CRÍTICA DE LIBROS

'Casada i callada', de Emma Zafón: la mujer que no era nada

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La escritora castellonense Emma Zafón

La escritora castellonense Emma Zafón

Valèria Gaillard

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La joven escritora y periodista valenciana de Llucena, Castellón, Emma Zafón (1987), acaba de publicar una historia que nos hace viajar a una época, los años 70, en que la mayoría de mujeres vivía a la sombra de sus maridos, atrapadas en un matrimonio-prisión. 'Casada i callada', su novela debut — ya que anteriormente había publicado con el DJ Chimo Bayo 'No iba a salir y me lie' (2016)—, revela una autora de sensibilidad y talento que, con una construcción sencilla y lineal, es capaz de dar vida a una constelación familiar en el centro de la cual se halla una mujer: la narradora en primera persona. Es a través de sus ojos que se va desgranando retrospectivamente la historia, totalmente de actualidad puesto que aborda el tema de la violencia de género.

Hija del panadero del pueblo, la protagonista aspira y llega a ser maestra, pero en realidad su futuro está fijado de antemano: "todas las chicas nos criábamos con la presión de encontrar un marido a quien servir y a quien querer por encima de nosotras mismas". Tampoco ha recibido ningún tipo de educación sexual y los terrores relacionados con un posible embarazo persiguen su juventud cándida pero también fogosa. Y luego, claro, conoce a Ximo en la fiesta del pueblo y su vida bascula. Bien plantado, de clase social superior (en su familia tienen una fábrica de cerámica) y procedente de Alcora, cuando la saca a bailar en una fiesta, un 19 de agosto de 1974, ni ella misma se lo cree. Así, ya de partida, se establece una relación desigual en la cual Ximo siempre tendrá el poder.

El relato, de ritmo ágil gracias a capítulos cortos y bien definidos, avanza para contar cómo se va transformando esta relación del amor más intenso, con dos hijos pequeños de por medio, a un odio triste. La maestra se da cuenta de que se siente estafada y empieza a poner límites a su "servidumbre incondicional", pero no tiene más remedio que tragar y callar. Si bien ya se vivía en democracia, la palabra "divorcio" era tabú y la mujer que se atrevía a pedirlo pasaba a ser automáticamente una "mala mujer divorciada", una mujer a quien "nadie nunca más querría".  

Los maltratos son cada vez más insoportables, la sumisión, total. "Yo no era nada", afirma en un momento la maestra, cuyo nombre, en un gesto significativo, solo se revela al final del relato. Sin embargo, la novela no está exenta de humor, con escenas divertidas que sirven para pintar con cuatro pinceladas este microcosmos integrado por mujeres humildes que tratan de tirar adelante en el contexto histórico y social que les ha tocado vivir.

Por otro lado, en su afán realista costumbrista, la autora también indaga sobre la realidad lingüística de la época que se pone en evidencia sobre todo en las fiestas de cada pueblo. En unas zonas se habla castellano ("los jóvenes que venían de arriba, del Castillo o de Villahermosa"), cosa que a los habitantes de Llucena les resultaba "exótico", porque hablaban un castellano "muy particular" y decían "moza" o "zagala", mientras que los jóvenes que provienen "de abajo", de pueblos como Figueroles, Alcora o Atzeneta, hablaban catalán como en Llucena y esto "les acercaba a una valencianidad que siempre les había quedado lejos". Así, los flirteos suponían también un "cruce lingüístico". De hecho, el aspecto lingüístico, la riqueza entre los diferentes idiolectos, es uno de los puntos fuertes de la novela. Por sus páginas descubrimos un festival de expresiones y giros autóctonos, los barbarismos que más circulaban, un catalán meridional tan efervescente y saboroso como alejado de los diccionarios y las gramáticas. En este sentido, Emma Zafón se alinea al lado de autoras catalanas como Marta Rojals o Maria Climent que exploran la riqueza del registro oral.

'Casada i callada'

Autora:

Emma Zafón

Editorial:

Empúries

200 páginas. 18,90 euros