Las atracciones de las fiestas de Sants agotan a sus nuevos vecinos: "Si la feria se queda, me cambio de piso"

La reubicación de la feria de atracciones de la Fiesta Mayor de Sants 2024 en la rambla de Badal y la rambla de Brasil de Barcelona ha generado malestar entre algunos vecinos, debido al ruido que genera justo enfrente de sus casas. Algunos feriantes -y pocos residentes de la zona- defienden esta nueva localización por atraer a un público más familiar en comparación con la anterior. La feria históricamente estaba situada en las cercanías de la estación de Sants, que inicia una gran reforma del entorno. En ese emplazamiento apenas había viviendas cerca, pero debido a las obras en curso, la feria ha tenido que trasladarse al único sitio disponible para albergarla en los alrededores. El cambio de ubicación, pese a ser polémico, será definitivo.

Marcos Orus, presidente del Gremio de Feriantes de Barcelona, ha contado a EL PERIÓDICO cómo los trabajadores de la feria de Sants se están adaptando a un cambio que "ha sido forzado". Orus, que regenta la atracción “Tokito Guay”, comenta que el primer día tenían "miedo" de cómo respondería el público general, pero ahora les está yendo "bastante bien" y no están "descontentos". La nueva ubicación, sostiene, atrae a más familias porque se ve "menos delincuencia" en la zona y la afluencia es más diurna.

Sin embargo, la acogida entre los vecinos no ha sido óptima: “Ha habido quejas por algunas atracciones, aunque intentamos resolver cualquier incidencia", explica el presidente. Para evitar conflictos, los feriantes paran la música ambiental a las 23:00h, la cual según Orus "nunca supera los 90 dB". Por otra parte, apunta que el horario de apertura de las atracciones termina a las 02:00h entre semana, y solo los viernes y sábado se alarga hasta las 03:00h. Aun que podrían, "casi ningún día" han llegado a abrir hasta tan tarde para no contribuir más al malestar vecinal.

El esfuerzo de los trabajadores para facilitar la convivencia entre la feria y los vecinos no ha evitado que haya habido reclamaciones. El distrito de Sants ha recibido tres instancias -"todas arregladas", según Marcos-, por el Bingo, un generador y la atracción más polémica de todas, "La Uve" o "V". Sobre esta última, Orus asume que "es la que puede causar más molestias" pero recalca que deben "poner atracciones para todos los públicos".

“No puedo más”

Los vecinos de la rambla de Badal que viven justo enfrente de “La Uve” no comparten la visión del presidente. Están hartos del ruido que genera la atracción. Su recorrido vertiginoso, que se asemeja a la forma de la letra, de ahí su nombre, y la alta velocidad a la que dispara a los valientes que se atreven a montar, además de ocasionar estruendo al pasar por los raíles, también provoca gritos constantes que muy probablemente superan los 90 dB. Para Laura de Jesús (27), cuya ventana exterior da justo enfrente de la “V”, esta situación es "horrible": “No puedo más. Me levanto a las 4:00h de la mañana y solo me dejan dormir cuatro horas. A medianoche siguen haciendo ruido. Si sigue así, escribiré una carta de queja”, comenta la joven, ansiosa al pensar que durante las siguientes noches tampoco podrá dormir.

José Luis Ortega (53), vecino y presidente de la escalera, tampoco lleva bien la reubicación de la actividad. El calor y el bochorno veraniegos le obligan a abrir las ventanas, pues no tiene aire acondicionado. Inevitablemente, el ruido procedente de la atracción lo invade todo. “Los de esta zona somos los peor tratados de toda la rambla”, se queja Ortega por el infortunio de vivir frente al tramo más polémico de la feria, además de por el descuido que su calle sufre en comparación con otras del vecindario. Para José Luis, las atracciones “no aportan nada al barrio”, ya que hay muchas mejoras que hacer primero: “Si la feria se queda permanentemente, me cambio de piso”, afirma.

A varios metros de la “V” vive José Luis Gimeno (74), quien opina que "todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida". No le molesta el ruido de la feria y por las noches asegura que se queda "frito". No obstante, tiene dos propuestas. La primera es que "los vecinos tengan un bono de descuento para que los niños puedan subir a las atracciones sin pagar tanto", y la segunda, que haya "más coches de policía" que controlen la feria y sus alrededores.

“Aquí las familias pasean, no es lo mismo”

Aunque vecinos como Gimeno piden más patrullaje, algunos feriantes opinan que en esta nueva ubicación el entorno es más seguro y que, por lo tanto, más familias se acercan. Así lo siente Carlos Barceló (67), dueño de la atracción “Rally Mallol Show”, quien lleva trabajando en las fiestas de Sants prácticamente toda su vida. “El público que venía a la estación no era este, era más revoltoso. Aquí las familias pasean, no es lo mismo”, explica Barceló, quien señala que la feria ha perdido parte de su clientela más nocturna. Por otra parte, encontrar un lugar donde reubicarla dentro de Sants no ha sido tarea fácil. El visto bueno por parte del ayuntamiento para celebrar la feria en la rambla de Badal y Brasil ha sido "una salvación” para Barceló y el resto de feriantes.

Pedro Durán (51) es dueño de “Jungle King”, la colosal atracción que hay junto a la de Barceló. Aunque también opina que “el público no tiene nada que ver con el de antes”, pues “no hay tanto ambiente nocturno y de gamberrismo”, prefiere la antigua ubicación. “Por comodidad prefiero el otro espacio porque es más ancho. No es fácil estar aquí para los que tenemos que montar atracciones tan grandes”, se queja. Durán considera que su tramo de la rambla es demasiado estrecho. En la estación de Sants, rememora, las atracciones no estaban “tan cerca de los vecinos”, cuyas quejas comprende. Las ganancias, eso sí, al menos son “parecidas”.

Cerca de donde empieza la rambla de Brasil, enfrente de la parada de Orus, la vecina Elena Pérez (67) teme que el parking que hay debajo de la rambla no pueda aguantar todo el peso de la feria. “No está hecho para aguantar esto”, considera. La verdad es que ella tampoco lo está: “Aunque entiendo que es su trabajo, no quiero que la feria se quede para siempre. Estoy harta de las luces, me molestan por las noches, y también de respirar el humo y el olor que proviene de las cocinas y de la gasolina”, confiesa Pérez, exhausta.

En el extremo opuesto de la “V”, donde acaba la feria de Sants y empieza el barrio de Les Corts, los vecinos están, por lo general, más tranquilos con la situación. Carme Giménez (62) vive enfrente de la clásica atracción de “La Rana”, pero como su ventana da al interior, le “da igual”. Algún vecino, afirma Giménez, “sí que ha soltado algún socorro” por el ruido y los varios focos de luz que proyecta la atracción y que invaden las casas, pero ella está tranquila. Tampoco le molesta la feria de la Fiesta Mayor de Les Corts, que también se ubicará al lado de su casa del 4 al 13 de octubre.

A Sergi Mora (28), que vive al lado, tampoco le importa que las dos ferias se celebren en un espacio aledaño en un margen tan corto de tiempo. Sin embargo, su ventana da al exterior y los gritos de la gente eufórica en “La Rana” le empiezan a cansar: “Ahora hay gente gritando durante todo el día. El ruido constante es molesto. Son muchos días de feria”, comenta. No obstante, puede aprender a tolerar la nueva realidad y aceptar la convivencia anual con la feria de las Fiestas de Sants, admite el joven, puesto que el ambiente es “más tranquilo que el de la estación”.

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