Recorrido de madrugada

Las playas de Barcelona, un gran dormitorio al fresco: "No puedes estar en casa por el calor"

Pernoctadores de todos los perfiles desafían la ordenanza municipal de civismo, que prohíbe acampar o dormir en la arena

Noches tórridas, casi infernales: Barcelona lleva casi un mes yéndose a dormir a más de 25 grados

Alba Zaplana

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Las playas de Barcelona se transforman durante las noches de los meses más calurosos del año en dormitorios informales y lugares extraoficiales donde pernoctar. Aunque la ordenanza municipal de civismo prohíbe acampar o pasar la noche en espacios públicos, basta con acercarse a alguno de los once arenales de la ciudad una de las muchas madrugadas tórridas de este agosto para constatar la alta afluencia de barceloneses y turistas.

Los motivos para desafiar la normativa son muy variados: desde botellón con amigos y viajes sin presupuesto hasta falta de techo o viviendas sofocantes. En las playas de la Barceloneta, los pernoctadores son muy frecuentes. EL PERIÓDICO conversó con más de veinte la noche del martes al miércoles de esta semana y contabilizó una docena de tiendas de campaña esparcidas por las cuatro playas del barrio marinero.

Prohibido por la ordenanza de civismo

El ayuntamiento tiene constancia de las pernoctaciones en la Barceloneta y, de hecho, asegura que "está realizando un diagnóstico del perfil de personas" que acuden a la arena para "actuar según marque la ordenanza de civismo". Dicha normativa es muy clara al prohibir "usos impropios de los espacios públicos y de sus elementos", como instalarse en “tiendas de campaña, vehículos, autocaravanas y caravanas”. Tampoco permite adueñarse de bancos u otro mobiliario, bañarse en lagos o lavar ropa en fuentes.

No obstante, cuando se trata de personas en situación de exclusión social, el consistorio prevé que "no se proceda a la denuncia y se coordine cualquier actuación con los servicios sociales".

Barcelona 07/07/24 Barcelona. La gente busca refrescarse en el mar y dormir en la playa por las noches calurosas. AUTOR: MANU MITRU

Pernoctadores mientras esperan que los servicios de limpieza terminen sus labores. En el fondo, un coche de policía portuaria. / MANU MITRU / EPC

Coincide con la voz municipal el testimonio de un agente de la policía portuaria que hacía su ronda por la Barceloneta este martes. Sostenía que no se sanciona ni se echa de la playa a nadie que no tenga una alternativa habitacional. Y estimaba que la pernoctación en los arenales de la capital “no ha aumentado con los años”.

El aire acondicionado "sale demasiado caro"

El calor es un factor clave en las pernoctaciones estivales. Las posibilita y en cierto modo las impulsa. Lo ejemplifican Abdel H. (27), Ahmed Daha (27) y Abdel T. (28). Sentados sobre un amplio pareo azul y fumando una cachimba, el grupo de amigos calcula que se quedará en la zona hasta las cinco de la madrugada. Les gustaría quedarse a dormir, como hacen en la playa de Castelldefels, pero aquí no se sienten tan seguros. A Ahmed ya le robaron los zapatos una vez.

De todas formas, Daha sostiene que ha regresado en busca de frescor: “No puedes estar en casa por el calor. ¡No corre el aire!”. Vive en Torre Baró y aunque tiene la suerte de tener aire acondicionado en su hogar, no lo enciende “porque sale demasiado caro”. No es un caso aislado: una reciente encuesta del AMB y el Institut Metròpoli señala que más de un 60% de vecinos de barrios vulnerables tiene este aparato, pero un 30,7% apenas lo usa por la factura.

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Abdel H. (27), Ahmed Daha (27) y Abdel T. (28) huyen del calor / MANU MITRU / EPC

A escasos metros de la fina línea de sal que dejan las olas, Yadira Rodríguez (32) y Carlos Ontiveros (31) están de cena romántica. La luz de las velas da la bienvenida a su tienda de campaña, que han instalado por tercera vez en la playa de Sant Miquel. El calor en su casa, en el barrio de Sant Gervasi, es para Yadira una de las razones clave de la acampada. Para Carlos, es la necesidad de relajarse “del estrés del trabajo”. La pareja se quedará a ver el amanecer pero no dormirá, porque también les “da desconfianza”.

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Yadira Rodríguez (32) y Carlos Ontiveros (31) en su tienda de campaña / MANU MITRU / EPC

En unos años, puede que esta pareja termine como la familia Fernández, que acampa hacia el final de la Barceloneta. Formada por José (59), Jackie (49) y Jane (20), de origen filipino, vienen a pasar la noche en la playa para disfrutar de ella. Entre bailes perfectamente coreografiados, pasan un buen rato. “Estamos muy emocionados”, dice José, ya que es la primera vez que acampa con la hija. Hace diez años vino solo con su mujer y ahora repiten con Jane, explica. Aseguran que sí dormirán en la tienda, aunque José se plantea quedarse despierto para vigilar las pertenencias.

