños de juventud en compañía de la pandilla de siempre. Eso, en fin, es algo muy emocionante. Y, además, luego va y toca ‘Backstreets’.
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