Alta mortalidad en el frente

La guerra de drones multiplica las bajas en el conflicto de Ucrania

Incursión blindada y de drones de Ucrania en Kursk

Medevac imposible: cuando tantos drones en el cielo impiden extraer heridos del campo de batalla

Soldados ucranianos ordenan 500 drones regalados por un vecindario de Kiev el 6 de junio de 2024.

Soldados ucranianos ordenan 500 drones regalados por un vecindario de Kiev el 6 de junio de 2024. / SERGEY DOLZHENKO EFE

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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Durante el mes de mayo, en estaciones de transporte y otros frecuentados puntos urbanos rusos se han visto carteles de reclutamiento voluntario, animando a los hombres a firmar un contrato con su ejército. El llamamiento no ha sido una novedad, pero sí la cantidad: 1.900.000 rublos (20.000 euros) en un pago inicial; después, casi 5.000 euros al mes. Es un salario muy alto en la Federación Rusa… si el soldado sobrevive lo suficiente para disfrutarlo.

El salario del soldado ruso se ha multiplicado por tres desde que empezó la guerra, a medida que al Kremlin se le disparaba la necesidad de tropas de refresco. A falta de cifras oficiales creíbles (como en cualquier guerra), la estimación de que han muerto ya más de 100.000 soldados rusos -incluso 140.000- ante las defensas ucranianas es consenso no solo entre fuentes occidentales, también de medios independientes rusos como Meduza, al que citaba esta semana The Economist en un artículo sobre las bajas de la guerra basando algunas estimaciones en las esquelas fúnebres publicadas en Rusia.

En España, fuentes de la Escuela de Guerra del Ejército calculan que a estas alturas del conflicto ha muerto ya o ha quedado incapacitado permanente para el combate tantos soldados como el total del personal militar que Rusia y Ucrania tenían alistado el día de la invasión.

O sea, las muertes en el frente podrían pasar ya de las 300.000. Y un nuevo factor bélico consolidado en esta guerra europea eleva la abultada cifra de bajas: la guerra de drones.

Tres de cada cuatro muertes

Ya en Siria, Afganistán e Irak se habían usado robots voladores, pero nunca con tan alta letalidad. Fuentes militares españolas directas observadoras de la guerra de Ucrania explican que es la artillería la causante de la mayor parte de las bajas, pero los drones son responsables directos de un 20% de muertes “y subiendo”. Es más: la artillería es el arma más letal… después de que un dron le cree un mapa de blancos; los choques de infantería entre escombros en la guerra urbana se saldan con una gran mortalidad… después de que un dron le muestre desde lo alto a un pelotón dónde trata de esconderse el enemigo.

“En el pulso constante entre drones y defensa antidrones, cada mes se produce una novedad. Es un juego del gato y el ratón multidimensional, pero a día de hoy quien tiene la ventaja es el atacante”, explica Juan Luis Chulilla, dueño de la firma española especialista en defensa antidron Red Team Shield. Y añade: “En esta guerra se ha pagado a los drones un tributo en sangre exorbitante”.

“Con toda seguridad, en la guerra de Ucrania hoy los drones están relacionados de una manera u otra con tres de cada cuatro muertes. Los drones pequeños ya matan tanto desde el aire como en tierra matan las trampas explosivas improvisadas, los IED", asegura un teniente coronel del Ejército del Aire y del Espacio, en contacto con la formación en España de pilotos de UAV.

Implacables

Las siglas de Unmaned Aerial Vehicle (Vehículo Aéreo no Tripulado) marcan la guerra, clave de una industria de defensa ucraniana que capilariza el trabajo de las factorías también en los hogares; garajes y cocinas donde equipos de voluntarios se afanan en el montaje de pequeños aparatos usando software libre, o robots comerciales que un día se diseñaron para el ocio y la fotografía, y ahora se tunean: no solo pueden enviar imágenes del frente, también portan granadas o minas dispersadoras de metralla, y se lanzan implacables sobre el objetivo, ya sea un blindado o un hombre.

“Los ucranianos están mejorando la relación entre autonomía y peso de la batería en los drones pequeños: también su capacidad de carga de, por ejemplo, munición de artillería que dejar caer sobre un vehículo”, explica el teniente coronel. “Destruir un UAV artesanal es más caro que lanzarlo”, indica. Otra vez la ventaja de los atacantes.

Máquinas contra hombres y máquinas contra máquinas en la guerra drónica

La proliferación de drones clava a la infantería y los tanques en sus posiciones, encierra a los helicópteros en sus hangares y dificulta los avances de soldados a pie. “Un dron de 1.000 euros destruye un carro de combate de dos millones, o un blindado de transporte de personal de medio millón... Es un cambio de paradigma”, comenta Chulilla.

