Cata Menor

Restaurante Tritón (Baix Empordà): la marisquería de carretera donde no te clavan

 Este es uno de esos restaurantes secretos que conocen miles de personas: más de 40 años de servicio dan para una clientela leal

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El panegal a la plancha de la marisquería Tritón.

El panegal a la plancha de la marisquería Tritón. / Pau Arenós

Pau Arenós

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Tritón, en la carretera entre Torroella de Montgrí y Pals, aunque en el término municipal de Gualta, es uno de esos restaurantes secretos que conocen miles de personas. Más de 40 años de servicio dan para una clientela leal y para las nuevas incorporaciones, que de inmediato se adhieren a la cofradía de fieles.

El atractivo de su ubicación es ninguno, junto a un supermercado, aunque a una corta distancia aparece el camino que lleva a la desembocadura del Ter, adonde todavía regresa la angula, ya desmemoriada por culpa de las tropelías que padecen los milagros filamentos.

Facilidades para dejar el coche, algo que agradecen quienes se someten a los precios desalmados de los aparcamientos de Barcelona y a las plazas microscópicas y que requieren de las habilidades de un jugador de Tetris.

El 'peu de porc' con chipirones de Tritón.

El 'peu de porc' con chipirones de Tritón. / Pau Arenós

El título de ‘marisquería’ también es desincentivador, temerosos de los precios que dejan las manos como muñones. Demasiadas marisquerías que cobran el kilo de pescado a kilo de plutonio.

Sin embargo, quien haya llegado a este punto del artículo recibirá una buena noticia: en Tritón se come con solvencia y se paga con una prudencia inesperada. Un panegal entero a la plancha por 24,50 euros es la mejor noticia gastro del año. Se enorgullecen de comprar en las lonjas de Roses y Palamós. 

De inmediato señalo la competencia de los cocineros, Eduard Cateura y Marc Girona, probablemente desconocidos para la mayoría de los clientes porque han elegido la reserva en lugar de la exhibición.

El 'suquet' de anguila de la marisquería Tritón, en el Baix Empordà.

El 'suquet' de anguila de la marisquería Tritón, en el Baix Empordà. / Pau Arenós

He visto exactitud en los trabajos de plancha con el citado panegal y con el pagel. La plancha puede ser un instrumento de tortura que arranque pieles y carnes o una superficie que nacare y preserve interiores.

Para beber, la cariñena de Masia Carreras 2021 y, para comer, almejas gallegas también ‘planchadas’ y con abundante pimienta, medallones de ‘peu de porc’ (escriben ‘carpacho’ pero son gruesos: los prefiero así, con mordiente) con chipirones y cuatro ‘mongetes’.

El 'tataki' de atún y los canelones con tropezones de fuagrás rebajan mi interés, que remonta con las ancas de rana rebozadas y la magnificencia del ‘suquet’ de anguila (a mejorar el pan: la sustancia merece otra dignidad).

Tierra de humedales, ranas y anguilas desaparecieron de las orillas, pero está bien el recordatorio de que un día fueron reinas.

Termino con el ‘xuixo’ relleno de ‘recuit’ y helado de miel, despidiendo el verano, finales de agosto, con el sol que doblega el espíritu y afiliándome a este Tritón y a los buenos manejos de los pescados a la plancha.

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