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La tríada europea

El acuerdo entre conservadores, socialdemócratas y liberales garantiza la continuidad en la UE

Las tres grandes familias políticas europeas acuerdan el reparto de los altos cargos para Von der Leyen, Costa y Kallas

Meloni carga contra el reparto de altos cargos en la UE y saca su vena más euroescéptica

Antonio Costa, Ursula von der Leyen, Kaja Kallas, Roberta Metsola.

Antonio Costa, Ursula von der Leyen, Kaja Kallas, Roberta Metsola. / EPC

El acuerdo alcanzado por conservadores, socialdemócratas y liberales para proveer los cargos de presidenta de la Comisión Europea (Ursula von der Leyen), de presidente del Consejo Europeo (António Costa) y de la alta representante para la Política Exterior y de Seguridad (Kaja Kallas) garantiza la continuidad en las líneas maestras de lo hecho por la Unión Europea en los últimos cinco años, asegura la estabilidad gracias a una mayoría suficiente en el Parlamento y deja la puerta abierta a ampliarla en casos concretos, mediante el voto de los eurodiputados verdes. Ni el enojo de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, por no haber participado en las negociaciones, ni el del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, que considera que el acuerdo no es representativo del resultado salido de las urnas de la Unión el 9 de junio, tienen potencialidad suficiente para convertirse en un semillero de inestabilidad y confrontación. El apoyo sin reservas de 25 de los 27 socios al reparto de puestos permite vislumbrar un futuro sin mayores tensiones internas que las habituales en el club europeo, fruto de su diversidad. A expensas de que los resultados electorales en Francia no lo impidan.

Los programas derivados de la Agenda 2030, el desarrollo de iniciativas específicas en el doble campo de la seguridad y de la industria de defensa, la competitividad a escala global y la autonomía estratégica seguirán ocupando parte importante en el quehacer europeo. Y en este entorno es especialmente significativo el nombramiento de la primera ministra de Estonia, personaje muy destacado en el mantenimiento del apoyo a Ucrania y contra la que el presidente Vladímir Putin ha dictado una orden de busca y captura por haber ordenado la demolición en su país de monumentos dedicados al Ejército soviético. Kallas encarna un compromiso sin fisuras con Ucrania, cuyo último episodio es el pacto de seguridad suscrito el jueves en Bruselas. La relevancia del nombramiento de Kallas para suceder a Josep Borrell lo agranda el hecho de que la Unión Europea estará presidida a partir del lunes por Hungría, voz crítica permanente con la respuesta que Bruselas ha dado desde el primer día a la invasión de Ucrania. Puede decirse que Orbán es la voz de la disidencia en cuanto atañe a la política de sanciones a Rusia y en los esfuerzos redoblados para prestar ayuda militar a Ucrania, parapetado en la regla de la unanimidad que rige en la política exterior europea. Pero cada vez es menor el margen para titubear en la gestión de la crisis, y no es casual que en el reparto de papeles acordado se haya optado por la figura de Kallas.

Todos estos ingredientes y algunos otros que se incorporarán al debate en las próximas semanas para cerrar la distribución de carteras en la nueva Comisión, entre ellos la convergencia económica, el control de los déficits presupuestarios y la gestión de los flujos migratorios, pueden ser el espacio en el que se concrete algún gesto compensatorio para Italia, Estado fundador de la Unión, tercera economía europea y con un Gobierno ultraconservador que no ha participado en el primer acuerdo. Las declaraciones de Donald Tusk y otros dirigentes dan a entender que las tres grandes familias históricas de la política europea pueden decantarse por algún nombramiento que mantenga a Meloni dentro del marco de referencia del europeísmo. Pero no con una posición en el puente de mando