Comicios en el país persa

¿Qué se juegan las mujeres en las elecciones de Irán?

El movimiento 'Mujer, vida, libertad' acusa al régimen de llamar a los ciudadanos a las urnas en una cita amañada donde ningún candidato avanzará en derechos humanos

Irán celebra elecciones presidenciales ante un clima de enorme apatía social

Mujeres iraníes en una protesta en Teherán contra Ayatola Jomeini

Mujeres iraníes en una protesta en Teherán contra Ayatola Jomeini / EFE / ABEDIN TAHERKENAREH

Irene Benedicto

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"No nos queda nada", dice Ryma Sheermohammadi a EL PERIÓDICO. Esta traductora, convertida en activista por considerar una responsabilidad el ejercer el derecho a hablar, cuenta cómo vivió con gran agitación el resurgimiento de las protestas de las mujeres hace ya casi dos años, cuando la joven de 22 años Mahsa Amini murió a manos de la policía de la moral por no llevar velo 'bien' colocado. Las protestas tomaron calado internacional durante unos meses, hasta que los focos se desplazaron hacia otros conflictos. "Cuando no hay apoyo internacional, se pierde el momento histórico", se lamenta. 

El país está citado este viernes a las urnas, de donde saldrá el nombre del sucesor del presidente fallecido Ebrahim Raisí. Los iraníes ironizan con que no es una elección sino una 'selección' ya que el ayatolá redujo la lista de candidatos de 80 a 6 hombres afines al régimen. "Lo que todos tienen en común es que van a ser absolutamente firmes con la represión contra la mujer", dice Ryma. La constitución de Irán usa en masculino la palabra "presidente" y aunque las leyes en teoría permitan que las mujeres ocupen cargos políticos, la puesta en práctica implicaría que el Gobierno tendría que pedir permiso al marido, por ejemplo, cada vez que viajara. 

"Está en juego todo"

"Estas elecciones son muy importantes pero no tenemos ninguna esperanza de que sean limpias", dice Nilufar Saberi a este diario desde Madrid. Sus padres eran magos profesionales cuando vivían en Teherán. Llegaron a actuar en el palacio real del Shah, el último monarca de Irán antes de la revolución islámica. "Irán ni es república, ni es islámica, ni es de del pueblo iraní", argumenta, sino que es "una dictadura islamista totalitaria, que no tiene nada que ver con el islam y que está ubicada geográficamente en Irán pero no representa a los iraníes". El régimen prohibió las artes y la cultura, magia incluida. "Tuvimos que salir con lo puesto", recuerda.

"Con la llegada del islam, las mujeres dejamos de ser personas independientes para ser una propiedad", explica. "El peligro que corren las mujeres que siguen dentro lo pagan con torturas, violaciones y con la muerte". Algunas son cegadas para que no vean, cuando el sentido de la vista es el último sentido que les conecta con el mundo, tras un burka con apenas una rejilla por mirilla. "Está en juego todo".

El apoyo del exilio y de los hombres

Ante esta represión, además de las mujeres en el exilio como Ryma y Nilufar, también han dado un paso adelante miles de hombres que salieron a las calles del país, para protestar gritando el lema 'Mujer, vida, libertad' y enfrentarse a la violencia de las fuerzas del orden. "Los hombres iraníes se han dado cuenta de que es esencial desmantelar un sistema que pretende mantener una sociedad atrasada, dócil y obediente", explica a este diario Payam Akhavan, célebre jurista iraní y asesor de la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional.

La revolución de la mujer puso tan en jaque al Gobierno que la ley del hiyab, así como otras políticas discriminatorias, han pasado a ser un pilar del Gobierno teocrático. "La relajación de las normas para las mujeres es vista como una caja de pandora que daría lugar a mayores demandas de libertad", señala Akhavan, que actualmente reside en Canadá.

A raíz de las protestas de 2022, se fundó en EEUU el Colectivo Iraní en la Diáspora, que representa a seis millones de exiliados en todo el mundo, una población del tamaño de Dinamarca. La organización, que atiende a este diario por escrito, reivindica su capacidad de influencia para presionar a los gobiernos internacionales para que no apoyen a un régimen que viola los derechos humanos. "Esta generación no está interesada en perpetuar el régimen como hicieron sus padres o abuelos. Los jóvenes harán caer a este Gobierno", concluye.