Europa-Ucrania

Kallas, la diplomacia europea en la lista negra de Putin

La aún primera ministra de Estonia y nueva representante de Exteriores de la UE defiende una actuación firme frente al Kremlin, cuyos representantes, según ella, "juegan con el miedo" de los europeos

Rusia pone a la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, en su lista de personas en busca y captura

La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, nombrada alta representante de la Política Exterior Europea

La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, nombrada alta representante de la Política Exterior Europea / Christophe Gateau/dpa-Pool/dpa

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A Kaja Kallas, líder de Estonia desde enero de 2021 y designada como Alta Representante de la Política Exterior Europea, no la "descubrieron" hasta el pasado febrero muchos ciudadanos del bloque comunitario no especialmente atentos hacia el Báltico. Fue cuando Vladímir Putin la colocó en su lista negra, algo que no le había ocurrido a ningún líder del mundo occidental. Desde entonces la persigue la pregunta de si teme que pueda pasarle "algo" cada vez que viaja al exterior. No es una cuestión retórica. Pero la vulnerabilidad forma parte de su existencia, en tanto que líder de Estonia, un país que el jefe del Kremlin sigue sin digerir que dejó de ser suyo". Un 25 % de su población es de origen ruso, proporción que sube al 90 % en la región de Narva, ciudad fronteriza con Rusia.

Kallas (Tallin, junio 1977) presentó formalmente su dimisión a mediados de julio, aunque sigue en el cargo en funciones hasta que se concrete su relevo. Dirige el Gobierno de un país de apenas 1,4 millones de habitantes, pero de enorme peso estratégico en el flanco oriental de la OTAN. Representa la línea dura respecto a Moscú y recuerda, cada vez que surge la ocasión, cómo su país y resto de estados bálticos, junto a Polonia, llevaban décadas advirtiendo contra el imperialismo representado por Putin.

Su designación como sucesora de Josep Borrell desplazará la atención de la política exterior comunitaria hacia este ámbito, tal vez en detrimento de los desvelos del político socialista español en favor, por ejemplo, de Palestina.

Kallas, una mujer de 47 años, madre de dos hijos y una hija, suele responder a la cuestión de sus hipotéticos temores a Moscú con una frase: "Rusia juega con nuestros miedos". Desde que Putin la incluyó en su lista negra su rostro se ha unido al de otras mujeres de la región báltica, del exilio bielorruso o del ruso que no temen el largo brazo del Kremlin. O, que si lo temen, exhiben la entereza suficiente para desafiarlo, como viene haciendo la viuda de Alekséi Navalni, Yúlia, desde la muerte del opositor ruso en una cárcel siberiana.

Contra Kallas dictó Putin orden de busca y captura internacional a principios de febrero. La considera responsable de la "destrucción de los monumentos a soldados soviéticos". Fue bajo su responsabilidad, como jefa del Gobierno, que Estonia puso en marcha el desmantelamiento de esos monumentos. No fue una decisión fácil con tan alto porcentaje de población de origen ruso. Hubo protestas y denuncias de intentos de eliminar esa parte de la memoria colectiva de la minoría rusa.

Kallas ha dejado atrás los clichés a que parecía predestinada, en tanto que mujer de aspecto frágil, siempre impecablemente vestida. Representa el máximo compromiso hacia la defensa de Ucrania y del blindaje del flanco este de la OTAN. Estonia tiene 285 kilómetros de frontera compartida con Rusia. En Narva apenas de escucha por las calles otro idioma que no sea el ruso. Para la primera ministra estonia, la amenaza de Putin es una especie de extensión, en lo personal, de la que pesa tanto sobre su país como sobre Lituania y Estonia, exrepúblicas soviéticas que se integraron en la OTAN y la UE hace veinte años tras el hundimiento del bloque comunista.

Asegura no temer ni a Putin fuera ni al teórico "peligro interior" procedente de sus compatriotas de origen ruso. Tal vez los ciudadanos más viejos de ese colectivo mantengan su identidad rusa o incluso apoyen las ansias de Putin de recuperar su dominio. Pero, sostiene, para los más jóvenes la patria es Estonia y su modelo de sociedad y valores son los europeos.

Arraigo con la política

A Kallas el arraigo con la política le viene de familia. Su padre, Siim Kallas, fue primer ministro entre 2002 y 2003. Forma parte además de la nómina de mujeres líderes en la política báltica que arranca de la veterana Dalia Grybauskaité, presidenta de Lituania de 2009 a 2019, a la actual primera ministra del país báltico, Ingrida Simonyte, así como a la letona Evika Silina.

Abogada de profesión, europeísta y representante del centro político, Kallas lidera desde 2021 el gobierno de Estonia, actualmente una coalición entre su Partido Reformista, los liberales y los socialdemócratas. Se la denominaba ya la “dama de hierro báltico” por la habilidad con que ha superado sucesivas crisis de Gobierno.

El año pasado, la oposición exigió su dimisión y soportó fuertes presiones de sus socios de gobierno. La salpicaron las sospechas de corrupción, tras revelarse que su esposo dirige una empresa que sigue comercializando con Rusia. A Kallas se la acusó de actuar con un doble rasero. La corrupción y la fragmentación política, que convierte en frágiles las alianzas multipartidistas, sigue siendo uno de los puntos débiles de los países bálticos.

Suscríbete para seguir leyendo