Sensible y sensorial

Maria Coma vuelve a la música 11 años después con un disco hecho con los sonidos de su cuerpo

La creadora musical barcelonesa reaparece tras un lapso de 11 años, dejando atrás una larga residencia en Berlín, con ‘Vocal roots’, un álbum audaz en el que se alimenta casi exclusivamente de su voz y de los sonidos de su propio cuerpo

Maria Coma para 'Vocal roots'

Maria Coma para 'Vocal roots' / Silvia Poch

Jordi Bianciotto

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En la década anterior, Maria Coma se hizo un nombre como creadora musical de altos vuelos, cuando tras su tándem con Pau Vallvé en el dúo u_mä, desarrolló, como cantante y pianista, en tres álbumes en solitario, un art-pop cada vez más y más aventurado. Para el cuarto disco ha habido que esperar once años, pero aquí está ‘Vocal roots’, una obra radicalmente distinta, donde la casi única fuente de sonido es su voz y su propio cuerpo, ya sea el latido del corazón, la respiración y otras resonancias y vibraciones. 

¿Qué pasó con Maria Coma en todo este tiempo? Se esfumó primero rumbo a Londres, donde pasó unos meses, y luego a Berlín, ciudad que le abrió las puertas a nuevos aprendizajes y en la que se quedaría una década. “Entré en contacto con gente que trabajaba en el mundo de la ‘performance’, la danza y el movimiento, con mucho híbrido. Un perfil que cuesta encontrar aquí. Para mí, Berlín es la meca de esto. Allí me formé en ‘body-mind centering’, disciplina sobre el cuerpo humano y el movimiento, mientras investigaba en torno al cuerpo y la voz”, explica la ya no solo cantante, ni pianista, sino, pongamos, artista sonora, que se planteó “trascender” su identificación con la afirmación de “soy músico”, explica. “Deseaba descubrir la voz, ver cómo estaba colocada en el cuerpo… No soy pionera en esto. Meredith Monk entiende el cuerpo como instrumento desde que empezó”. 

La densidad del hueso

Este autoproducido ‘Vocal roots’ nació como un “solo de voz en movimiento, aprovechando el espacio y jugando con distintos tipos de micro para captar los sonidos del cuerpo”, reconociéndolo como “el primer instrumento musical”. Con ese título se estrenó en 2022 en la Fira Mediterrània, de Manresa, mientras ella planeaba el álbum, que es hijo de esa propuesta, pero alcanza otros puertos. El ‘beat-boxer’ australiano Sinjo aporta la única fuente de sonido ajena a ella.

El micro de contacto ha sido un aliado clave. “Me lo pongo en distintos sitios del cuerpo. El hueso es el tejido más denso y el que transmite más la vibración, el sonido, la energía. Con el micro de contacto, eso se transmite. Si me lo pongo en el esternón, oigo el latido del corazón, muy rítmico. Si lo subo, escucho la respiración”, explica. Eso se percibe en ‘Inner landscape’, apunta, “un tema que transmite la fusión del cuerpo con la naturaleza: la tierra, el fuego, el aire…” 

En la pieza que da título al álbum, Maria Coma pide una especie de perdón cósmico “por no haber cuidado ciertas cosas lo suficiente o por no darte cuenta de dónde vienes”. Una canción que “describe la necesidad de enraizarse y de reconocerse en sus raíces”. La carta de presentación, el pasado enero, ‘Crystalline’, es “la pieza que tiene más de todo: voz pura y ‘beatbox’, y me gusta que en el video salga el sacro, porque los huesos representan muchas cosas en este disco”.

En temas como ‘Fireflame’ se aprecia la influencia de la música polifónica georgiana, y cierra el disco la única composición ajena, ‘Tonada de luna llena’, de Simón Díaz. “Una canción que los campesinos cantan a las vacas. Me gustó, y es un modo de terminar el disco con sencillez”.

Imagen promocional de 'Vocal roots'

Imagen promocional de 'Vocal roots' / Maria Coma

Polvo de estrellas

‘Vocal roots’ suministra una experiencia sonora inédita con sus capas de voces en danza flotante, sus disrupciones y sus valles. Un disco que no es precisamente lineal. “Si haces una ‘playlist’ de música relajante puedes poner algunas canciones, pero no todas”. ¿Desliza un mensaje filosófico, en la línea de que la música está en nosotros? “Es bonito pensarlo, pero lo he hecho porque es importante para mí y para compartirlo, no para lanzar un mensaje ni para aleccionar”, cavila. Sí que cree, y “fervientemente”, que “todos formamos parte de la misma naturaleza, y que venimos del polvo de estrellas y todo eso, y que, a través del arte, cuando la expresión es auténtica, conectamos con esa esencia”

La etapa de su trilogía, ‘Linòleum’ (2009), ‘Magnòlia’ (2011) y ‘Celesta’ (2013), queda lejos, y en su regreso a Catalunya (ahora vive a los pies del Montseny) dice que se siente “como una turista en un país nuevo”, porque “ha cambiado todo, tanto las escenas como Barcelona”. Y algunas cosas más. “Entonces éramos muy pocas las chicas que liderábamos proyectos, y en estos años veo que han aparecido muchas y que se les da más espacio. Yo me sentía siempre entre barbudos”, ríe.

Los directos de ‘Vocal roots’ van cobrando forma: de entrada, el 14 de julio en el festival Eufònic (castillo de Miravet), el 18 en las Cosmonits de CosmoCaixa y el 25 en Refugi Sonor (Tarragona).