En Nou Barris

Medio siglo de la atrevida apuesta por el catalán de un colegio del franquismo en Barcelona

El actual IE El Molí implementó una clase extraescolar gracias al impulso de un padre y de Òmnium Cultural

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Vista aérea del 'Institut Escola El Molí', antiguamente el 'Colegio Nacional Cardenal Cisneros'.

Vista aérea del 'Institut Escola El Molí', antiguamente el 'Colegio Nacional Cardenal Cisneros'. / Jose María Medina

Pol Langa

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La comunidad educativa del distrito barcelonés de Nou Barris está de celebración. El antiguo Colegio Nacional Cardenal Cisneros, actualmente Institut Escola El Molí, cumple 50 años. Sus exalumnos y claustro lo han celebrado con una exposición que rememora los primeros pasos de uno de los centros más importantes del inicio de la escolarización en catalán en Barcelona. Apostó por esta asignatura cuando nadie lo hacía y abrió una grieta en la política lingüística de la dictadura. Un acto la semana pasada repasó la trayectoria de la escuela y su aportación.

Algunas de las personalidades del 'Cisneros' durante el acto del 50 aniversario del colegio, con Rafael Delgado tomando la palabra.

Algunas de las personalidades del 'Cisneros' durante el acto del 50 aniversario del colegio, con Rafael Delgado tomando la palabra. / Jose Maria Medina

El 11 de marzo de 1974 abría sus puertas por primera vez el nuevo colegio de la mano del alcalde franquista del momento, Enric Masó, y con la presencia del entonces presidente de la Diputación de Barcelona y Procurador en las Cortes, Joan Antoni Samaranch, en el 57-63 de la calle Molí con la calle Tissó. “Tenía capacidad para 1.500 alumnos”, indica Jose María Medina, exalumno y miembro del Archivo Histórico de Roquetes-Nou Barris. Las crónicas de la época lo describen como uno de los centros “mejor dotados”, ya que ofrecía prestaciones que los barrios de La Prosperitat, Roquetes o Verdum todavía no tenían.

Con la construcción del equipamiento educativo se resolvía una de las peticiones del vecindario, que querían escolarizar a sus hijos en un espacio digno, ante la falta evidente de colegios públicos en la zona. Pese a ello, el proyecto llevaba sobre la mesa 17 años sin arrancar del todo. Incluso se llegaron a habilitar unos viejos vagones de tranvía como aulas -apodados 'Los Escuelones'- para dar respuesta a las necesidades urgentes de las familias.

Primer centro público con la asignatura de catalán

“El Cisneros fue el primer ‘Colegio Nacional’ que impartió catalán en Barcelona”, defiende Rafael Delgado, una figura clave en el progreso del distrito más joven de la capital. Nació en 1939 en el municipio andaluz de Linares y es una eminencia sobre el tejido asociativo de Nou Barris.

Fue fundamental su papel en la Asociación de Padres de Alumnos (APA) del ‘Cisneros’, esfuerzo que posteriormente le llevaría a ser condecorado con la medalla de honor de la ciudad otorgada por el Ayuntamiento de Barcelona en dos ocasiones. La primera la recibió en 2002 por su labor personal y la segunda en 2012 como integrante del Centre Cultural Els Propis, que presidió durante más de 20 años. Incluso tiene un cabezudo que le homenajea y que sale durante las fiestas del distrito.

Rafael Delgado y Jose María Medina

Rafael Delgado y Jose María Medina. / Pol Langa Sebstià

“Había algunas academias privadas catalanistas que ya trabajaban en catalán, aunque a nivel público fuimos los primeros”, sentencia Delgado. El inicio de las clases de catalán en el curso 1974-75 se consiguió gracias al trabajo del APA del centro y la colaboración de Òmnium Cultural.

En este sentido, el presidente de la entidad catalanista, Xavier Antich, destaca “el grandísimo trabajo que hizo Òmnium durante los años 60 y 70, promoviendo la enseñanza del catalán, fue ingente”. El ente articuló una red de profesores que puso “las bases del modelo de escuela catalana”, que es un ejemplo de “éxito, igualdad de oportunidades y cohesión social”.