Ese factor podría explicar por qué se mueve tan poco el frente. Este experto acuñó en un artículo para Cuadernos de Pensamiento Naval el concepto de “masa distribuida” de drones de batalla. En Ucrania no han aparecido aún los enjambres coordinados con que especula la industria mirando al futuro, “pero ya hoy, en cualquier momento de esta guerra, en el frente hay decenas de miles de drones volando, distribuidos en el tiempo y el espacio”.

La masa distribuida de drones ha tornado en suicidas los movimientos de fuerzas a pie. Un dron, además, “da hasta 10 kilómetros de transparencia del campo de batalla”, explica Chulilla. Si, para evitar a los drones, el carro de combate no puede acercarse más a su objetivo, “disparará con mala precisión a tanta distancia”.

Enfrente, unidades de infantería que montan drones en la trinchera con las piezas que les traen. Y más atrás, en un sótano o un vehículo, pilotos de UAV en centros de mando “que parecen salas de videojuegos”, comenta el observador militar. Esos centros “son los objetivos preferidos de las bombas volantes rusas”, añade.

"Dronaciones"

Para matar basta un cuadricóptero ligero de la marca china DJI, los más abundantes. También los más donados por otra capilaridad de la defensa ucraniana: las remesas de su diáspora.

Drones almacenados para su entrega a unidades militares de Ucrania por el Congreso Mundial Ucraniano en mayo pasado

Drones almacenados para su entrega a unidades militares de Ucrania por el Congreso Mundial Ucraniano en mayo pasado / Congreso Mundial Ucraniano

El pasado 18 de mayo, una oleada de drones de las fuerzas de Kiev se adentraba en territorio ruso y alcanzó 22 depósitos de combustible en la ciudad de Azov. El mismo día, el Congreso Mundial Ucraniano, unión de refugiados y expatriados, agrupó fondos de 1.300 donantes de 17 países para financiar 900 drones. Son de la marca Verba -destacada en la nueva industria drónica del país-, del tipo FPV, que envían imágenes del campo de batalla a un móvil o una tableta, pero que también se convierten en kamikazes lanzándose sobre el objetivo si lo decide su piloto.

El encargo surte a siete brigadas y batallones. Este tipo de campañas son muy frecuentes y populares entre los refugiados ucranianos. Tanto, que un reciente artículo del European Council on Foreign Relations recogía cómo lo llaman: “dronaciones”.

Moscú busca soldados

Su consecuencia: letalidad en las trincheras, bosques y almacenes. No solo Kiev intensifica sus levas, y empiezan a llegar treintañeros y cuarentones a los campos españoles de adiestramiento en Toledo, Cádiz y Sant Climent Sescebes: la inteligencia ucraniana ha detectado campañas de reclutamiento rusas en África Subsahariana, confirman fuentes militares. “Ofrecen 2.000 dólares al mes y nacionalidad exprés para el recluta y su familia por integrarse en algo que llaman ‘fuerzas especiales'”,explican.

Folleto de reclutamiento de mercenarios de África Subsahariana publicado en redes sociales de Costa de Marfil

Folleto de reclutamiento de mercenarios de África Subsahariana publicado en redes sociales de Costa de Marfil / El Periódico

“No son las fuerzas especiales rusas -tercia el observador militar-, sino unidades de operarios en tareas subsidiarias”. O, según vaya la guerra, batallones de carne de dron, desafortunada como la carne de cañón, el destinoque han afrontado antes mercenarios sirios de Wagner, y actualmente soldados inmigrantes de repúblicas exsoviéticas; también el que podrían ocupar somalís, tanzanos, zambianos y marfileños.

Son las nacionalidades que ha detectado el think tank polaco Osrodek Studiow Wschodnich (Centro para Estudios del Este) entre los reclutamientos rusos en África hasta el pasado mes de febrero. Si Rusia lanza africanos contra las balas ucranianas en el Donbás o Zaporiya dependerá mucho de cómo los drones disparan el número de sus bajas.

Los dilemas morales de la guerra con robots emergen en un conflicto que tiene de nuevo bloqueado el intercambio de cadáveres entre los dos bandos. En plena carestía de tropas de refresco, en dos momentos de la guerra ha estado parado en puntos diversos del frente un tren morgue ucraniano cargado de rusos muertos, pero “Rusia prefiere la estadística de desaparecidos que la de fallecidos -explica la fuente de la Escuela de Guerra-, porque un desaparecido no le cuesta dinero, pero reconocer un muerto implica pagar a la familia una indemnización". Se refiere a una cantidad que ha subido desde el comienzo de la guerra: de los iniciales 15.000 euros al cambio hasta los actuales cino millones de rubos o 50.000 euros -según la agencia Tass- , y 30.000 para los heridos.