Guerra de Ucrania

Irán surte al Kremlin de drones de ataque en suelo ruso

La guerra de drones dispara la mortalidad en el frente ucraniano

Un dron ruso clase Shahed de fabricación iraní en cielo ucraniano, en octubre de 2022.

Un dron ruso clase Shahed de fabricación iraní en cielo ucraniano, en octubre de 2022. / Roman Petushkov REUTERS

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Todo veterano ruso con experiencia en la defensa aérea tiene ahora ocasión de reengancharse en el batallón de voluntarios Halcones de Stalin. Lo anuncia una oferta de trabajo publicada por el Kremlin. Tarea: defender “una instalación de importancia estratégica en la República de Tartaristán”. Requisitos: saber manejar “ametralladoras de gran calibre” o ZSU (blindados armados con ametralladora para caza de aeronaves a baja altura). Condiciones: “Trabajo a tiempo completo y horario irregular”. Sueldo: 261.000 rublos (2.871 euros) netos.

Esta oferta de empleo, publicada en redes sociales rusas la pasada semana, trae dos evidencias: una, que Moscú anda falto de personal para cubrirse de ataques aéreos (y los que lanza Ucrania son en su mayoría de drones); y dos, que el ejército de Vladimir Putin trata de reforzar la seguridad de un punto crucial de los suministros para la guerra de invasión de Ucrania: las plantas de fabricación de grandes drones a 1.300 kilómetros del frente.

Fuentes de la OTAN confirman a EL PERIÓDICO la instalación de una gran factoría para montar drones iranís Shahed en territorio ruso, según un proyecto que dataría de agosto de 2023. La planta y su actividad, en el polígono industrial militar de Alabuga, es fruto de un acuerdo entre Moscú y Teherán para hacer dentro de la Federación Rusa el montaje de estos robots de ataque, que antes Irán ensamblaba en su propio territorio y en una planta franquiciada en Kazajstán, país que, en la coyuntura de esta guerra, está consolidándose como una potencia en el negocio de los drones.

Cartel ruso animando a veteranos de la defensa antiaérea a alistarse en el Batallón Stalin para defender las fábricas de drones de Tartastan

Cartel ruso animando a veteranos de la defensa antiaérea a alistarse en el Batallón Stalin para defender las fábricas de drones de Tartastan / El Periódico

Lo que confirman fuentes de la Alianza Atlántica no es ya ningún secreto para los observadores de la guerra de Ucrania. El propio secretario general, Jens Stoltenberg, citó este asunto al dirigirse a la Asamblea Parlamentaria de la OTAN el pasado 27 de mayo. A los diputados les recordó el funcionamiento del eje Beijing-Pionyang-Teherán en la actual fase de invasión de Ucrania: China aporta ayuda financiera a Rusia; Corea del Norte le entrega un millón de proyectiles de artillería; e Irán está “suministrando drones y ayudando a Rusia a construir una nueva factoría de drones en Tartaristán”.

Bombas robot

En la noche del 30 al 31 de julio, Ucrania fue objeto de un ataque de drones, "el más masivo de 2024", certifican fuentes próximas a la administración ucraniana. Las fuerzas armadas de Kiev informaron de que el ataque duró siete horas. "Los drones rusos venían en oleadas, y por todas las direcciones", cuentan estas fuentes. Fueron 89 aparatos los que intervinieron en el ataque, y ninguno alcanzó el objetivo, según la versión ucraniana, que también sostiene que parte de la oleada violó el espacio aéreo bielorruso para aproximarse a Kiev.

Desde la Nochevieja de 2023 no enviaban los rusos tal número de drones sobre una ciudad de Ucrania. Al optar por oleadas tan nutridas, "Rusia busca una brecha en la defensa aérea", relata el funcionario de Kiev, que considera que tantos drones en un solo raid son muestra de que el Kremlin "no tiene solo como objetivo destruir infraestructuras críticas, también fijar la narrativa falsa de que está lanzando una nueva ofensiva y consiguiendo ventajas significativas".

