En Consell de Cent
Una residencia de ancianos de Barcelona, amenazada por la reconversión de un bloque en pisos de lujo
Un geriátrico del Eixample se enfrenta a tener que dejar el domicilio que ocupa desde hace casi medio siglo en una finca adquirida por un fondo de inversión y reformada para vender las viviendas revalorizadas de precio
La Dreta de l'Eixample destina cada mes una finca completa a pisos de lujo
Jordi Ribalaygue
Periodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
Si nada lo remedia ni nadie se compadece, los 16 ancianos alojados en un geriátrico en pleno centro de Barcelona y los 47 trabajadores que los auxilian deberán buscar un lugar donde mudarse para no quedarse en la calle de aquí a un año. La residencia Les Saleses lleva casi medio siglo en el número 403 de Consell de Cent, instalada en un principal de generosas dimensiones para comodidad de sus habitantes. Son dependientes en mayor o menor grado -la mayoría rebasa los 90 años y alguno, los 100- y casi todos han vivido siempre en el Eixample. Sus hijos sienten que se ha convertido en el hogar de sus padres. Sin embargo, el pequeño asilo corre riesgo de desaparecer cuando el alquiler venza en julio de 2025 y ser sustituido por un apartamento de lujo.
Al igual que ha ocurrido con al menos 98 fincas del entorno e identificadas por la Asociación de Vecinos de la Dreta de l’Eixample, un fondo de inversión adquirió el bloque entero donde la residencia se halla. Optimum Re Spain lo compró en 2016 y fue rescindiendo a todos los inquilinos. El inmueble quedó casi vacío, a excepción del geriátrico, y se sometió a una intensa reforma durante unos tres años, con la pandemia entre medio. “Pasamos todo el covid con ruido, había cortes de luz, olía mal, el ascensor fallaba a veces y no podíamos bajar con nuestros padres... Fue durísimo”, recuerdan las familias.
El patrón coincide con el de otras escaleras en que, una vez remodeladas, las viviendas se han revalorizado. Uno de los domicilios de Consell de Cent, 403 se publicita por 1,39 millones de euros. “Situado en un oasis urbano, este piso se encuentra en una calle recientemente nombrada como una de las 10 mejores del mundo”, destaca el anuncio, que califica el apartamento como “una obra de arte habitable” y “una oportunidad única para quienes buscan un estilo de vida exclusivo en el corazón de Barcelona”.
El precio de referencia para arrendar el domicilio que alberga la residencia ha crecido un 64% desde que el fondo de inversión se hizo con la titularidad, según una estimación de Idealista. El mismo portal calcula que el valor de venta de los 351 metros cuadrados que el geriátrico ocupa puede ascender a 1,91 millones de euros, un 39% más que hace ocho años.
Inmobiliarias tras la vivienda
La matriz de Optimum Re Spain, BMB CAP, responde a EL PERIÓDICO que ha traspasado el piso del asilo. “Esta semana nos han avisado por burofax”, corrobora Oriol Agulló, director de la residencia. Recuerda que, cuando se hizo con las riendas en 2019, “ya no quedaba nadie” más en el bloque.
“El fondo siempre nos dijo que no nos renovaría el contrato cuando acabara”, afirma Agulló. Está a la espera de que el abogado que les asesora conozca las intenciones de los nuevos dueños. Por ahora, le han notificado el número de cuenta extranjero donde ingresar la renta hasta que el acuerdo se agote.
Posibles compradores han querido visitar la residencia en las últimas semanas. “La ubicación es muy golosa”, admite el director. Una pareja de ‘expats’ y una mujer tuvieron ocasión de inspeccionarla hace un mes. “Recibí aquellas dos visitas y dije que se acabó -relata Agulló-. En una de las ellas, venían con seis o siete personas de una inmobiliaria. Les dije que no hiciéramos payasadas y que no podía subir tanta gente. Enseñé un poco el piso a la pareja, lo vieron con los residentes y los trabajadores. Preguntaron si teníamos que marcharnos. También me llamaron de inmobiliarias y les colgué el teléfono. Dije a la propiedad que no abriría la puerta a nadie más”.
Algunos ancianos se percataron del vaivén e intuyeron el motivo. “No le dijimos a mi madre que deberá salir de aquí, pero se enteró de que la residencia tendrá que marcharse. Le creó ansiedad”, confiesa el hijo de una residente. “Mi madre tiene más de 100 años y le he dicho que no sufra, que habrá solución”, reconoce otra hija. “¿Cómo pueden coger a un colectivo tan vulnerable y dejarlo en la calle de un día para otro? Y cuando nosotros necesitemos las residencias, ¿también las estarán cerrando?”, pregunta.
A la búsqueda de cobijo
El geriátrico rastrea dónde trasladarse. “La propiedad no nos ofreció nada, nos hemos movido por nuestra cuenta”, da fe Agulló. Les Saleses cuenta con dos pisos más en las calles València y Aragó, también con un número bajo de plazas. La incertidumbre empieza a planear sobre ellas: los alquileres concluyen en 2028.
La entidad sin ánimo de lucro que gestiona las tres residencias se planteó desplazarse a un edificio para 75 personas en Santa Coloma de Gramenet. “En Barcelona era imposible, por los precios”, alega Agulló. La idea era compartimentar el inmueble en núcleos de convivencia reducidos, a imitación del modelo que ha implantado en el Eixample. Sin embargo, la inflación encareció el presupuesto y frustró la operación.
La residencia tantea varias alternativas para dar con un acomodo cercano. Por ejemplo, algún domicilio deshabitado en manos de una administración pública. El distrito del Eixample asegura que mira de echar una mano al geriátrico “en la búsqueda de espacios", si bien avisa de "la falta de plazas”. El Departament de Drets Socials dice que está "explorando posibles vías de respuesta". Manifiesta "preocupación" por que "la presión del mercado inmobiliario tiene un impacto importante sobre los servicios sociales en suelo residencial".
Les Saleses también se plantea pedir una ampliación del arrendamiento, aunque sea a costa de una penalización, para ganar tiempo hasta localizar un inmueble. El plan B es prestar atención domiciliaria, de modo que los empleados atiendan a los ancianos en sus casas mientras no prospere un realojo.
Las familias abogan por agotar las opciones para que sus mayores se queden en Consell de Cent. “Aquí no se sienten en un lugar extraño. No se les puede desarraigar”, expresan. Cuentan que han visto personas subiendo y bajando con ‘trolleys’ por la escalera. Este medio fue testigo de una familia que abandonaba el edificio cargada de maletas. “Todo el barrio es turístico y echan a los vecinos del barrio”, censuran.
Algunos de ellos instan a la Generalitat y el Ayuntamiento a frenar la posible expulsión. “No lo deberían permitir. Es un caso de falta de sensibilidad por un ánimo lucrativo”, recriminan.
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