Terreno 'fantasma'

El temor al amianto deja vacío un huerto urbano montado hace dos años en Barcelona

El ayuntamiento confía en abrir antes de que acabe 2024 una zona de cultivo encallada por la renuncia de la entidad a la que le fue concedida

Los vertederos ilegales de amianto se duplican en un año en Catalunya: "La gente se deshace de la uralita a lo bestia"

Las jardineras vacías en el huerto urbano instalado hace dos años en Diagonal Mar, en Barcelona.

Las jardineras vacías en el huerto urbano instalado hace dos años en Diagonal Mar, en Barcelona. / MANU MITRU

Jordi Ribalaygue

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En la parte baja de la Diagonal, 16 grandes jardineras rebosan tierra yerma, con algún que otro hierbajo despuntando sobre la superficie sin cultivar de los maceteros. La mala hierba se abre camino también entre las baldosas que pavimentan el terreno vallado, síntoma inconfundible de abandono. El ayuntamiento invirtió 168.834,14 euros en verano de 2022 en esa isleta, donde la avenida que atraviesa Barcelona confluye con las calles Fluvià y Pallars. La reforma convirtió un descampado usado como aparcamiento improvisado en lo que debía ser un huerto urbano. Sin embargo, nunca se ha labrado en ese rincón ignorado de la vía que ensarta la ciudad de cabo a rabo. Lleva ya casi dos años así.  

El vivero carece de hortalizas y verduras, pero tiene nombre. La cartela lo bautiza como ‘hort dels pebrots’. Es la misma denominación de la huerta que crecía unos metros más allá, al otro lado de la Diagonal. “Ahí llegamos a tener entre 120 y 130 personas que cosechaban productos para sus familias”, recuerda Manel Pascual, miembro de la Asociación Cultural y Social Bac de Roda. Todo estaba dispuesto para confiar el espacio a la entidad y que decenas de hogares que se proveían de alimento en un solar de Diagonal Mar se trasladaran de ubicación, obligados porque la parcela que antes labraban iba a ajardinarse.

Sin embargo, Pascual cuenta cómo dos contratiempos dieron al traste con la mudanza: discrepancias sobre la gestión con el ayuntamiento y la amenaza del amianto. "No era el lugar que queríamos, es una decena parte o menos de lo que teníamos antes, con lo que no daba cobertura a toda la gente. Y, encima, hay el problema del amianto", señala.

Material nocivo

Una gran pared forrada con fibrocemento se alza a unos 60 metros del huerto urbano sin estrenar, en unas antiguas naves que cargan con unos 3.000 metros cuadrados de este material extendido en la construcción durante la segunda mitad del siglo XX y que contiene amianto. La sustancia tóxica envuelve el edificio --alberga un gimnasio y otros negocios--, próximo a un bloque de viviendas y frente al colegio Fluvià. 

Una pintura aislante recubre el componente, aunque se observan algunos desconchados. El amianto resulta peligroso cuando se deteriora y desprende polvo. La asociación de familias de alumnos de la escuela pidió con reiteración en cursos pasados que se retirara la sustancia potencialmente cancerígena. Las demandas no se han atendido por ahora. "La nave se debe derribar en un futuro. Se hizo una inversión para encapsular el fibrocemento y pedimos que no fuera una medida de larga duración, sino que sirviera para una temporada y se avanzara en el plan de retirada", recuerda Pascual.

Una pared forrada con fibrocemento encapsulado con pintura aislante en un edificio de la calle Fluvià, en Barcelona.

Una pared forrada con fibrocemento encapsulado con pintura aislante en un edificio de la calle Fluvià, en Barcelona. / MANU MITRU

La inquietud de los padres de los escolares, sumada a la expresada por algunos colectivos vecinales, vino a dar la puntilla al proyecto agrícola. “Antes de saber que las naves tenían amianto, pensábamos que el terreno valía la pena --atestigua Pascual--. Nos pidieron que presentáramos un proyecto nuevo, sin que tuviéramos la convicción de que se aceptara y no tuviéramos que presentarnos a un concurso. Luego vino lo del amianto. No fue el hecho definitivo, pero fue un punto más cuando teníamos casi decidido descartar el uso del espacio. Así que renunciamos a la gestión”. 

Concurso desierto

Tenga o no que ver con la presencia de asbesto en las inmediaciones, lo cierto es que el ayuntamiento no ha logrado abrir hasta ahora la parcela ni que empiecen a plantarse semillas en las jardineras. Tampoco se encontró otro sitio donde reubicar a las decenas de personas que araban la tierra en la parte baja de la Diagonal. "Lo que teníamos se ha perdido", lamenta Pascual.

El distrito de Sant Martí explica que el Instituto de Parques y Jardines incluyó el huerto vacío de Diagonal Mar en la lista de los que salieron a licitación en el primer semestre de 2024. “En este caso, quedó desierto. Este huerto no ha tenido uso desde que finalizaron las obras”, reconoce.

A su vez, el distrito afirma que se halla en trámites para conceder un “uso provisional” del solar, otorgándolo a una entidad. El ayuntamiento prevé que el vivero salga del letargo “antes de finalizar el año”. De momento, el cartel colgado en la valla sigue reservando un hueco en blanco para el nombre de la asociación a la que se ceda el espacio, que se precia de ser “verde”, “ecológico” y “comunitario”.

Techo de fibrocemento con amianto encapsulado por pintura aislante en la calle Fluvià, en Barcelona.

Techo de fibrocemento con amianto encapsulado por pintura aislante en la calle Fluvià, en Barcelona. / MANU MITRU

Cuando la isleta iba a remodelarse hace un par de años, el ayuntamiento negó que la cosecha pudiera verse corrompida por la contaminación. De hecho, se optó por instalar los maceteros para no sembrar en el suelo.

Al contratarse las obras para acondicionar el antiguo garaje al aire libre, algunos movimientos asociativos se declararon escépticos con que el descampado fuera un emplazamiento idóneo para la labranza. “En un sitio donde hay uralita y donde pasan coches constantemente porque hay dos gasolineras cerca, ¿se tiene que poner un huerto urbano? Más valdría que quitaran las vallas y las jardineras”, opina el Movimiento Diagonal Mar. El ayuntamiento opone que no tiene intención de buscar otro fin al solar que no sea dedicarlo a cultivo.

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