Un dron Shahed ruso cae derribado por la defensa aérea ucraniana en la periferia de Kiev el 31 de julio

El Periódico

La búsqueda de brechas en la malla antiaérea ucraniana con drones shahed sería previa, opina este experto, a futuras oleadas masivas con misiles. "Rusia ya lo ha hecho otras veces: primero cibertaque, después drones y después misiles".

El dron Sahed-136 es un producto estrella de la industria iraní, pese a lo sencillo de su concepción: es en realidad una bomba robot, con 40 kilos de explosivo en el morro y vuelo nada silencioso a 180 kilómetros por hora.

ENESTE~1

ENESTE~1 / G- Maps

Los rusos tunean una versión propia: el Geran-2, una aeronave no tripulada de cuatro metros de largo y 200 kilos de peso, a la que impulsa un motor y dos hélices en la popa, como el Shahed, que le permiten vuelos de hasta 1.800 kilómetros.

En su versión de ataque, este dron no tiene cámaras, ni sistema de búsqueda inteligente de objetivos: está a medio camino entre esa capacidad y los viejos misiles de crucero. Rusia lo utiliza para atacar objetivos estáticos. Por ejemplo, en su campaña de destrucción de infraestructuras energéticas ucranianas. Cada ataque sale rentable: un Shahed cuesta alrededor de 20.000 euros.

Ataques a las factorías

El 27 de mayo habló Stoltenberg a la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, y cuatro días antes fuerzas ucranianas habían atacado con drones propios el polígono de Alabuga, repitiendo un raid robótico que lanzaron también el 17 de abril.

Agentes de la policía ucraniana tratan de abatir un dron Shahed en un ataque ruso a Kiev, en octubre de 2022.

Agentes de la policía ucraniana tratan de abatir un dron Shahed en un ataque ruso a Kiev, en octubre de 2022. / Vadim Sarakhan REUTERS

Dirigentes ucranianos reclaman insistentemente a los miembros de la OTAN ayuda ante la nueva capacidad de Moscú. “El ejército ruso está bombardeando ciudades ucranianas desde una distancia segura, con el objetivo de destruir la infraestructura civil”, lamenta un experto ucraniano próximo al gobierno de Kiev. De ahí que los militares del país agredido pidan constantemente poder hacer ataques en profundidad en territorio ruso.

En el área industrial de Alabuga están las factorias de drones, y también una universidad politécnica cuyos estudiantes, según las fuentes de la Alianza Atlántica, ayudan en la fabricación de drones por una beca equivalente a 700 euros al mes, mientras el Kremlin trata de conseguir componentes chinos para otros robots voladores que usar en la guerra.

La existencia de la planta de drones en Alabuga es conocida también por fuentes del ministerio español de Defensa, que refieren que allí fabrica Rusia también sus drones de reconocimiento Albatros.

El objetivo de producción de la planta ruso-iraní, refieren estas fuentes, es de 6.000 drones hasta el próximo año. Pero un informe reciente del Institute for Strategic Studies indicara que la producción se ha acelerado: ya han salido 4.500 de estas máquinas.

Dron con cable

Con todo, el aparato iraní, tan valioso al comienzo de la guerra, parece ir quedando destronado por los avances en materia de guerra electrónica que se le oponen desde el bando ucraniano, los disparos de la defensa antiaérea acreditados como los de la oleada sobre Kiev del mes de julio... y las innovaciones que se suceden prácticamente cada mes.

No se trata solo de novedades que introduce en el mercado de la guerra Irán, Israel, o Estados Unidos. Hay también una producción europea que se pone a prueba en la guerra de Ucrania. Forbes informó el pasado 2 de agosto de que ingenieros alemanes están probando con éxito el primer dron aéreo filoguiado.

Se llama HCX y funciona conectado a un ligerísimo cable de fibra óptica de hasta 20 kilómetros que apenas retrae al aparato en su vuelo. Con esta innovación, el piloto del dron podrá seguir en contacto con su máquina aunque se le anule la señal de radio, que hoy es causa de la caída del 75% de los drones pequeños en esta guerra. Si la innovación se conosolida, el nuevo aparato será, al menos por una temporada, invulnerable.