Opinión | Juegos Olímpicos

El legado de Craviotto

En el día en que deshizo el empate con David Cal como máximo medallista olímpico español, realizó sin pretenderlo un manifiesto contra dos de los mayores males deportivos de España

Saúl Craviotto, con su sexta medalla olímpica.

Saúl Craviotto, con su sexta medalla olímpica. / AFP7 vía Europa Press

Reivindica Saúl Craviotto, todavía con la mirada crepitante en la orilla del canal olímpico de Vaires-sur-Marne, que no quiere que se le recuerde como “ese que ganó seis medallas”, que él prefiere que se valore su constancia y esfuerzo para haber competido con éxito en cinco Juegos Olímpicos, de Pekín a París y que, en definitiva, pase a la memoria colectiva con un tipo normal que puso todo de su parte para que su trabajo saliera lo mejor posible.

No lo dice así, claro, pero su trayectoria avala el discurso e incluso lo hacen sus gestos, como el que tuvo allí mismo tras su sexta medalla, más que nadie ya en la historia del olimpismo español. Chocó la mano de todos los periodistas que esperaban para hablar con él, los conociera o no les sonara de nada su cara, y se dijo “en la gloria” por ganar un bronce en el K4 500, él que ya tiene en casa dos oros, otras tantas platas y un bronce, que en verdad ya no necesitaba nada más.

"¿Quién es mejor deportista?"

Craviotto, en el día en que deshizo el empate con David Cal como máximo medallista olímpico español, realizó sin pretenderlo un manifiesto contra dos de los mayores males deportivos de España. Uno, en contra de la ‘medallitis’: “En mi deporte se pueden ganar varias medallas en unos Juegos, pero en taekwondo o halterofilia solo una. ¿Quién es mejor deportista?”, preguntó al aire con acierto. Invita a la reflexión sobre cómo encumbramos o despachamos a ciertos deportistas durante los Juegos.

El otro, más soterrado, frente a la falta de cultura polideportiva de España, en comparación con otros países como la misma Francia, en la que un judoca como Teddy Riner puede ser el rey. No nos engañemos: hizo falta que Craviotto ganara Masterchef para que la gente de a pie le reconociera por la calle. Y él, ya veterana leyenda, sabe que cuando se apaguen los focos olímpicos todos volveremos a nuestra rutina de futbolistas, tenistas o pilotos.

Por eso, entre otras cosas, lo único que le pide al mañana es poder dedicar tiempo a sus hijas. Y que su legado tenga que ver con su sacrificio, porque en verdad es lo único que depende de uno mismo y, quizá, lo que más deberíamos valor.