Guerra de Ucrania

Turquía no quiere más rusos

El país anatolio recibió decenas de miles de rusos en 2022, al inicio de la invasión en Ucrania, que ahora se marchan ante la alta inflación turca y la presión de las autoridades y locales

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Antalya, en Turquí

Antalya, en Turquí / 123RF

Adrià Rocha Cutiller

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Cengiz refunfuña cuando recuerda esos días, en setiembre del año pasado, no hace tanto, cuando llegó la policía -"señor Cengiz, estamos en la puerta, ábranos porque tenemos una orden judicial y tiene que abandonar su piso"-.

"Fui corriendo desde el trabajo porque mis hijos estaban en casa, asustados. Cuando llegué y la policía entró, empezaron a tirar todos nuestros muebles a la calle, sin piedad. Vaciaron la casa entera. Y tuvimos que dormir dos noches en la intemperie. Fue horrible, aunque por suerte no hacía frío aún", recuerda este hombre de mediana edad, ojos claros e hijos pequeños revoloteando alrededor.

Su caso no ha sido el único: Cengiz, miembro de una plataforma de ayuda a inquilinos, asegura que, en los últimos años, cientos de personas en Antalya han recibido el mismo trato, que la situación se ha vuelto extrema. El motivo, dice Cengiz, es claro: la llegada masiva de rusos a la ciudad.

Todo empezó en 2022. Antalya, ciudad costera en el Mediterráneo turco, playas infinitas y calor infernal, lleva siendo durante décadas el destino preferido de turistas rusos. Pero ese año, con el inicio de la invasión de Ucrania, decenas de miles de rusos se marcharon de su país huyendo de la movilización y la posibilidad de ser mandados a la guerra: 50.000 de ellos se instalaron en Antalya.

Denegar permisos de residencia

Los precios, a causa de su llegada y de la crisis inflacionaria turca, se dispararon: ese año, la ciudad vivió una inflación de la vivienda del 359%. Ahora, sin embargo, todo ha cambiado. Las autoridades turcas han dejado de dar permisos de residencia a los rusos que llegan, y los que llevan aquí dos años ven cómo sus nuevas peticiones son denegadas sistemáticamente. A muchos, esto, les coloca entre la espada y la pared. "Nosotros no podemos volver, esto lo tengo claro. Tengo mucho miedo de lo que nos podría pasar si volviésemos a Rusia", explica Andrey, que llegó a Antalya pocas semanas después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, declarase el inicio de la invasión de Ucrania.

"A la gente activa políticamente como yo nos persiguen si volvemos. Y ahora tenemos miedo, porque ahora las autoridades turcas parecen haber decidido que todos los rusos tienen que ser expulsados. De momento, a mí y a mi familia no nos ha pasado, y seguimos en Turquía legalmente, pero la sorpresa nos puede llegar en cualquier momento", asegura Andrey, director de un teatro en Antalya especializado en artes escénicas rusas. Mantener la compañía teatral no es fácil: Andrey ha perdido -porque han sido rechazados en Turquía- la mayoría de sus estudiantes.

Los recién llegados

En la actualidad, según las autoridades locales, la mayoría de los 50.000 rusos que llegaron en 2022 ya se han marchado -voluntaria o involuntariamente-. Pero aún quedan sus huellas en el lugar: por toda la ciudad, los carteles en ruso anunciando comida, supermercados, flores, médicos, peluquerías, dentistas y salones de belleza conviven con los reclamos en turco. 

"Este es su país, y tienen todo el derecho de decidir cómo tratan legalmente a los extranjeros, por supuesto. Pero es una pena que mucha gente se haya tenido que marchar, porque uno pierde amigos, los amigos de mi hija… Pero así es la vida”, dice Valentina, una bielorrusa que también llegó en 2022 a Antalya: "Por suerte pudimos comprar un piso cuando llegamos, y estamos algo más tranquilos por si nos quieren denegar la residencia. Pero para venir vendimos todo lo que teníamos en Bielorusia. Ni queremos ni podemos volver. Así que claro, la situación no es para nada agradable”, dice la mujer.

Tampoco lo es para los locales. En total, en tan solo dos años, la inflación en Antalya ha superado el 400%, lo que ha colocado la región en la zona con la inflación más alta de toda Turquía, tan solo por detrás de Estambul

Cengiz dice que no lo sabe, que desconoce si el propietario de su antiguo piso ha colocado a algún ruso en la vivienda ahora, pero que podría ser, porque el precio que el hombre le pedía para el alquiler era el triple del que habían acordado tan solo seis meses antes, y que ningún turco puede pagar por su piso un precio que supera el salario mínimo interprofesional en Turquía. En la actualidad, el salario mínimo en el país anatolio se sitúa en torno a los 480 euros.

"Cuando salgo a la calle no veo a nadie sonriendo -dice Cengiz-. La situación actual, la presencia de los rusos… nos ha dañado a todos, es un gran problema. Nos hemos convertido en refugiados en nuestra propia ciudad".

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