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La familia Fernández baila junto a su tienda de campaña. / MANU MITRU / EPC

Temporada alta muy cara

En otros casos, el calor es circunstancial. A la orilla de la playa de Sant Sebastià, junto a unas rocas que separan la arena del lujoso Hotel Vela, acampan en una vieja tienda azul Damian Marashek, Amelia Guzek y Maciej Mikołajczyk. Tienen entre 18 y 20 años y vienen con otra amiga, que se está bañando en el mar. El viaje de Interrail que hacen por toda Europa ha traído a estos jóvenes polacos hasta Barcelona. Solo se quedan una noche más, dos días en total, porque dicen que no tienen dinero. Escogieron la playa como dormitorio para ahorrarse el alojamiento: “No nos da miedo que vengan a robarnos porque no tenemos nada de valor”, defiende despreocupado Damian, que tiene esparcida toda su ropa por las rocas, junto a la de sus amigos.

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Damian Marashek, Amelia Guzek y Maciej Mikołajczyk en su tienda de campaña junto al Hotel Vela / MANU MITRU / EPC

El bolsillo también ha llevado a la arena a Amine Tabani y Akram Zeddouri, ambos de 26 años y de vacaciones. Aunque las vistas al mar influyen, el verdadero motivo, reconoce Tabani, es la dificultad de encontrar alojamiento barato en Barcelona durante la temporada alta: “No pudimos alojarnos en otro sitio, los lugares más económicos están todos llenos”. Ambos residen en Francia y para Amine esta es la primera visita a la capital catalana. Acaba de llegar de su viaje por Alicante, aunque allí no durmió en la playa. Akram, sin embargo, ya lleva siete días durmiendo en la Barceloneta.

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Amine Tabani y Akram Zeddouri acampando en la Barceloneta durante sus vacaciones / MANU MITRU / EPC

Las vistas y la tranquilidad intermitente también han influido en que los ocupantes de la tienda vecina a la de Amine y Akram hayan escogido la Barceloneta para dormir. Luis T. (25), Mohamed Galil (28) y Satih Alhayel (23) llevan diez días durmiendo en la playa, aunque en su caso compaginan la arena con una cama de hotel. Vienen de Holanda y son originarios de Siria, dos de ellos hijos de refugiados de guerra. En su país de residencia también van a dormir a la playa. En el lugar en el que están acampados se sienten “muy a gusto”, aunque opinan que la policía holandesa les "trata mejor”.

Justo entonces, irónicamente, les aborda el agente de la policía portuaria. Con tono directo, casi brusco, les pide abandonar el lugar porque debe pasar el camión de la limpieza. Sin embargo, como ya han hecho las otras noches, se alejarán de la zona un rato y luego volverán. Así lo suelen hacer la mayoría de campistas. Esperan en el paseo marítimo y cuando la arena está despejada, regresan al mismo lugar en el que estaban.

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Los servicios de limpieza actúan en la Barceloneta mientras que los pernoctadores esperan para regresar a sus lugares / MANU MITRU / EPC

Los servicios de limpieza disparan cañonazos de agua de mar a la arena para limpiarla y, de propina, refrescar el ambiente de la tórrida noche. En Ciutat Vella hace un mes que los termómetros no bajan de los 25º entre las 21h y las 00h.

Fiesteros nómadas

Cerca de un cañón de agua municipal está Mouza Zeroual (32) junto a su grupo de amigos. Vienen de Sant Andreu de la Barca. Cubata y móvil en mano, Mouza explica que les gusta este lugar por su tranquilidad: “Hay seguridad, hemos ido a otras playas y no es lo mismo”. El joven agradece el patrullaje en las inmediaciones, si bien también le encanta el jolgorio que se genera en la zona. Según lo que les depare la noche, calcula que se quedarán hasta las 4h o 5h de la madrugada. Probablemente, no serán los únicos, porque hay un perfil de pernoctador cuyo motivo principal para acampar en la playa es la fiesta.

Barcelona 07/07/24 Barcelona. La gente busca refrescarse en el mar y dormir en la playa por las noches calurosas. AUTOR: MANU MITRU

Mouza Zeroual junto a su grupo de amigos. En ese instante los servicios de limpieza limpian y despejan las playas. / MANU MITRU / EPC

Santiago Hurtado (19) y Ariel Intriago (25) encajan en este segmento. Santiago, que vive en el barrio de Sant Roc de Badalona, lleva cinco días instalado en la playa. No lleva ninguna tienda de campaña ni la necesita, pues no ha dormido demasiado. Junto a su grupo de amigos, han estado de fiesta por las playas de Ocata, la Barceloneta, la Vila Olímpica... Por casi toda la costa barcelonesa. Aprovechan momentos del día para echar un sueño.

"Me lo robaron todo"

La inseguridad en algunos puntos de la costa barcelonesa parece ser más disuasoria que la ordenanza de civismo. Valentino S. (30), artista y músico urbano, duda si volverá a dormir en cualquier playa de la Barceloneta: “El año pasado fui a pasar la noche en Bogatell con mi pareja. Me lo robaron todo, incluidas las llaves de mi local, el teléfono, el reloj y hasta las bambas”. Después de esa experiencia, admite, “es complicado que lo vuelva a repetir”.

Al final del Somorrostro hay dos tiendas de campaña alejadas del gentío que a las 2h de la mañana sigue esparcido por la Barceloneta. Frente a una de ellas está el africano Yaya S. Pese a haber llegado en patera, le gusta estar cerca del mar. Es el motivo por el que ha acampado allí junto a su amigo, aduce, pero termina por confesar que ninguno de los dos tiene otra alternativa. Su compañero ya lleva cinco meses viviendo en la Barceloneta.

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