CHEQUEO VECINAL

Los cuatro puntos negros (y absurdos) de aglomeraciones alrededor de la Sagrada Família de Barcelona

Así será la Fachada de la Gloria de la Sagrada Família: una acera infernal y un cielo entre nubes

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Aglomeraciones en los alrededores de la Sagrada Família

'Selfies' en las escaleras del metro, una práctica muy extendida. / Jordi Otix y Patricio Ortiz

Carles Cols

Carles Cols

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Más de 4,7 millones de visitantes pasaron por las taquillas de la Sagrada Família en 2023 y una cifra imprecisa de turistas, pero también de seis ceros, simplemente se acercaron al templo expiatorio de Antoni Gaudí para admirarlo sin entrar. La suma de unos y otros es lo que confiere a Marina, Provença, Sardenya y Mallorca ese aspecto caudaloso en el que cualquier obstáculo puede ocasionar un súbito desbordamiento de las aguas. ¿Sucede? ¿Se sale a veces el río del cauce? Sostienen los vecinos del barrio que, por imprevisión y dejadez, sí. Cada día. Varias veces. Estos cuatro que se detallas a continuación son puntos negros de los alrededores de la Sagrada Família. Hace menos de una semana eran cinco. Ha bastado que fuera señalada la absurda existencia de uno de ellos para que fuera eliminado. Quedan cuatro.

El quiosco de Lepant con València, cerrado desde hace años.

El quiosco de Lepant con València, cerrado desde hace años. / JORDI OTIX

EL QUIOSCO

En realidad no es un quiosco de prensa. Es decir, ya no lo es. Lo fue. Hace años que está cerrado. Está en la esquina de la calle de Lepant con València. El quiosco salió a relucir en la última audiencia pública del distrito del Eixample, esa suerte de parlamento mensual en el que siempre es posible tomarle el pulso a los barrios de la ciudad. Expuso el caso un vecino del barrio. Fue una intervención extraña. Aquella, recordó, es una de distintas las rutas por las que transitan los turistas después de apearse del autocar o, terminada la visita, camino de él. Si uno se topa de cara con un grupo hay que apartarse y aguardar. Si lo alcanza por detrás, imposible adelantar.

El del quiosco es un estrecho desfiladero. Lo raro fue que, tras escuchar la queja, el concejal al cargo del Eixample, Jordi Valls, dijo que no le constaba que el quiosco estuviera en desuso. Dio por buena la palabra del vecino, por supuesto, pero a su manera puso sobre la mesa que no siempre casa la información que consta en los expedientes municipales con la de la calle. Los quioscos, de hecho, son todo un caso aparte. Incluso en aquellos en que resulta evidente en que están abandonados el problema es que se trata de concesiones administrativas y su eliminación física es un procedimiento complejo.

Mesas en la acera, pese a tener una plataforma en la calzada.

Mesas en la acera, pese a tener una plataforma en la calzada. / JORDI OTIX

LAS TERRAZAS

Una de los inesperados efectos secundarios de la pandemia del covid fue que trajo a Barcelona la parisina solución urbanística de que las terrazas ocuparan el espacio tradicionalmente reservado al estacionamiento de vehículos, y que mesas, sillas y clientes, por decirlo de algún modo, ‘aparcaran’ en la calzada. Esa solución adoptada por salud pública tuvo su correspondiente marcha atrás en la mayor parte de la ciudad, pero se pretendió que fuera estructural donde fuera posible y aconsejable. La calle de Marina, entre València y Mallorca, es uno de esos lugares.