"Aprender catalán era básico para que los niños tuvieran más salidas laborales"

Rafael Delgado

Por su parte, Delgado comparte la opinión: “Era obvio, aprender catalán era básico para que los niños tuvieran más salidas laborales en el futuro”. Esta vertiente igualitaria de la lengua también fue el argumento motor del primer colegio de Catalunya que implantó el catalán en su programa educativo, el Frederic Pòrcel de Santa Coloma de Gramenet.

Aunque Òmnium no puede asegurar que el ‘Cisneros’ fuera “el primer colegio” público o privado en Barcelona, sí que subraya que fue uno de los pioneros. Antich asegura que gracias a su labor “el número de aprendices aumentó exponencialmente cada año”. Este trabajo permitió que solo en Barcelona se pudiera transmitir el catalán a 19.000 alumnos de centros educativos de todo tipo entre los años 1974 y 1975, antes de la llegada de la ‘Llei de Normalització Lingüística’, que no se aprobó hasta 1983.

La incorporación de la lengua catalana en el colegio del barrio de La Prosperitat se decidió conjuntamente entre las familias, que votaron a favor de la propuesta impulsada por Delgado en asamblea. “Durante la votación vino la policía y nos dijo que no podíamos hacer eso, seguramente avisada por algún padre que estaba en contra. Conseguí que nos dejaran terminar porque les hice entender que el catalán era algo básico también para el futuro de sus hijos si querían quedarse a vivir en Catalunya. Después, incluso el que les avisó terminó votando a favor”, recuerda.

Boletín de notas del 'Cisneros' en los inicios del catalán en las aulas.

Boletín de notas del 'Cisneros' en los inicios del catalán en las aulas. / Jose María Medina

Tras unos primeros cursos donde las clases se daban en horario extraescolar, a partir del 1978 la asignatura pasó a formar parte del currículum y los profesores ‘voluntarios’ de Òmnium Cultural empezaron a ejercer como docentes de pleno derecho del colegio.

Medina recuerda que para los alumnos el catalán era "una asignatura más” y que no le daban la importancia que sí que le conferían las familias. Además, destaca que los maestros de Òmnium “eran más cercanos”, sobre todo en comparación con los profesores clásicos: “Parecían muy ‘progres’. Hasta entonces siempre nos habíamos tenido que dirigir a los maestros como ‘señor’ o ‘señorita’ y a los de catalán se les podía tutear”, subraya.

El colegio como ‘centro social’

Desde el APA de la escuela, Delgado batalló con las instituciones para conseguir que los niños del barrio tuvieran espacios donde jugar tras las clases: “Estaban todos los niños desperdigados por el barrio. Hablé con las autoridades y les reclamé que abrieran la pista polideportiva del ‘Cisneros’ para que pudieran jugar sin molestar a nadie y con un mayor control”, apunta. “A partir de las 18 h ya no se le preguntaba a ningún niño si era alumno del colegio o no, podía venir quien quisiera”, añade.

Nou Barris fue un distrito que tardó en desarrollarse por la falta de implicación de las autoridades de la época, por lo que la tarea colaborativa del vecindario y de figuras como Delgado contribuyeron notablemente a su modernización. Así, ante la falta de equipamientos públicos en la zona, la asociación de familias de la escuela impulsó la creación de la primera ludoteca y la primera biblioteca pública de la zona, que encontraron su sede dentro de los amplios espacios del ‘Cisneros’.

El centro también contaba con un comedor con 700 plazas que acogió a los niños del barrio de La Prosperitat y de los barrios colindantes, ya que hasta entonces comían en la misma aula compartiendo pupitre por la falta de espacio. Entre juegos, almuerzos y libros, aquella escuela periférica inaugurada por uno de los últimos alcaldes franquistas abrió un camino de progreso y equidad para el distrito que pervive medio siglo después.