La ronda francesa

Pogacar compone su quinta sinfonía en el Tour

El jersey amarillo vuelve a ganar tras responder a un ataque de Jonas Vingegaard en los montes de Niza el día que resurgió Enric Mas para ser declarado el corredor más combativo, antes de la contrarreloj que cerrará la edición 2024 de la ronda francesa.

El Tourmalet: el Tour y el SOS del ciclismo español.

Pogacar celebra su quinta victoria en este Tour.

Pogacar celebra su quinta victoria en este Tour. / EP

Sergi López-Egea

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El Tour es una carrera en la que cada día se sabe quién ganará, como si etapa tras etapa fuese una crónica anunciada de la victoria de Tadej Pogacar. Ya lleva cinco antes de la contrarreloj final de este domingo en la que otra vez es el favorito. Ya suma 16 desde 2020. Que Eddy Merckx y Mark Cavendish empiecen a temblar porque como mantenga este ritmo unos cuantos años más los 34 triunfos del belga y los 35 del británico están en riesgo. Pogacar respira diferente a los demás. Él no es de este mundo. Ha nacido en un lugar secreto creado por los dioses del ciclismo.

Niza respiraba de buena mañana ciclismo por cada una de las calles, cerradas para que los vecinos amantes de la bici y los turistas pudieran recorrer los lugares por los que pasarían Pogacar y el resto de los mortales. El puerto servía para que los ciclistas, los que están cansados, todos menos uno, mirasen con envidia la playa, llena de bañistas pese a las piedras que reemplazan la arena.

Todos se disponían a vivir otra exhibición de Pogi, el que se divertía tanto que hasta se permitía vaciar el agua de su bidón sobre su novia Urska Zigart, corredora profesional, que lo esperaba para aplaudirlo en la cima de Braus, el primero de los cuatro puertos del día.

El empeño de Evenepoel

El Soudal le hacía la etapa y le ponía una alfombra amarilla sobre los calurosos montes de Niza para anunciarle a Pogacar que Remco Evenepoel iba a atacar para morir en el intento, la tumba en la que todos se han enterrado, incluido Jonas Vingegaard, el campeón desbancado.

Pudo ser el día de Enric Mas, que necesitaba creer en sí mismo para demostrar que sigue pedaleando con brillo. ¡Caray! Que ha sido dos veces segundo en la Vuelta y eso no se regala en la carretera. El ciclista mallorquín del Movistar puso el pundonor en la etapa para ser elegido el combativo del día, que es lo máximo a lo que puede aspirar un fugado del Tour antes de que Pogacar arranque por bulerías.

Enric Mas, en fuga.

Enric Mas, en fuga. / MOVISTAR / GETTYSPORT

Fue el Mas que vivió un duelo intenso con Richard Carapaz, que este domingo ganará la clasificación de la montaña porque Pogacar no puso mucho interés por acabar también como el rey de las cumbres del Tour, si no, de qué. Y el que se quedó con esa cara entre sorpresa y resignación cuando a 2.600 metros de la cima de la Couillole vio aparecer al monstruo amarillo en compañía de Vingegaard.

Con la mirada en la Vuelta

El mallorquín era hasta ahora un ciclista desanimado porque corría con unas piernas que no eran las suyas. “Ha sido un Tour muy difícil para mí, muy difícil, pero me marcho contento porque aquí y ahora he empezado mi cuenta atrás para la Vuelta”, que esto no para y en apenas un mes empieza la ronda española, que es su carrera. El Tour se le convierte en un Tourmalet.

Evenepoel, con la furia y compañía de Mikel Landa, quiso y no pudo, demarró, pero cuando atacó Vingegaard, el primero y el segundo de la general se quedaron solos para que Pogacar compusiera su quinta sinfonía en el Tour, antes de que este domingo cierre la carrera como el todopoderoso emperador del ciclismo. “En el deporte se trata siempre de ganar y, además, nos pagan para ello”, defendió entre los que absurdamente lo critican por su hambre voraz de victoria. 

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