Es una calle sin tráfico. Lo perdió como consecuencia indirecta de los atentados de la Rambla de 2017. Se tomaron medidas extraordinarias de seguridad en la Sagrada Família cuando se supo que el templo era la primera opción de los terroristas. Pasados siete años, es un tramo de calle extraño. Allí aparcan las furgonetas de los Mossos d’Esquadra que vigilan la zona y, curiosamente, solo los vecinos caminan por la calzada, porque saben que no hay tráfico. Los bares y restaurantes, casi todos en el lado Besòs de la calle, instalaron plataformas de madera sobre el asfalto para colocar ahí sus mesas y sillas. Lo que sorprende a los vecinos es que una de ellas dispone de esa superficie e incluso así prefiere poner las mesas sobre la acera. Es otro desfiladero.

La infernal acera de Provença.

La infernal acera de Provença. / JORDI OTIX

LA ACERA INFERNAL

De la Sagrada Família se sabe cuál será su altura final (172,5 metros), se conoce como pretende la dirección de la obras que sea su acceso principal (una majestuosa escalinata que descienda hasta València desde el templo por encima de la calle de Mallorca), pero se ignora qué tipo de infierno se esculpirá a pie de calle en la Fachada de la Gloria, una escena miles de veces representada en la historia del arte, pero que llegado el siglo XXI habrá que reconsiderar muy seriamente. Ese tramo de calle, Mallorca entre Marina y Sardenya, lado mar, quizá podría ser inspirador. Es un infierno, aseguran los vecinos.

Se registran allí las mayores densidades de turistas por metro cuadrado de la ciudad. Es zona de paso de grupos, en una y otra dirección, puerta de entrada y salida de las tiendas de suvenirs más grandes del entorno y, a la par, lugar de estupefacción para no pocos visitantes. En las puertas de la finca de los números 410 a 414 de la calle de Mallorca, o sea, la amenazada de demolición si se lleva a cabo el proyecto de la escalinata, los vecinos han colocado llamativos carteles en los que reclaman a los guías turísticos que no mientan. No siempre sucede, pero algunos grupos se detienen ahí y piden a su guía que les explique el significado de esa acusación. Cuando eso pasa el punto negro se transforma en un punto negro muy gordo.

Acceso al metro, un cuello de botella.

Acceso al metro, un cuello de botella. / JORDI OTIX

EL METRO

Está prohibido colocar el teléfono en las escaleras de salida de la línea L2 del metro, la de plaza de Gaudí, para obtener un video o un ‘selfie’ que colgar en las redes sociales. La prohibición se desobedece cada cinco minutos, más o menos el tiempo que tarda en pasar un metro por esa estación y desencocha pasajeros. No es un ‘espectáculo’ apto para corazones sensibles. Qué mal y tarde recogen algunos ‘instagramers’ sus teléfonos. Se sufre. Pero para los vecinos de la zona, la boca de la discordia es la L5, en la esquina de Marina con Provença. Ocupa media acera y, aún así, resulta evidente que sus dimensiones son las de la boca de un embudo.

La marquesina del bus de Marina, por fin retirada, tras años fuera de servicio.

La marquesina del bus de Marina, por fin retirada, tras años fuera de servicio. / A. F.

LA PARADA FANTASMA

La ‘cara b’ de la Sagrada Família llega de forma frecuente a las redes sociales. Sirven para denunciar y, en ocasiones, parecen ser un remedio. Andreu Farràs, vecino del barrio, abrió esa espita días atrás para mostrar a lo que se enfrenta cada día cuando sale a la calle. Periodista durante décadas, supo resumir muy bien la situación con una batería de videos y comentarios. Entre los puntos negros que denunció estaba la más absurda de las paradas de bus de la ciudad, la de Marina, entre València y Mallorca, ese tramo de calle cortado al tráfico y por el que probablemente jamás volverá a transitar vehículos.

La marquesina seguía ahí, en pie, de modo que robaba para nada una porción de la acera, un bien muy escaso en esa parte del barrio. Fue retirada el pasado fin de semana. No es fruto de una reacción, aseguran fuentes municipales. Hay un plan de fondo para, dentro de lo posible, hacer más amable el entorno de la Sagrada Família. Se ejecutará a lo largo de los próximos meses para eliminar, justamente, puntos negros.

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