ENERGÍA

España se arma para rastrear todo el gas ruso e impedir ya su reventa

Gobierno y Enagás se adelantan cinco meses al plazo legal fijado por Bruselas y activan ya un sistema de trazabilidad total de las importaciones de gas de Rusia para cumplir la nueva prohibición comunitaria de reexportarlo fuera de la UE

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. / Efe

David Page

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La Unión Europea ha ido armando en los últimos años un sistema de sanciones económicas y comerciales contra Rusia para intentar golpear sus ingresos y entorpecer la financiación de la invasión militar de Ucrania por parte del Kremlin. Entre las medidas impuestas por los Veintisiete se incluía casi desde el primer momento el veto a las importaciones de petróleo procedentes de Rusia, pero habían quedado fuera de las restricciones las compras de gas natural. Ahora Europa ha empezado a mover ficha para castigar también el gas ruso, aunque de una manera parcial.

La Unión Europea aprobó pasado junio un nuevo paquete de sanciones comerciales contra el régimen de Vladimir Putin que incluye la prohibición de reexportar fuera de la UE gas natural licuado (GNL, el que se transporta en barco). Los estados miembros -también España- podrán permitir a las energéticas revender GNL ruso a otros países de la UE, pero no a países terceros de fuera de la Unión.

España, que se ha convertido en uno de los grandes hubs mundiales de comercialización de gas natural desde el terremoto provocado por la crisis energética, se adelanta a su socios europeos y ya ha diseñado el sistema para rastrear todo el gas ruso importado con el objetivo de impedir su reventa fuera de la UE y cumplir las nuevas directrices comunitarias.

Los estados miembros disponían hasta final de año para diseñar el modo de aplicación de las restricciones a la reventa de gas ruso, pero España se ha adelantado cinco meses a esa plazo máximo establecido por Bruselas. España no aplicará el bloqueo de las reexportaciones con carácter general hasta el 26 de marzo de 2025 para todos los contratos de reventa de gas firmados antes de la aprobación a finales de junio de la nueva normativa comunitaria, pero sí que ha activado el sistema para vetar operaciones para todos los acuerdos suscritos con posterioridad.

El Ministerio para la Transición Ecológica, comandado aún por la vicepresidenta Teresa Ribera, y Enagás, el gestor del sistema gasista español y de la red de gasoductos y de plantas de regasificación del país, han trabajado conjuntamente para diseñar y poner en marcha un método de trazabilidad de todo el gas procedente de Rusia y bloquear que las compañías energéticas puedan reenviarlo por barco a terceros países no comunitarios. Enagás comunicó el pasado 12 de agosto a todas las compañías energéticas que operan en el mercado español la fórmula de aplicación de las restricciones y su entrada en vigor en esa misma fecha.

Las compañías energéticas que pretendar cargar GNL en barcos desde España para su reventa fuera de la Unión Europea deben acreditar ya que el origen del gas no es Rusia y facilitar a Enagás información precisa y completa de su procedencia, según se recoge en la documentación oficial publicada sobre el modo de aplicación de las nuevas sanciones comerciales. Cuando una empresa gasista pretenda comercializar gas mediante buques metaneros desde España y con destino fuera de la UE deberá acreditar haber descargado en las plantas españolas en los quince días previos una cantidad de gas de procedencia no rusa igual o superior al que se pretende revender. "No será válida cualquier otra operación que impida al gestor técnico del sistema identificar claramente la trazabilidad del origen del GNL", subraya Enagás, que advierte de la denegación de todas las cargas de gas que las compañías no garanticen completamente que no proviene de Rusia.

España, gran destino de gas ruso

España sigue teniendo en Rusia uno de sus principales proveedores de gas y en los últimos meses incluso se ha colocado como segundo mayor suministrador, sólo por detrás de Argelia, según los datos de Enagás y de la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores). Las importaciones españolas de gas ruso crecieron un 35% el año pasado, hasta rozar los 72.700 gigavatios hora (GWh) equivalentes, y Rusia consolidó su posición como tercer mayor proveedor de gas del país con más de un 18% de las compras totales, por detrás de Argelia y de Estados Unidos.

España se ha convertido desde el inicio de la crisis energética en un gran receptor de gas ruso por barco para luego reexportarlo a otros países. Con la red de gasoductos entre Rusia y Europa en punto muerto, España se ha erigido en un destino prioritario para hacer llegar gas ruso por barco gracias a su enorme parque de plantas de regasificación (que concentra un tercio de toda la capacidad de la UE), para su posterior reventa a otros destinos. De hecho, España fue el año pasado en el país no productor que más gas vendió de todo el mundo. Ahora las empresas energéticas que operan en el mercado español podrán seguir reexportando el gas ruso, pero sólo si el destino final está dentro de la UE.

Una dificultad especial para España

España cuenta con un modelo gasista único que le va a obligar a sortear un problema particular para poner en marcha el sistema de trazabilidad del origen de todo el gas reexportado, hasta el punto de convertirse en uno de los grandes retos para ponerlo en marcha, según reconocen fuentes oficiales a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

España cuenta con un modelo de gestión de las entradas y salidas de gas de sus plantas que particular y que hace funcionar todo el sistema gasista nacional como si fuera un solo almacén gigantesco. Todo el gas que una compañía trae a España por gasoducto o por barco es como si se metiera a una hucha común y esa empresa puede sacar esa misma cantidad para revenderla por cualquier otro punto del país, por cualquier otro gasoducto o en barco desde otra planta de regasificación. Un modelo que dificultará el rastreo efectivo del gas ruso para impedir su reexportación fuera de Europa.

En otros países, el vendedor y el comprador de gas deben contratar el servicio de entrega en una misma planta de regasificación. El modelo de tanque agrupado, que así se llama el modelo español, permite que en España se pueda descargar un barco en una planta en Galicia y que otra compañía recoja esa misma cantidad en la planta del Puerto de Barcelona, a cientos de kilómetros de distancia. O el gas puede entrar en barco en Sagunto (Valencia) y acabar siendo comercializado a través de los gasoductos que unen España y Francia.

Un modelo que permite al sistema gasista español y a las comercializadoras que en él operan adaptarse más rápidamente para ajustar oferta y demanda cuando el suministro puede verse condicionado por un conflicto bélico, cuando hay una ola de frío, cuando falla uno de los barcos programados o si hay una avería. En pleno terremoto comercial por la crisis energética, funcionar como un gigantesco almacén único ha supuesto una ventaja para España frente a otros países y le ha permitido reforzar la seguridad de suministro y también colocarse como un gran centro de comercialización de gas.  Con el nuevo sistema de restricciones, las energéticas deberán demostrar que no viene de Rusia el gas revendido desde cualquiera de las plantas de regasificación y que haya podido entrar a España por otra instalación.